martes, 27 de diciembre de 2022

Palabras camino

Lo que para mí son palabras para otros son caminos.

viernes, 9 de diciembre de 2022

Imposibles

Y no pudo ser... Ella creía en Dios y yo no creía en nada.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Ámsterdam

Es curioso, pero en los Países Bajos todos son muy altos. Es una de las primeras contradicciones que te asaltan al llegar. Recuerdo que antes de mi primer viaje a Holanda, pensaba que todos serían como pitufos, pero ¡joder! el más bajo me sacaba dos palmos. Me quedé loco viendo una plaza llena de puestos de tulipanes de todos los colores. Y más loco aún cuando sin darme cuenta me metí en un caffe shop. En lo que tardé en percatarme de la jugada casi me coloco. Al salir, y no escuchar ruido alguno por la calle, estuvo apunto de atropellarme un ciclista que pasaba a todo lo que daba la mata, digo la bici. Tras recuperarme de tan embriagador humo, y del susto del posible atropello, me encontré con un grupo de gente que se arremolinaba en un canal. Y es que Ámsterdam está llena de canales, hay más agua que dónde la hacen. El motivo del tumulto era que un borracho, al parecer de origen ruso, se había caido al agua, quién sabe si para refrescarse por la calor, ya que era verano y hacía un sol de justicia, o porque simplemente la barandilla se le había quedado algo corta. Yo que soy de provincias, por no decir de pueblo, seguí caminando y me topé con unos escaparates en cuyo interior habían unas chicas muy monas en paños menores, pero de muy buen gusto. Me emocioné porque me hacian gestos cariñosos y me lanzaban besos, y eso me levantó la autoestima y todo lo demás. Más adelante, vi una gran cola para entrar en lo que parecía un teatro pero que terminó siendo un espectáculo de mete y saca en directo de padre y muy señor mío. Recuerdo que el tipo era un holandes de más de dos metros y la chica una oriental de poco más de metro y medio. Salí asustado y acomplejado. Luego me fui a ver los molinos y a comer quesos. A mi padre le encanta el queso de bola holandés y le compré una; una bola quiero decir. En aquel viaje llené un cuaderno con dibujos horribles, y que aún conservo, que hacía cada noche al llegar al hotel a modo de penitencia. No sé cómo pude caer tan bajo.

martes, 29 de noviembre de 2022

Me sopongo capaz

Se supone que estoy en un aeropuerto low cost alemán rumbo a Tel Aviv. Se supone que vendo genuinos champúes y tintes para el cabello con una basta y bien lograda gama cromática y una extraordinaria cobertura y durabilidad. Se supone que todo saldrá bien y que el piloto disfrutará, un día más, de su troposférico trabajo. Se supone que durante el viaje los atentados cesarán y yo podré desplegar mi propósito que no es otro que el de abrir un mercado más. Se supone que estoy suficientemente preparado para realizar el cometido, ya que cuento con sobrada experiencia. Se supone que Israel, al igual que otros destinos anteriores, hará saltar por los aires todos mis prejuicios. Se supone que un tipo como yo, curtido en mil batallas, no debería de tener dudas. -¡La duda ofende! -dicen. Pese a lo que creemos, tal vez nunca dispongamos de las suficientes certezas. Y cuando las tenemos erramos. Yo, desde mi ignorante egocentrismo, me considero capaz. Lo demás, como siempre digo, ya no está en mis manos.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Morir en el Dombás

Si la lluvia incesante de bombas, si ser condenados a vivir sin identidad no fuera suficiente humillación, ahora la nieve nos cubre con su implacable manto a los millones de personas que sobrevivimos bajo los escombros de lo que antes eran nuestras vidas. Escombros sin luz, sin agua corriente y sin comida; escombros de dolor y de impotencia, y de sinrazón. Los que nos atacan hablan nuestro idioma y forman parte de nuestra historia. Nos matan los que hasta hace tan solo unos meses consideraba mis hermanos. Nos mata el frío, el hambre, la sed, y la locura colectiva de un pueblo gobernado por un loco. ¿Por qué han enloquecido mis hermanos? ¿Quién les ha metido tanto odio y tantas mentiras en sus mentes? Solo dos de las ventanas de nuestra casa conservan aún sus cristales. En una de esas habitaciones dormimos mi esposo y yo. El frío ya se está haciendo insoportable. No sabemos qué comeremos mañana. No sabemos si superaremos una noche más. Hace un rato hemos hablado con mi hija Oksana. Ella pudo salir de Ucrania, al comienzo de la invasión, y se encuentra refugiada en España. Nos ha pedido mil veces que salgamos del Dombás y que nos vayamos con ella. Pero no. No saldremos de nuestra casa. Si hemos de morir, moriremos aquí. Hemos luchado y trabajado mucho por cada piedra que conforman sus muros. Hemos luchado y trabajado sin descanso durante décadas por conseguir cada silla, cada mesa, cada cama, cada puerta, cada vaso, cada plato... Hemos plantado cada árbol que nos rodea. No. Mi hija llora porque no entiende nuestra decisión. Ella quiere que nos salvemos físicamente, pero no entiende que si abandonamos todo lo que tanto nos ha costado construir, de alguna manera también estaremos muertos. ¿En verdad importa tanto la forma de morir? ¿No estará sobrevalorada la muerte?

viernes, 11 de noviembre de 2022

Mi jefe cumple 60

Se llama Mariano y hoy cumple 60 años. Mariano Magaña es un tipo difícil de encasillar. Si lo intentas se te escapa entre las manos como el pescado fresco. Es ágil de mente y se las ve venir. Su mirada ve más allá que la del resto de los mortales. Incluso en tiempos revueltos mantiene la calma y encuentra alternativas donde parece que no las hay. Es muy díficil adivinar que as se guarda en la manga. Siempre tiene uno para hacernos llegar más lejos, y más alto, aunque ello suponga enfrentarse a nuestra comodidad. Ya van para 28 años de soportarnos mutuamente. Como frente a un león, con él hay que encontrar la distancia adecuada para que todo vaya bien. A veces basta que señale con el dedo, o un simple gesto, para que sepamos lo que nos quiere decir. Yo le admiro por su perseverancia, su clarividencia, y por su valentía. Muchas veces la gente tiende a sobrevalorar mi trabajo y siempre les digo que yo no sería casi nada sin él. Mi jefe es un tipo peculiar, un fuera de serie, y en no pocas ocasiones difícil de comprender. He llegado a pensar que el maneja algunos parámetros que a muchos de nosotros se nos escapan. Tal vez por eso ha conseguido llevarnos hasta aquí y construir lo que hoy es Tahe. Muchas felicidades, Mariano. Dúranos mucho, por favor, y dinos cómo y dónde cargas tu batería.

