lunes, 25 de enero de 2021

Palitroque

Me acaban de meter un palitroque por la nariz. Sigo sin Covid, pero con gastroenteritis. Dieta blanda, hidratación, ultralevura, y a aguantar el tirón. Intento trabajar, o teletrabajar, o tirar para adelante como sea. La vida es pura resistencia. Una alocada yincana que nos pone a prueba cada dos por tres. Hoy siento mi cuerpo pesado, como enfundado en plomo, o como un buzo con escafandra pero sin escafandra. Camino lento y pausado como una tortuga en otoño. Mi habla, habitualmente rauda y veloz como una liebre, se traba y se esconde en la negra caverna de mi salud. Y así, a rastras, intento acabar enero. Un enero que vino frio, ventoso y calamitoso. No tengo derecho a reclamar porque no me falta de nada. Pero es que la salud física y mental no es infinita. Febrero se asoma amedrentado en el horizonte turbio de la pandemia. Ya casi un año, parece mentira...

viernes, 22 de enero de 2021

Aullidos

Hubo un tiempo en el que las noches tan solo eran interrumpidas por los aullidos de los lobos. El silencio imperante se rompía en mil pedazos y un temor frío e inquietante nos atenazaba. El lobo siempre ha sido el malo de los cuentos. Yo vivo muy cerca de donde vivía el mítico Rey Lobo. En ocasiones, caminando, me acerco a los restos de su palacio de verano a intentar escuchar los ecos de sus grandes bacanales, de sus orgías, de sus músicas, de sus bailarinas, y de toda la leyenda que le acompaña. Un lobo, seamos reyes o plebeyos, habita dentro de nosotros. De nuestro imaginario y de nuestro comportamiento. Todos, en un momento dado, somos capaces de sacar los dientes y de aullar. Vivimos tiempos de aullidos y de lobos. La ley del más fuerte vuelve, si es que acaso alguna vez dejó de serlo, a ser un valor relevante en la sociedad. Morder más fuerte, aullar más fuerte, inundar de miedo nuestras noches silentes. En peligro de extinción, los cánidos salvajes han dado el relevo en nuestro imaginario popular a personas depredadoras a las que muchos tememos mientras que otros admiran. El que aulla mas fuerte rompe el silencio y lo transforma en inquietud, en incertumbre y en miedo. La gente con miedo es más manejable, por eso aullan. No cesan los aullidos.

lunes, 18 de enero de 2021

El gato persa

Suena un teléfono. —Conservas Abundio, dígame. —Para hacer un pedido. —Espere, le paso con el departamento comercial. Musiquita. Musiquita. Más musiquita. Más musiquita. —Departamento comercial de Conservas Abundio: Me llamo Hortensia ¿en qué le puedo atender? —Necesito cien cajas de paté de cabracho. —A ver… espere… Siento decirle que en este momento esa referencia está agotada. —No me diga. Me causa un trastorno. Contaba con ellas. —Pues no haga cuenta. ¿Necesitaba algo más? —¿Tienen de carne de cangrejo rojo de Alaska? —Sí. —Pues envíeme cien cajas. —No tenemos tantas en stock. Le podría mandar 25 y dentro de un mes el resto. Ahora hace mucho frío en Alaska, sabe usted. —Entonces no me interesa. ¿Tendría de arenques dorados del Báltico? —No, no trabajamos con el Báltico. —¿Y con Alaska, sí? —Estrategias de empresa, es todo lo que puedo decirle. —Pues quiero hacer una reclamación. —El departamento de atención al cliente solo atiende hasta las dos, y son las dos y diez. Tendría usted que rellenar el formulario de reclamación que aparece en nuestra web. —Odio los formularios y las páginas webs. —Pues ya somos dos. —¿En serio? —Claro, encontré a mi ex-marido en un página web y quise devolverlo a los tres meses y me dijeron que no se aceptaban devoluciones. —¿Y sigue con él? —No, lo eché de la casa. Me robaba el dinero y se lo gastaba en apuestas de caballos. —¿Y ahora tiene pareja? —No, sólo tengo un gato persa. —¿Y qué come un gato persa? —Pues lo que más le gusta es el paté de cabracho, fíjese… —Pero se gastará usted una fortuna. —¡Que va! La fortuna me la robaba mi ex-marido; el gato me sale más barato, dónde va a parar… —Y usted: ¿Para qué quiere tanto paté de cabracho? —Es para mí marido que es un sibarita y me tiene aburrida con sus caprichitos: que si el vinito de no sé qué, que sí el jamoncito de no se cuántos, que si el queso que huele pies. Y él cada vez más gordo… —¿Y no ha pensado en cambiarlo por un gato persa? —Pues ahora que lo dice… —¡Hágalo y libérese! —Me lo pensaré… —Nuestro correo electrónico es amigasdelgatopersa@gmail.com. —¿Puede enviarme una foto del gato en cuestión? —Sí, no hay problema, se la acabo de enviar a su wasap. —¡Oígaaa!!! —¿Qué? —Esooo no es un gato… —Claro que no, señora, es un tío y de los de verdad. Le decimos el gato, es iraní, y cobra por horas. —Umm, pues me lo pensaré. No le digo que no. —No se arrepentirá, se lo aseguro. —Está de guapo que se rompe. —Y no vea como araña. —Miau. —Miau. Requetemíau…

lunes, 4 de enero de 2021

Perseverar

Sumo otro año más a la insignificante existencia de este blog. Avanzo entre la nebulosa de la intrascendencia y el afán de un iluso que sigue soñando. Y sueño para seguir viviendo. Invento realidades refugio. Creo retos como relleno y cimiento del sustrato de mis días. Dibujo, con letras afiladas, las defensas de mis argumentos. Porque toda vida -y este blog forma parte inequívoca de esa vida- requiere de unos buenos argumentos; unos argumentos que se van modificando y fortaleciendo con el paso y el peso del tiempo. Este blog persevera desde hace más de una década como el bastón de un abuelo; como el abuelo, aún sin nietos, en el que me estoy convirtiendo mientras les escribo, mientras resisto, mientras sueño. Cada mañaña, al mirarme al espejo, veo a un viejo cascarrabias que se me parece. Un viejo cascarrabias que sueña para seguir existiendo. Sumo otro año más para perseverar en mi anodina y errante existencia. Mal que me pese.