jueves, 19 de noviembre de 2020

Clima

Me quedé atónito la primera vez que la vi meter la cabeza en el horno. A pesar de convivir varios años juntos nunca antes había observado en ella comportamientos tan incoherentes. Después comenzó a extrañarme el vapor tan exajerado que emanaba del cuarto de aseo cada vez que se duchaba. Posteriormente, ya se acercaba el verano, observé que pese a que el calor ya era notorio ella continuaba abrigándose como si estuvieramos en pleno invierno. Preocupado, en su ausencia, sé que no debí hacerlo, revisé sus últimas busquedas en internet: estaban borradas. Sobre su escritorio me sorprendió encontrar varios libros vinculados al cambio climático. Eso me alivió, tal vez Marta no estaba loca, o al menos no rematadamente loca. De cualquier modo me preocupaba su excesiva obsesión con ese tema. Esa misma noche, durante la cena, en la que a pasar de estar en pleno mes de julio Marta llevaba su pijama de invierno, me atreví a preguntarle: -¿Marta qué está ocurriendo? ¿Te siento extraña? ¿Cómo es posible que en pleno mes de julio estes cenando con un pijama de felpa? -Tranquilo Alberto -me respondió- tan solo preparo mi cuerpo para la que se nos viene encima.

jueves, 12 de noviembre de 2020

Un mundo infeliz

Estoy demasiado pensativo. No es algo extraño en mí, pero cuando me sumo en este trance de manera tan continuada significa que algo en mi cabeza se está cociendo a fuego lento. Vivo absorto contemplando el escenario distopico en el que nos ha tocado vivir. Maquino teorías, conjeturas y suposiciones sin llegar a emular a Miguel Bosé. Sufro con el sufrimiento de los demás como si fuese el mio propio. Lucho lo indecible por ganarle la batalla al pesimismo. Me enfrento con mi silencio contra todos los que pretenden medrar con la confusión y sacar réditos del dolor ajeno. Y, entre tanto, me entrego al egoísta oficio de motivador: auxilio para auxiliarme, empujo para que me empujen hacia el camino de la subsistencia. A mi memoria viene la crisis del 2008 y me veo rememorando la épica lucha de aquellos años. De aquella salimos. De ésta, también.

martes, 3 de noviembre de 2020

Incoherencias otoñales

Desde que han cambiado blogger me siento como un elefante en una cacharrería. Sucede a menudo: nos cambian la música y dejamos de bailar. Aunque, pensándolo bien, la cosa no está para muchos bailes. Yo nunca he sido mucho de bailes, soy más de cantar. Canto para provocar a las nubes -soy de tierra seca- haciendo uso de un vibrato prodigioso. Lo que cautiva el oído de las personas, no es la potencia de la voz, es el vibrato. El vibrato es capaz de transmitir el caudal de emociones que fluye de cada persona. Yo canto a la vida y le pongo todo el vibrato posible. Yo canto a la vida mirando a la muerte de frente. Mi abuela era mucho de hablar con los muertos. Lo del royo de Halloween se queda en mantillas al lado de un día de muertos junto a mi abuela Mercedes. Comenzaba la cosa varios días antes con la colocación de las lámparas de aceite. Por la noche, la casa era conquistada por los contraluces que generaba la luz mortecina de esas velas y por un olor caracteristico que lo inundaba todo. Mi abuela contaba prodigiosamente montones de historías de muertos; muertos que, para la mente de un niño, nunca estuvieron vivos. Historias de almas en pena. De muertos que resucitaban en las tumbas. De niños que regresaban de la muerte. Y yo, en la cama, me tapaba con la manta para protegerme de esos muertos caprichosos que se paseaban, por aquellas fechas, como Perico por su casa. Mi abuela Mercedes murió de puro aburrimiento. Llevaba años citando a la muerte para que viniera a por ella y ésta le daba esquinazo y la dejaba viendo la televisión en su mecedora año tras año. Mi abuela entendía mucho de la vida por mantener una estrecha y estraña relación con la muerte. Cuando por fin el tío feo de la guadaña vino a llevársela, ella estaba esperando enojada. -Esto no se hace con una vieja cansada -le debío decir. Al final, la muerte llega cuando le da la gana. Nacemos sin que nadie nos llame y nos vamos cuando nos toca. Ni un día antes ni un día después.