martes, 8 de noviembre de 2022

Oda a un plato de sopa

Una carcasa de pollo. Apio. Zanahoria. Una miajica de sal. ¿Un chorizo? Ingredientes para un caldo. De un caldo una sopa. De una sopa una cena. De una cena un bonito sueño. De un bonito sueño un feliz descanso. De un feliz descanso al trabajo. Del trabajo a la sopa y vuelta a empezar. Nuestra vida da vueltas en una olla de sopa. Una sopa de un color asoleado, como el de un día luminoso y tranquilo. Como la superficie de un planeta imaginario a diez millones de años luz de nuestra olla. A mi hija Ana le encanta la sopa. Yo se la preparo con fideos cabello de ángel por ser de rápida cocción. Últimamente innovo añadiendo una pizca de cúrcuma para darle cierto exótismo y reforzar su color. Como buenos murcianos le añadimos un buen chorrito de limón. Qué bonito sería vivir a la sopa boba. Se habrán dado cuenta, pero está tan rica que se me va la olla.

jueves, 3 de noviembre de 2022

De la métrica a la plástica

Mi otro lenguaje es el collage. Lo uso como terapia de relajación y cuando se me aturullan los escritos. Por lo visto no soy el único que los utiliza con estos fines. Crear como calmante, como ansiolítico, como meditación, como evasión, como devoción. Lo llevo haciendo desde casi tres décadas. Mis últimos treinta años han sido un no parar. 50 países, millones de kilómetros, miles de visitas y reuniones allende los mares. Por suerte, he vendido mucho champú. Al principio de lanzarme a la conquista de las alturas, hacía collages en pleno vuelo. El atentado de las Torres Gemelas puso fin a mis collages de altura, ya que, desde ese momento, prohibieron la entrada de tijeras a la cabina del avión. Eso me empujó a escribir sobre las nubes, de hecho, y lo digo muy en serio, soy otro cuando escribo en la estratosfera. Como últimamente, despues de la dichosa pandemia, vuelo menos, las palabras me son esquivas y recurro al collage como tabla de salvación. Ahora quiero darles relieve; sacarlos del aburrimiento de la planicie para que conquisten cierto volumen. Mi vida se va configurando de la métrica a la plástica y viceversa.

lunes, 31 de octubre de 2022

Gigantes

No sé si dentro de todos nosotros habita un gigante. Un gigante que quiere serlo, que quiere nacer y alcanzar el cielo con las manos. Pero, ese gigante, en ocasiones, no encuentra la forma de crecer y siente frustrados sus anhelos. Yo me siento afortunado con mi tamaño. Apenas un metro setenta. Nada en comparación a los jóvenes de hoy que parecen verdaderos atlantes. Con el paso del tiempo, he ido adaptando mis pretensiones para acompasarlas a mi realidad de cada día. Me he perdido, como todo hijo de vecino, por caminos de grandeza hasta reecontrarme entre las hojas de miles de libros. Han sido los libros, y mi entrega al trabajo, los que me han ayudado a encontrar mi sitio y valorar mi tamaño; un tamaño que va más allá de centímetros, de kilómetros, o de euros. Ayer, en Cehegín, un pueblo de mi querida Murcia que aconsejo visitar, me encontré con estos gigantes que me saludaron animosamente al pasar. Yo creo que me confundieron con otro.

lunes, 17 de octubre de 2022

Día a día, relato a relato

Cada día que me animo a escribirles me siento más orgulloso de ello. Acrecentar este pozo ciego en el que purgo mis contradicciones me recuerda que estoy vivo y con ganas de seguir contando historias. Os las tengo que escribir cuando, en realidad, a mí lo que me gustaría sería contároslas de viva voz y sentado, al fresco, en la puerta de la casa, o en una era bajo una buena sombra, o sobre el húmedo cesped recién cortado de un jardín. La oralidad es tan antigua como nuestra propia capacidad para comunicarnos; surgió mucho antes de que la escritura se nos pasara por la cabeza. De hecho, me encanta grabar audios con los relatos, ahora creo que le llaman podcast o algo así, y los comparto con mis allegados para darles un poco la brasa. Lo importante, en definitiva, es seguir contando cosas, contando días, y peinando canas, aunque lo de peinar, en mi caso, sea más metafórico que otra cosa.

martes, 11 de octubre de 2022

Lo que puedo haber sido y no fue

Me gustaría hacer una publicación que sirviera de algo. Para ello, me he preparado un café bien cargado. Sé que no debería, pero le he añadido un poco de azúcar moreno. Moreno de caña, dicen. He cerrado la puerta de la habitación para aminorar el ruido procedente del exterior. Al hacerlo he comprobado que el aroma del café ha inundado mis fosas nasales. Miro la pantalla. Ejercito mis dedos como cuando de joven practicaba antes de los dictados en las clases de mecanografía. Soy tan antiguo que aprendí mecanografía sobre viejas máquinas Olivetti en la academia Climent, cuyo director alardeaba de haber conquistado un incontable número de campeonatos mundiales de aporrear máquinas de escribir. En las clases de mecanografía no destacaba especialmente, de hecho ni en las de mecanografía ni en ninguna otra. Llegué a Formación Profesional, conocida como FP, precisamente por no haber aprobado EGB. Nunca se me dio nada bien eso de aprobar. Cada vez que he aprobado algo lo he festejado como si me hubiese tocado el gordo de la Lotería de Navidad. Por cierto, ahora caigo en que no he comprado todavía ningún décimo, pero aún queda tiempo. Tras haber avanzado algunos renglones sobre este relato que pretendía tener algo de utilidad, aún no soy capaz de encontrasela. Soy de ponerme listones demasiado altos y ni tomando carrerilla puedo superarlos. El café se enfría y no he sido capaz ni de acercarlo a mi boca. Al estar casi frio, me ha defraudado un poco. Me ha defraudado tanto como el intento de darle utilidad a este relato que ahora se desvanece. Qué pena, con lo que pudo haber sido este relato y no fue. No me lo tomaré muy a pecho, muchas son las cosas que, como este relato, quedan en nada.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Silverio y el póker online

