miércoles, 31 de marzo de 2021

Marzo expira

Marzo expira. No quería acabar marzo sin dedicarle una tercera entrada. Un tercer relato enrevesado entre lo psicológico y lo filosófico. Entre lo real y lo irreal si es que acaso estas dos ópciones no fueran la cara y la cruz de una misma moneda. A veces nuestra realidad se sostiene por nuestra irrealidad. Vivimos por lo que soñamos. Subsistimos arrastrando el yugo de la rutina hacía el mágico escenario de lo que nunca nos sucederá. Y entre ese titánico esfuerzo, que es nuestro día a día, marzo expira. Se agotan sus jornadas despidiendo a un invierno de desasosiego para enlazarnos con una primavera de esperanza. O tal vez de la esperanza que anhelamos. Con mi hija Ana María hice un cohete intergaláctico para la compañía "Wasa Space". En Marzo siempre sumo años. Cada vez más para que quede cada vez menos. Lo mucho y lo poco siempre en contraposición. Variables que discurren en paralelo pero en dirección contraria. Leo para sobrevivir asido a otras vidas. De "Simón", de Miqui Otero, a "Llévame a casa" de Jesús Carrasco. De Cataluña a Extremadura de la mano de personajes que sufren, y que luchan, y que aman, y que temen. La vida trascurre, entre amor y temor, mientras marzo expira.

lunes, 29 de marzo de 2021

Mosquitos y alcaravanes

Tumbado sobre el cesped y mirando al cielo pienso que todo está por llegar. Da igual lo vivido o lo sufrido, lo añorado o lo disfrutado, lo creado o lo que aún estoy por crear. Sea cual sea el orden, o el desorden, créanme, todo está por llegar. Divagaba. Lo que ha de llegar llega. Lo que ha de pasar pasa. Lo que sucede, y además con demasiada frecuencia, es que aquello que tanto anhelamos que nos pase tal vez nos esté pasando sin que seamos conscientes de ello. A veces desmerecemos el presente porque nos pertenece. La ficción es una droga que nos endulza el presente. Los sueños nos evaden hasta de la más inhospita de las prisiones. Las nubes se mueven cada vez más rápido y las figuras que voy descubriendo cambian en una especie de metamorfosis gaseosa imprevisible. El cielo es enorme y yo tan poca cosa, y ya tan viejo... Se me ha dormido una pierna y no me quiero levantar. En esas estaba y el sol se fue metiendo mientras una luna llena, misteriosa y ocre, apareció en lo alto. Mis piernas seguían sin responder, o tal vez era yo el que no quería responderle a las piernas. Era verano, entre julio y agosto, y me quedé dormido escuchando el canto lastimero del alcaraván. Lo peor de este cuento es que desperté a medianoche comido por los mosquitos. O por mis dudas...

martes, 9 de marzo de 2021

La miga, y el pan, de mi futura novela

Estoy relativamente tranquilo abordando la recta final que conduce a la publicación de mi primera novela. Creo que tantos años arrastrando de ella, intentando que no se abortara antes de ver la luz, han conseguido apaciguar mis ansias y otorgarme la paciencia necesaria para que el resultado fuera el mejor posible dentro, claro está, de mis enormes limitaciones. Necesitaba escribir esa novela para demostrarme a mí mismo que nada es imposible. Una mierda de novela, como tal vez sea la mía, la puede escribir cualquiera, tan solo hay que ir acumulando palabras y más palabras, a modo de colección, y tirando de aquí, y poniendo de allá, la meta se puede alcanzar aunque sea a empujones. Ahora que lo pienso friamente, esta novela no deja de ser otro de mis collages. A lo largo de los años he ido sumando secuencias e historias inconexas que, una vez retocadas y reordenadas, han generado otra historia nueva inspirada en todas ellas. De ese modo, los personajes de referencia, desubicados y descontextualizados, han resucitado en otras vidas, con identidades nuevas, y convertidos en meros actores asumiendo un papel que un inexperto director les ha asignado. Y es que crear una historia, como la que a mí me dió por crear, tiene su miga...¡y su pan!

viernes, 5 de marzo de 2021

La felicidad del burritranco

El burritranco tenía muchas cosas en su contra pero, pese a todo, era feliz. Y no solo se empeñaba en ser feliz, también sentía la incontenible necesidad de hacer notoria y visible su extrema felicidad. Ante el esperpento de sus vecinos, el burritranco se ejercitaba en irrepetibles cabriolas y acrobacias nudistas por todo el vecindario, incluso en horario infantil, lo que lo llevó en numerosas ocasiones al cuartelillo. Sin embargo, y para no tener que reprimir su felicidad, se marchó a una comuna nudista y allí fue el hombre más feliz del mundo rodeado de un séquito de seguidores que lo idolatraban. Morelaja: No renuncies nunca a la felicidad, en ocasiones, no está en el sitio que la buscas.