jueves, 22 de agosto de 2019

Groenlandia


-Oiga señora, ¿me vende usted a su hijo?
-Caballero, mi hijo no está en venta. 
-Pero yo tengo mucho dinero, señora. No me subestime. 
-No es cuestión de dinero, ni de estima, es que no me da la gana de venderle a mí hijo, que para eso es mío. 
-Señora... a ver si nos entendemos, que tengo dólares para aburrirla a usted y a su hijo, no me venga ahora conque está en contra de la sagrada ley del libre mercado. 
-No pienso discutir con usted de leyes ni de sus dólares ni del libre mercado, pero le repito que mi hijo no está en venta.
-Mire usted señora que cuando me cabreo y se me despeina el flequillo se me va el traque, que no vea usted lo que me gasto en peluqueros.
-Lo siento por usted, hágaselo mirar.
-Sabe que le digo, señora: usted es muy desagradable. 
-Pues que se le va a hacer... 

2 comentarios:

  1. Con lo poco que le costaba a la señora pedirle precio. Qué rara es la gente.

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  2. Cuando tenés tanta plata que no sabés en qué gastarla, empienzan las ideas ridículas.
    Y los ataques de ira.

    Saludos,

    J.

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