Cuando Silverio Cuevas se dio cuenta de que estaba más solo que la una, no supo qué hacer y no hizo nada. O más bien siguió haciendo lo mismo que había hecho para que todo el mundo le hubiese dado la espalda. Los días se le hacían eternos. No podía parar de comer chocolate y galletas y bollicaos. Cerveza de marca blanca en lugar de agua. Jugaba compulsivamente al póker por Internet y a otras locuras similares. Su soledad seguía agudizándose al mismo ritmo que disminuía su cuenta bancaría y aumentaba su índice de masa corporal. La ansiedad y el estrés estaban acabando con su pelo; el teclado de su vieja computadora se parecía mucho al suelo de una barbería. Su piel se deshidrató y adquirió un tono cetrino. Las cajas de pizzas y de hamburguesas, y los vasos desechables con restos de bebidas tóxicas, se amontonaban por los pasillos de su pequeño apartamento. Los vecinos del edificio se quejaban del hediondo olor que salía por debajo de su puerta. El móvil, pese a tenerlo en silencio, no paraba de recibir llamadas de su banco para reclamarle impagos. Por eso paso lo que paso, o al menos eso es lo que cuenta la gente de por aquí. Aquella mañana, la última, la policía llamó a la puerta. Silverio Cuevas, desde su propia cueva, se asomó por la mirilla y vio a dos agentes con cara de pocos amigos. -Abrá, Silverio, sabemos que está usted ahí. Traemos una orden judicial, o abre usted o abriremos nosotros, lo que usted prefiera. Y sin pensarselo dos veces Silverio abrió, pero abrió la puerta del balcón. Desde el séptimo piso algunos clientes del bar que había enfrente lo vieron volar como Ícaro. Cayó sobre un flamante BMW de color gris que quedó menos flamante. Por desgracia, muchas vidas grises acaban así. Descanse en paz.

lunes, 5 de septiembre de 2022

La cosa va de pelos

Acabo de comprobar, mientras vuelo a Varsovia auspiciado por la comodidad de Ryanair, que lo que pretende ser mi próxima novela tan solo cuenta, en este momento, con 14.500 palabras discretamente ordenadas. Es bueno darse cuenta de las cosas, habidas y por haber, y no vivir en la inopia. De igual modo, me he dado cuenta de que el corrector autómatico de este viejo Ipad no reconoce la palabra inopia, en ninguna de sus formas. He llegado a dudar de mí mismo pensando en que tal vez, esa palabra, solo exista en mi imaginario. Últimamente me asaltan demasiadas dudas. Acabo poniendo en entredicho hasta mis más profundas convicciones, si es que alguna vez las tuve. Confundo lo imaginario con lo que me acontece y viceversa. Tal vez, en mi imaginación, regrese a Polonia a presentar una nueva línea de productos de barbería, cuando en realidad vuelo para cualquier otra cosa; incluso, quién sabe, si para acometer alguna misión de los servicios secretos de la inteligencia española contra el espionaje ruso. No estoy seguro de mí ni de la inteligencia española. Mi terapeuta me habla de que tal vez padezca algún problema de inseguridad galopante debido a algún tipo de trauma o frustración. He dejado de ir a verle porque también he desconfiado de él. Lo vi una noche paseando, con un píjama de mal gusto, a sus tres pastores afganos, y no se dignó a recoger ni una sola de las múltiples y copiosas deposiciones con las que sus elegantes canes tuvieron a bien obsequiar al vecindario. Tras leer de un tirón la pequeña y agradable novela del mexicano Juan Pablo Villalobos que lleva por título:"Peluquería y letras", me he convencido de que no soy ningún agente especial de contrainteligencia, y que lo que realmente hago, si es que hago algo, siempre es a favor de ella, de la inteligencia, me refiero. Busco agrandar mi capacidad intectual leyendo a la deseperada. Leo a gran altura, sobre nubes de algodón, volando hacia Varsovia, mientras intento recordar si en mi maleta guardo algo que me pueda comprometer en la aduana polaca. En mi equipaje guardo otro librito, que lleva por título:"Golpe de kárate", de la escritora danesa Dorthe Nors. ¿Acaso tendré que dar un golpe? ¿Un golpe de kárate o un golpe de efecto?. Tengo una misión. Aunque estoy casi calvo, para despistar, la cosa va de pelos. O, al menos, eso creo.

