En construcción
Escribir todo esto era la única salida que me quedaba.
miércoles, 22 de marzo de 2023
En defensa propia y ajena
Para muchos la escritura se ha convertido en una especie de respiración asistida. Para otros una defensa propia. No pocos son los que la pervierten en forma de bulos. Los bulos son venenos en forma de palabras que hay que combatir con antídotos basados en la objetividad. La escritura, las palabras, los relatos, los aforismos, los discursos, nos sacuden y nos vapulean, nos embaucan, nos seducen, nos agobian, nos enervan, nos convencen, nos transforman. Yo intento resistir en este combate cruzado de palabras. Cavo mi trinchera dialéctica con unas bases firmes: sinceridad y respeto. Cuidando la forma y el fondo. Moderación y modulación. Límites. Estilo. Mesura. Alguien dijo: "una palabra tuya bastará para sanarme" Tal vez yo escriba para curar. Escribo para curarme.
lunes, 6 de marzo de 2023
Un nuevo libro
Ayer le mandé a mi corrector de cabecera la galerada de lo que será mi próximo libro. Envalentonado, voy a por el quinto. Sin miedo a cosechar un nuevo fracaso sobre el que construyo mis pequeños éxitos. Mis libros son la representación escrita de mi propia lucha por sobrevivir. En ellos, si los leyeran, cosa por otro lado bastante improvable, me conocerían a la perfección. Cultivo, sin abono ni pesticidas, el género de la autoficción. A veces, según me de, soy mi propio personaje y otras no. Las letras, debidamente ordenadas, o al menos en su intento, son la máxima expresión de la libertad, con el debido cuidado de la autocensura propia de los nuevos tiempos, que en realidad son como los viejos. Hoy, suponiendo un suponer, soy Paquito el Chocolatero, lo mismo que mañana puedo ser Juanita Banana, la amiga de mi prima hermana. Lo paso bien jugando a ser escritor. Podría haber jugado al chamelo, o al caliche, o dedicarme al levantamiento de vidrio en la barra de un pub cutre, estilo irlandés; sin embargo, en mis ratos libres, cuando no dibujo, ni hago collages, ni le doy de comer a mis peces desmemoriados, pero que siempre se alegran de verme, me da por escribir. Y yo escribo y escribo para no sé qué. Relato tras relato, libro tras libro, mientras me voy haciendo mayor.
martes, 28 de febrero de 2023
Palabrería
Charlatanes siempre han existido, pero ahora más. No voy a enumerar, ni a catalogar, el sinfín de charlatanes que han proliferado en las últimas décadas -eso lo dejo para los sociólogos- con el viento a favor de las redes sociales, en todas sus modalidades. Hablando se entiende la gente, o se la confunde. De hecho, la palabra está perdiendo su ancestral hegemonía frente a la imagen. La mímica como forma de no decir nada y de decirlo todo. La conjunción de la abstracción que surge de la imagen en movimento sin un discurso que la apoye y en tiempo record. La vida sin tiempo a un paso del tiempo sin vida. Todo hacia afuera y nada hacia adentro. La performance adquiere relevancia y en ella cabe casi todo. La impostura al poder. Filtro sobre filtro. No sé si me estoy perdiendo queriendo comunicar algo que me queda grande y yo mismo no sea más que otro irrelevante charlatán. Tal vez lo mío también sea pura palabrería.
martes, 21 de febrero de 2023
La cagada ilustre
Si Delibes decía de Umbral que escribía con la misma facilidad con la que meaba, en ese contexto, ustedes disculpen, tengo claro que lo mío es la cagada. Soy algo así como un escritor de retrete, lo mismo que en el servicio militar fui escribiente de servicio. Los que escribimos desde las vísceras padecemos con frecuencia del colon, y escribimos con la misma cadencia que con la que gastamos papel higiénico. Las tripas han adquirido tanto, o más, protagonismo en mi vida como en mi literatura, suponiendo que lo que yo haga sea literatura, o le traiga un aire. De hecho, muchos acontecimientos sociales y políticos me remueven las tripas, y, como consecuencia, cago un relato. Dicho de otro modo, mis relatos son el detritus resultante de la digestión de la actualidad. Lo único verdaderamente imprescindible para mis deposiciones, ya sean físicas o literarias, es la necesidad de tener siempre a mano un buen trozo de papel. Lo demás, como se podrán imaginar, fluye espontáneamente.