jueves, 1 de septiembre de 2022

40 años no son nada

Si no me fallan las cuentas, cosa por otro lado bastante probable, tal día como hoy de hace cuarenta años, un jovencito inadaptado de catorce años, comenzó a trabajar en el Bar Josepe, del murciano barrio de Vistalegre. En la zigzagueante barra de ese bar fue donde realmente comenzaron mis estudios. Eruditos de todas las profesiones, de todas las confesiones e inconfesiones, de todas las edades, de todos los sexos (casi siempre insatisfechos), de todos los continentes (alguno de ellos incontenidos), de todas las variables políticas y apocalípticas; para abreviar: gentes de toda clase y condición que llegaban a la orilla de nuestro bar como náufragos hambrientos y sedientos a una playa desierta, para enseñarme algo. Pero, por suerte, no estaba desierta porque allí que estaba yo para aliviarles de todas sus ansiedades. Ansiedades alimenticias y ansiedades más inconfesables. Y ahí fue donde me doctoré en pseudopsícología aplicada a la realidad de la irrealidad en la que vivimos. La vida como oxímoron. La vida como una representación continua de nuestras frustraciones. La vida como un carajillo detrás de otro. La vida como un régimen carcelario en semilibertad. La vida como un viciado itinerario: casa, trabajo, bar, bar, casa, trabajo. -¡Medio de tortilla de patatas, Bruce! -me pedía mi pelirroja favorita, refiriéndose a mi parecido con el cantante americano. Porque uno, en la vida, siempre tiene sus favoritismos. -¡Josepín, ponme un "equipaje pa´Archena", que no era otra cosa que un envenanado whisky Dic con cocacola; los mismos "equipajes" que, por reiteración, se lo llevaron por delante bastante antes de cumplir los sesenta. Eran muchos equipajes para un solo pasajero. En navidad cantábamos a coro un villancico inconcluso, y de nuevo cuño, que tenía como única letra en bucle la célebre frasecita de: "En la puerta de Orihuelaaaa, en la puerta de Orihuelaaa, en la Puerta de Orihuelaaaa, en la Puerta de Orihuelaaa...., y así cambiando únicamente la entonación en cada repetición. Sí, el mundo del Bar Josepe era un gran submundo en el que los personajes acudían mayoritariamente a nuestro escenario haciendo gala de su cara B. De hecho, muchos de ellos y ellas, cuando acudían al bar con sus familiares parecían personas distintas, correctas y comedidas como los niños antes de comulgar. En cierto modo, yo también les daba la comunión, una comunión pagana, y digo pagana porque había que pagar. Ahí pasé doce años. Años tan irrepetibles como inolvidables. Después de los carajillos, y de los trozos de pulpo, y de las marineras, y de las cañas de cerveza, y de haber aprendido las mil y una formas de preparar un café, me pasé al mundo de la belleza. Tal vez, de manera inconsciente, yo pretendía cambiar la brutalidad por la sutileza. El mundo macho por el mundo femenino. Y lo hice. Y la belleza me embelleció. Y el mundo, visto desde el otro lado, oliendo a perfume y a carmín, aliendo a mujer que lucha por ser mujer en un mundo diseñado para hombres, me hizo entender la cartografía del otro lado de la Luna. No quiero enrollarme más porque, en el fondo, cuarenta años no son nada, y todavía me quedan algunos años más en los que demostrar, y demostrarme, que trabajar, cuando se hace con el corazón, merece la pena. Como pena es no poder festejarlo, aunque fuera por un ratito, con todos vosotros. Os debo una.

jueves, 25 de agosto de 2022

Axioma

Gracias a Miguel Delibes, sabemos que la sombra del ciprés es alargada. Más alargada conforme el sol se va replegando hacia la línea del horizonte para dejarnos en la inquietud de la nocturnidad. De noche todos los gatos son pardos. Hay quien dice que la noche le confunde y quien va confundido con independencia de la posición del astro rey. Todos tenemos una sombra, un rastro, una huella, un sambenito, un anverso y un reverso. Somos lo que proyectamos aunque en el fondo seamos otra cosa. Menguantes y crecientes. Luz y oscuridad. Ángeles y demonios. Andamos por la vida proyectando sombras, esas sombras tan inquietantes que nos persiguen, que nos acompañan ejerciendo como prueba evidente de la dualidad que somos. Si fueramos trinidad seríamos dioses. Hete aquí el axioma de hoy.

martes, 23 de agosto de 2022

Bicho palo

–Clínica de adelgazamiento Supino, le atiende Marisa, ¿en qué le puedo ayudar? –Este verano he cogido algo de peso… –No se apure por eso… aquí le podemos ayudar a recuperar su figura. ¿Cuál es su nombre, caballero? –Jose Luis Mancebo. –Y bien, señor Mancebo, ¿quiere usted que le de cita para la doctora Fina Delgado? –Sí, pero antes quiero enviarle una fotografía para que vea cómo me quiero quedar. –No es algo habitual en nuestros protocolos de trabajo, pero pásemela por Wasap a este mismo número, por favor. –Ahora mismico se la paso. –A ver…¡Pero oiga! …caballero, eso es un bicho… –Así es señorita Marisa, se trata de un bicho palo. –Señor Mancebo, le recuerdo que la nuestra es una prestigiosa clínica de adelgazamiento y no de psicología… –Pero es que yo quiero ser como ese bicho: delgado, esbelto, y poder mimetizarme entre la gente corriente y moliente. –Bueno, le recuerdo la tarifa de nuestra clínica: la primera consulta cuesta 200€ y las siguientes son a 100€, batidos y pastillas aparte. ¡Ah! y solo aceptamos efectivo. La semana que viene tenemos un hueco el martes por la tarde a eso de las seis. ¿Le viene bien? –No, por ese precio mejor me compro el libro de la Metamorfosis de Kafka y me transformo yo solito… –Pues que le vaya muy bien, caballero. –Adiós, adiós…

martes, 16 de agosto de 2022

El vuelo de los aviones

No, no se confundan, no me refiero a los aviones de pasajeros, ni a los de guerra, ni a los privados de la gente rica, me refiero a esas pequeñas aves migratorias, insectívoras, que se confunden habitualmente con las golondrinas, y que, los que entendemos un poco de aves, conocemos como avión común. Pese a estar de vacaciones, he pasado un rato por mi oficina. Estamos de servicios mínimos. Varias compañeras del equipo de administración de ventas atienden a los escasos clientes que siguen trabajando y, por tanto, demandando atenciones. Los aviones comunes, que han hecho de nuestra fábrica su casa, también están de servicio, pero de máximos, ya que con sus incesantes vuelos, y pese a no estar en nómina, nos regalan su trabajo como insecticidas naturales y ecológicos. Nos falta tiempo para observar a la realidad y a la naturaleza que nos rodea. Ahora ocupamos demasiado tiempo escrutando pantallas y anhelando mensajes del más allá. El Metaverso nos introducirá aún más si cabe en ese universo paralelo en el que ya, en cierto modo, vivimos. Igual que me fijo en los pequeños aviones que rovolotean a nuestro alrededor, a la caza y captura de esos molestos insectos, me fijo en la gente cabizbaja, y ausente, encallada en sus pantallas como náufragos en una isla desierta. Rodeados de multitudes y buscando un no sé qué en no se sabe dónde. Los aviones vuelan ansiosos a la caza y captura de insectos voladores, y nosotros volamos en el escabroso e inagotable mundo de Internet, a la caza y captura de lo que nos echen. Vivimos volando en nuestras pantallas. Yo, de niño, siempre soñaba que volaba; era un sueño dulce y placentero. Es maravilloso volar. Qué envidia me dan los aviones.

jueves, 28 de julio de 2022

Dificultades en Blogger

Me resulta muy incómodo el sistema de Blogger. Para mi gusto hemos ido a peor. No sé si será un plan preconcebido para aburrirnos a todos y que nos vayamos con la música a otra parte. Resulta cada vez más complicado públicar e interactuar. O tal vez sea yo, que padezco un grave problema de tecnofobia y me siento incapaz de adaptarme a los tiempos. Me veo escribiendo en libretas y limitando mis pensamientos al ámbito privado. ¿Esto solo me pasa a mí?

martes, 21 de junio de 2022

Adaptación

-Cada palo que aguante su vela -le dijo el señor Menarguez con cara de no haber roto un plato en su vida. -No lo entiendo, señor Menarguez, pensé que usted me apoyaría. -Pensó usted demasiado a la ligera, señor Moreno. -Pero yo la apoyé a usted con lo suyo... -¿Acaso yo se lo pedí? -exclamó el señor Menarguez frunciendo el ceño. -No, pero se supone que lo hice porque usted lo necesitaba. -¿Y no sería más bien por su propia conveniencia, señor Moreno? No sería que mi opción era la que más confianza la daba para mantener su puesto de trabajo, que por aquel entonces ya sabía en tela de juicio. -Pero, entiéndame, llevo veinticinco años dejándome la piel por esta empresa, usted lo sabe -planteó Moreno. -Yo lo sé todo y no sé nada. Y nada es lo que yo puedo hacer por usted, señor Moreno. Así que no me haga perder el tiempo. Posiblemente encuentre usted pronto otro trabajo más adecuado a sus capacidades. Aquí, ahora, necesitamos gente más tecnológica, que domine el marketing digital, la comunicación, y no tanto el cuerpo a cuerpo. El cuerpo a cuerpo con el cliente ya es pasado, eso ya no factura -sentenció el responsable comercial de la compañía. -Creo que están ustedes en un error. Una máquina nunca podrá sustituir a una persona. -Puede ser, señor Moreno, pero fíjese en usted mismo, su estilo ya es pasado... Bueno, lo dicho: que le vaya muy bien. Moreno se levantó, miró fijamente al que hasta hace unos minutos era su jefe, y dijo: ¡Vayasé a la mierda! Y el portazo se oyó hasta en Badajoz.

jueves, 16 de junio de 2022

El Santo Falo

Salvatore Canaglia era conocido por todos en la comarca como lo que era: un meapilas. De joven había sido monaguillo. Después entró en el seminario, pero no acabó porque tuvo que abandonarlo repentinamente por la muerte de su padre, tras lo cual no regresó. Pese a su conocida devoción, y haber estado a punto de tomar sus votos de castidad, se casó con la feligresa más asidua de su parroquía con la que tuvo la nada despreciable cantidad de nueve hijos varones. Cuando comenzaron sus visiones marianas estaba jubilado y viudo, ya que su esposa fue atropellada por el autobús de línea un día que había bajado a comprar el pan. Cuarenta años en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Fuentedipene le habían otorgado solvencia económica suficiente como para no preocuparse por sus habichuelas. La Virgen, según contaba, se le aparecía cada vez más a menudo. Desde la primera aparición, Salvatore alardeaba de haber adquirido la capacidad de curar las más diversas enfermedades y traumas. La mitad de sus hijos habían optado por la carrera eclesiástica y la otra mitad por la militar, y él estaba solo. Solo con sus milagros, y con sus visiones, en una casa enorme. Una casa a la que comenzaron a llegar visitas femeninas con demasiada frecuencia. En Fuentedipene, y en los alrededores, comenzó a correrse la voz de que en casa de Salvatore se solucionaban de manera milagrosa todos los problemas de infertilidad. Por la gloría del Altísimo, y del pene milagroso de Salvatore, en la región comenzaron a nacer varones a cascoporro. El obispo de la diocesís de Patanalguiano, el monseñor Pietro Dilnáculo, a la que pertenecía la parroquía de Fuentedipene, alertado por las habladurías, se presentó en casa del milagrero a pedir explicaciones, justo en el momento en el que varias parroquianas, en diferentes fases de embarazo, salían del afamado piso de la fertilidad con una cara de alegría tan solo comparable a la de la gente que gana el Euromillón. Al obispo casi le da un jamacuco. Tenía conocimiento de que en México adoraban a la Santa Muerte pero no sabía nada de la existencía de la devoción que Salvatore había creado en torno al Santo Pene y que, precisamente, ese pene bendecido, idolatrado, y santificado, para más inri, era el suyo. De todo eso habían pasado unos cuantos años. Nadie sabía qué había ocurrido con Salvatore tras la visita de monseñor, ya que desapareció misteriosamente, hasta que saltó la noticia de que en la República Dominicana un religoso italiano había fundado una congregación con el nombre de "Adoradores del Santo Falo". Tras ser aprobada una orden de extradición, que había cursado el juzgado de Fuentedipene, el exsacerdote fue detenido cuando impartía un acto religioso multitudinario ataviado únicamente con un taparrabos. Un abogado, en representación de las mujeres afectadas, ha presentado una demanda colectiva en la que se le reclama la paternidad de unos ciento sesenta y seis niños varones. Curiosamente, todos esos niños tienen la peculiaridad de lucir, como el propio Salvatore, un gran lunar en la frente, una única ceja enorme, y de presentar una nariz superlativa, sayón y escriba. Según parece, al juicio asistirán todas las demandantes con sus hijos. Hasta el momento, se han acreditado en el juzgado más de setenta medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, en el que se ha dado a conocer como "el juicio del Santo Falo". Por necesidades de espacio se está habilitando el Pabellón de Deportes de la localidad con gradas supletorias. Desde la oficina de turismo informan de que ya no hay alojamiento en los establecimientos hoteleros de cincuenta kilómetros a la redonda.

viernes, 10 de junio de 2022

El triste vuelo de la collalba

El verano se acerca acongojado. Ni el aumento de las temperaturas sirve para mitigar su pesimismo. El cereal, mecido por la brisa, presenta un color opacado, sin el rubio excelso que le caracteriza. Inclusive, en muchas zonas el campo se encuentra sin cultivar, herido por cráteres, chatarra, sangre y cenizas. Muchos graneros han sido expoliados. Cientos de pueblos arrasados. Donde el año pasado se preparaban las fiestas tras la cosecha, ahora ni hay pueblo, ni niños jugando en las calles, o en los parques, tras acabar el curso. Tampoco las abuelas preparan el kvas, ni el borsch, ni el kholodests, ni el halubtsi, ni los nalysnyky. Tan solo hay dolor y muerte. Ucrania se resiste a no ser Ucrania mientras la collalba, que antaño anidaba entre el ramaje de un viejo abedúl, ahora vuela triste sobre la desesperación y el estupor de las trincheras.