jueves, 16 de febrero de 2023
Erre que erre
¿Qué sería de mí sin mi mirada de niño? Al niño que fui siempre lo recuerdo observando. Mi mirada lo escudriñaba todo a su alrededor. Cada situación. Cada objeto. Cada noticia que escuchaba por televisión, una televisión que primero fue en blanco y negro, y luego nos pusieron en technicolor. Cada palabra que llamaba mi atención. Cada nueva presencia. Mis ojos redondos, como de búho inquieto, no cesaban, ni por un instante, de asimilar y de clasificar todos los hallazgos, por nimios que estos pudieran parecer, para, posteriormente, degustar en silencio todo lo aprendido. Más tarde, de manera incomprensible, intentaba plasmar en mi vieja carpeta de anillas, mediante pequeños textos plagados de faltas de ortografía, y de dibujos, mi particular interpretación de todo lo vivido. ¿Acaso, cincuenta años después, no sigo haciendo lo mismo?
martes, 31 de enero de 2023
Diez minutos
Ni uno más ni uno menos. Hoy solo puedo dedicarle diez minutos a este viejo blog. Raudo y veloz ordeno mis ideas para intentar la proeza de darle un buen uso a esa limitación temporal. Nueve minutos y aún no arranco con claridad con el texto. Ocho minutos y siento que el intento puede quedar en un triste gatillazo. Siete minutos y me planteo que, quizás, la descripción de este momento sea tema suficiente, y no menor, como para convertirlo en una hazaña literaria fruto de la ansiedad que me caracteriza. Seis minutos y pienso, desconozco el motivo, en un tipo corriendo a toda velocidad con la lengua afuera. Cinco minutos y reparo en que una canción de un cantante de éxito, rapero por ejemplo, dura menos de cinco minutos. Cuatro minutos y sigo pensando igual que cuando comencé a escribir hace seis. Tres minutos puede ser demasiado tiempo para aguantar la respiración bajo el agua. Dos minutos intensos para saborear el sabor amargo del fracaso. Un minuto de gloria en el que a un velocista le sobrarían varios segundos para batir el récord del mundo de los cien metros lisos. ¡Tiempo!
martes, 24 de enero de 2023
El viejo profesor
Nadie hará por vosotros lo que tenéis que hacer. Nadie mirará por vuestros intéreses. Nadie cambiará vuestro destino, eso tan solo lo podéis hacer vosotros. Lo que cada uno de vosotros puede lograr ni vosotros mismos lo sabéis. Estoy seguro de que desconocemos gran parte de nuestra potencialidad por la sencilla razón de que evitamos exponernos a situaciones límite, y en esas situaciones extremas es donde se esconde el superhéroe que todos llevamos dentro. Somos nuestro peor enemigo y nuestro mejor aliado. Una íntima dualidad en permanente confrontación. La facilidad nos mata. La dificultad nos engrandece. Dejar de aprender es dejar de vivir. La vida es diferente cada vez que aprendemos, o descubrimos, algo nuevo. Poneros objetivos. Cread proyectos. Leed cientos de libros. Soñad. Corred. Cantad. Bailad. Gritad. Perderos en un bosque. Bañaros en el mar. Dibujad sin saber. Escribid lo que os de la gana aunque tengáis cientos de faltas de ortografía. ¡Ya tendreís tiempo de aprender! -dijo el viejo profesor- Aunque esto ya os lo he repetido más de cien veces...pero veo que no me hacéis caso. ¡Allá vosotros! Cuando seaís mayores os acordaréis de mí.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)