jueves, 2 de junio de 2022

Cuarto y mitad de identidad

Me gustaría ser capaz de identificarme para que me identificaran. ¿Qué soy? -me pregunto en ocasiones cuando no tengo otra cosa mejor que hacer. Y entonces pienso en todo lo que he sido y he dejado de ser. ¿Pero acaso dejamos de ser lo que fuimos? Otra de las preguntas que me asalta con frecuencia es: ¿Quién soy? ¿Acaso me conozco lo suficiente? Si no he llegado a los límites de mis capacidades físicas o mentales, si nunca he estado ahí para ver de qué soy capaz: ¿cómo puedo saber quién soy? ¿Hago realmente lo que quiero hacer?¿Soy lo que la gente cree que soy? ¿Soy cómo la gente cree que soy? ¿Cómo puede alguien pensar que me conoce si ni yo mismo me conozco? Ser de aquí me obliga a tener una nacionalidad, y esa nacionalidad tiene una lengua, una supuesta historia, unas costumbres que pueden estar en las antípodas de las mías, pero que me confieren, de cara al mundo, unas connotaciones que tal vez me son ajenas. Tras mucho pensar, o tal vez por no haberlo pensado con la suficiente coherencia, he llegado a la conclusión de que cuánto más intento aclarar mi identidad más dudas me asaltan. Tal vez debería relajarme, colocar una bandera en mi balcón y dar así por zanjadas todas mis dudas. En el chino las venden a tres euros.

lunes, 30 de mayo de 2022

Los años de las brevas

Ayer le llevé unas brevas a mi padre y se emocionó. -Pensé que este año no llegaría a catar las brevas -me dijo. -Pues vaya que sí has llegado. ¡Aquí las tienes! Este es un pequeño extracto de una conversación en la que he descubierto una extraña sincronización con mi padre que hasta este momento desconocía: para nosotros, los años no arrancan en enero, los años se inician con la llegada de las brevas. Llegando las brevas se inicia otro ciclo vital cuya gran finalidad es la de llegar a la siguiente temporada de brevas, y así sucesivamente en un bucle tan solo alterado por la llegada de los higos. Pero los higos son otra cosa; la magia, amigos y amigas, está en las brevas.

jueves, 26 de mayo de 2022

Alocado soliloquio

Abuso del soliloquio. Hablo, y hablo, y hablo, en la soledad de mi caminar. Hablo en el coche. En la ducha. En la dicha y en la desdicha. Hablo de noche y de día. Hablo con la única finalidad de no estar callado. Hablo en voz alta y para mis adentros. Hablo conmigo mismo para confrontar mi lado racional con mi lado más salvaje e irracional. Busco el imposible equilibrio de mi dualidad en inagotables conversaciones que no me llevan a ningún sitio, ni me aclaran nada. Uso palabras en vano para convencerme de lo imposible, para redimirme de mis pecados, y liberarme de mis obsesiones. Mis soliloquios, fuera de mi particular contexto, bien podrían considerarse locuras, divagaciones de una persona que no anda en su sano juicio. Hablo y camino. Camino y hablo. Me lo cuestiono todo. Todo podría ser de otro modo. Un día opino que todo se podría solucionar y al día siguiente pienso que esto ya no tiene arreglo. Y mientras camino conviviendo con mis neuras, la vida sigue, impertérrita, absorta en su continuo girar y girar, abusando del inquietante magnetismo que mantiene el universo.

jueves, 19 de mayo de 2022

Mal escondido

Me han contado que un señor, estresado a más no poder, decidió apartarse del mundanal ruido escondiendose en el interior de una vieja lavadora. El problema es que no tuvo en cuenta la incomodidad del centrifugado y le costó más el remedio que la enfermedad. Tras renunciar a su idea, y llamar a los servicios de emergencia, tardaron varias horas en poder liberarlo. Para pagar la factura de los bomberos tuvo que financiarse con un banco usurero en 36 cómodos plazos. Dicen que, tras aquello, cada vez que eructa, de su boca salen iridisadas pompas de jabón. Sus vecinos andan preocupados porque, en más de una ocasión, le han escuchado decir: a la segunda va la vencida.

jueves, 12 de mayo de 2022

Eva fue para Eva

Entre las múltiples facetas que desempeño en mi puesto de trabajo está la de ejercer de motivador. Me gusta desarrollar dinámicas de motivación en plena naturaleza. En ellas, más allá de ayudar e inspirar a los partipantes, me gusta fomentar valores como el respeto, la solidaridad, la protección del medioambiente, el fomento de la cultura y el arte en todas sus formas, y, sobre todo, provocar la convivencia entre profesionales para compartir experiencias que nos impulsen hacia adelante. Una de estas actividades la realizo mediante caminatas por espacios naturales de especial interés. Al comienzo de las mismas, cada partipante recibe un sobre. Dentro de estos sobres incluyo frases, esquemas, adivinanzas, propuestas, y sorpresas que vamos abriendo y compartiendo sobre la marcha. A una de las últimas caminatas vino Eva. En la tarjeta que Eva cogió al azar se ofrecía la posibilidad de elejir entre un libro y un collage, y ella eligió el collage, que recibiría al finalizar la jornada. El collage lo hice un año antes y lo escogí al azar de un cajón en el que guardo cientos y cientos de collages que hago compulsivamente desde hace décadas. Durante toda la jornada Eva se mostró muy preocupada por la situación profesional y personal por la que estaba atravesando. Hablamos largo y tendido sobre diferentes opciones para hacerle frente. Ni que decir tiene que los nervios y las emociones estaban a flor de piel y las lágrimas hicieron acto de presencia. Al final, cuando saqué el collage del sobre en el que estaba guardado, todos nos llevamos una gran sorpresa. Ahora todos piensan que tengo algo de brujo. Lo que no saben es que el primer asombrado fui yo.

martes, 26 de abril de 2022

El lago eterno

El hotel Grand Chotowa se encuentra en la orilla de un lago, en Debica, a una hora y media de Cracovia. El lago, en este momento, es una gran masa de agua parcialmente congelada e insonora. Los aficionados a las aguas frías, conocidos en Polonia como "club de morsas", vienen a bañarse aquí como los jubilados ingleses a Benidorm. Entre tan abrumadora belleza paisajística, reparo en el sonido de una pequeña fuente que se resiste a la congelación. Un pequeño herrerillo bebe atento a su sonoridad, aportando sus propias notas musicales. En ocasiones llevo mi condición humana a una mágica simbiosis con el medio que me rodea. Lo hago en una especie de catarsis que se produce de manera inconsciente pero que me llena de consciencia. Y cuando esto sucede los sonidos del agua, del viento, de los pájaros, de los mamíferos, o del zumbido incesante de los insectos, me ofrecen un concierto reparador. La vista y el oído se complementan perfectamente con mi nariz, y los olores ofrecen su propia musicalidad, condicionando el conjunto de una manera tan sutíl como sorprendente. La gama cromática también exige y propone su propio protagonismo. El pantone de la vida evoluciona al mismo ritmo que van pasando las hojas de un calendiario condenado a perpetuidad. El mismo calendario que nos condiciona nuestros sentidos, nuestras ansiedades, y nuestros más íntimos anhelos. El lago Chotawa, en su aparente tranquilidad, bulle silenciosamente sabedor de que el tiempo no le preocupa en absoluto. El lago, al contrario que la mayoría de nosotros, no tiene prisa; él ya forma parte de esa eternidad a la que todos llegaremos y que tanto nos cuesta entender y aceptar.

jueves, 21 de abril de 2022

Mi viejo Fiat

Ayer encontré, en una vieja caja con diapositivas, una fotografía de mi Fiat Uno, de color negro, turbo inyección electrónica y matrícula de Albacete. Yo tenía veinte años cuando lo compré de segunda mano. Ya no recuerdo cuánto me costo la broma, pero sí recuerdo que firmé treinta y seis letras de cambio que compré en el estanco del Avelino. El coche volaba bajo, como un reactor, y yo quemaba combustible y ruedas como si no hubiera un mañana. Por aquel entonces no sabíamos nada de pandemias, ni de cambio climático (aunque se veía venir), ni de guerras, o más bien no lo queríamos saber. Todo era posible con mi visión de veinteañero. Fuerte, guapo (es un decir, no se lo tomen al pie de la letra), con dinero, futbolista... sentía el mundo a mis pies. Me gustaba mi oficio de camarero y, aunque no lo crean, tras haber abandonado la hostelería hace casi 27 años, aún me sigue gustando. Disfrutaba personalizando cada servicio al gusto y exigencia de cada persona. Me sentía orgulloso de ver la satisfacción que generaba en cada cliente cuando sin tener que decir nada, se sentaban en la zigzagueante barra del bar Josepe y yo les servía aquello que tanto les gustaba. En España hay 48.000.000 millones de formas de tomar café. La uniformidad es todo lo contrario de la personalización y el buen oficio de la hostelería se basaba en eso. En la actualidad sigo tratando a mis clientes de la misma forma. Me gusta servir. Después de tantos años no soy tan fuerte, ni tan guapo, solo tengo deudas, y por no jugar no juego ni al futbolin, pero me sigo sintiendo afortunado de servir a los demás.

lunes, 11 de abril de 2022

Nadie y Nada

No quiero que nadie conozca mi rostro. Cambié de ciudad para comenzar de cero y me cubrí. La gente me mira con desconfianza. Cambio mi máscara con asiduidad para protegerme y generar más desconciento: el mismo desconcierto que ellos con su rostro al descubierto generan en mí. Subsisto tocando la guitarra en plena calle. En esta gran urbe que me resguarda, nunca toco en el mismo sitio en una especie de huída hacia ninguna parte. He conseguido borrar la identidad que me atormentaba para convertirme en un nómada de mi mismo. Soy la "Paradoja de Teseo" en versión humana, si es que acaso me queda algo de humanidad. He cambiado tantas veces de aspecto que ya si apenas recuerdo lo que fui. Auque eso, más que preocuparme, me alivia. Es agua pasada. Soy el hombre de las mil caras y de ninguna. Pero...¿qué digo hombre? ¿Acaso importa mi género? No pretendo relacionarme con nadie. Tan solo huyo hacia adelate dejando atrás lo que me atormentaba para adentrarme en nuevos tormentos. Por mucho que cambio nunca me resulta suficiente. Hoy toco mi vieja guitarra ante la atenta mirada de un niño que, temeroso, agarra con fuerza la mano de su madre. -¿Ese señor no tiene rostro, mamá? -escucho que dice. -No lo necesita, cariño -le responde la madre. -¿No necesita una cara como nosotros? -pregunta el chiquillo contrariado. -Su cara es su música. Creo que eso el lo que pretende decirnos...-le explica la madre. -Pero mamá:¡la música no tiene cara! -grita el niño. -Tal vez sí...vamos, que llegamos tarde a casa de la abuela. -¡No lo entiendo! -dice el niño. -Creo que eso el que pretende este señor, mi niño, que no lo entendamos. Los veo marcharse. Otros llegan. Barco lleno y barco vacío. Comienza una ligera lluvia. Recojo las monedas. Acudo a Nada, la vieja pensión en la que no me piden documentos ni tampoco que descubra mi rostro, en una ocultación compartida. Ellos se ocultan de la administración para no pagar impuestos y yo del mundo. Nada es un nombre magnífico para un hospedería que no existe. Aquí he conseguido ser lo que siempre he pretendido ser: nadie. Nadie, de momento, vive en Nada.

viernes, 1 de abril de 2022

El burro escribiente

Acumulo relatos sin publicar. Palabras archivadas que anhelan ver la luz y ser leídas como les corresponde. Al César lo que es del César -decían. Tal vez este cúmulo de palabras que intento ordenar mientras vuelo con destino a Grecia, únicamente sirva para seguir acumulando palabras; palabras que fijan sentimientos en el frágil sustrato de mi existencia. Escribo sin un fin aparente, o simplemente por apariencia. Intento demostrarme a mí mismo que puedo aspirar a ser escritor; un escritor con toda la deformación a la que me condena mi carencia de formación. Borriquito como tú, tururú...que no sabe ni la u, tururú...-cantaba el mítico Peret. Así me siento yo, como un borriquito, o un niño travieso, de espaldas a la realidad, y con orejas de burro. De haber podido elegir me hubiera gustado ser como Platero, ese burrito paciente y reflexivo que nos presentara el Nobel Juan Ramón Jiménez. Sin embargo, a veces me siento como un burro de carga. Una carga infinitamente mayor que la que debería de cargar un burro viejo de dos piernas como yo. Tiro cansado del carro de mi vida, sumando años, sorteando baches y empinadas pendientes por el camino. Tránsito a paso lento, tirando ya más con la fuerza de la experiencia que con la fuerza bruta. La pantalla del avión dice que ya hemos sobrevolado Italia. Del Adriático al Egeo. Mi compañera Santi duerme masticando su futuro. Yo escribo como condena, o quién sabe si como liberación. Ahora que lo pienso me veo más como un burro de molino, dando vueltas y más vueltas, moliendo grano para que los demás coman. No sé qué pensar cuando me da por pensar. A veces pienso que sería mejor no pensar tanto y simplemente seguir tirando del carro hasta que el cuerpo aguante.

jueves, 24 de marzo de 2022

Escribo desde un agujero de Mariúpol

Doy gracias por escribir. Doy gracias por estar vivo. Doy gracias de antemano por si alguien me lee. Todo se tambalea y yo sigo aquí, escribiendo, y soñando con un alto el fuego. Cuesta encontrar el aliento para escribir entre los escombros y el humo. Huele a quemado y a muerte. Ya no podemos ni enterrar a nuestros muertos. Salimos de nuestros agujeros únicamente cuando cesan los bombardeos para buscar algo comestible. Ayer despellejé a un perro que encontré muerto entre los escombros de un edificio. Con mi cuchillo lo hice trozos y lo cocinamos sin hacer preguntas. No les dije que era perro, tan sólo comimos en silencio. No sabemos cuál es nuestro delito, pero estamos condenados a muerte. No tengo munición. Mi arma ya es un estorbo. Tampoco comida ni agua. Enganchado a una wifi abierta, que no sé de dónde sale, sigo escribiendo. Uno de mis ojos está dañado. No me importa pensar que seré un cadaver sin un ojo porque, tal vez, cuando lo sea, no quede ningún miembro aferrado a mi cuerpo. Una niña preciosa llamada Yuliya no habla desde hace semanas. Abraza a su perro que tiembla. Ya no le quedan lágrimas. De nuevo suenan las sirenas. Apagamos la bombilla que ilumina con su luz mortecina este sótano inmundo que, muy probablemente, será nuestro panteón.

lunes, 7 de marzo de 2022

Muerte en una trinchera

Tras doce días de combates, soy un escritor bajo las bombas. Salpicado de sangre, y de barro, y muerto de hambre. El frio hace que tiemble mi viejo fusil. El enemigo es un gigante cargado de odio que viene hacia mí. Su mortifera carga destruye mi mundo para convertirlo en el suyo. Mi tierra, y nosotros mismos, quedaremos aplastados por la locura; una locura que pensabamos amortizada por el paso del tiempo, y de la modernidad, pero que tan solo era un mero trámite hasta este punto y final. La seguridad en la que viviamos era tan solo un espejismo, una vana utopía, una trampa. Dentro de esta trinchera húmeda y fría escribo mis últimas letras. Mi mujer ha conseguido llegar a la frontera con mis tres hijos. Toda nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras propiedades, todo lo que somos, y que nunca volveremos a ser, ha quedado atrás. No creo que vuelva a abrazarlos. No saldré de esta ratonera. Esta trinchera será mi tumba. Hace menos de una hora, le he disparado a un enemigo que venía con los brazos en alto. No le he disparo yo, el gatillo lo ha apretado el odio que me poseé. Mi único alivio será morir matando. Nunca pensé que matar fuese algo tan gratificante, y que estar vivo o muerto fuera tan insignificante. Otra bomba ha caído cerca. Me he acostumbrado a su sonido como en cada verano me acostumbraba al zumbido de las moscas. Ayer reventamos un tanque enemigo y sentí un placer inmenso. Me hubiera gustado hacer lo mismo con todos sus tanques. Sé que moriré muy pronto. Sé que nadie leerá esto que escribo para recordar lo que fui. Nada de lo que fuimos volveremos a ser. Tal vez mañana ya no seamos nada. Ahora que mi vida termina, ahora que de una vez por todas dejaré de escribir, me he dado cuenta de que las palabras matan tanto o más que las balas. Sus agresiones verbales no eran otra cosa que el preludio de nuestro fin.

jueves, 10 de febrero de 2022

¿Esperar o actuar?

Aparecer o desaparecer. Ir o venir. Estar o no estar. Ser o no ser. Mantener o cambiar. Hacerlo o no hacerlo. Preguntas y más preguntas que siempre tenemos en la bandeja de asuntos pendientes. Las decisiones nos van redireccionando, acertada o equivocadamente, en nuestro día a día, y somos el resultado de todas ellas. Siempre tengo la sensación de que tengo que mejorar en el tiempo y en la calidad de mis decisiones. Soy el indeciso más análitico del mundo. Abanderado y ferviente defensor de llevar la iniciativa. Intento ir por delante como única alternativa válida para no ir por detrás. Saco arrojo y valentía del fondo de mis bolsillos. Meto la cabeza. Salto al vacío. Lucho ante el excepticismo imperante. Esperar es llegar tarde. Voy.

martes, 8 de febrero de 2022

Leo

Me pregunto, sobre el sútil traqueteo de un tren de alta velocidad, mientras regreso de dos días de trabajo por esos mundos de Dios, contemplando un precioso atardecer:¿Qué hago yo aquí? ¿Qué estoy ganando? ¿Qué estoy perdiendo? ¿Quién o qué me espera en la siguiente estación? ¿Por qué, a estas alturas de la película, me siguen asaltando las dudas? ¿No debería mostrarme firme y seguro ante mi realidad? ¿Por qué se espera tanto de mí si apenas tengo nada más que ofrecer que no haya ofrecido ya? Cada día me surgen más preguntas que respuestas. Aguanto el tipo estoicamente mientras que me desfondo en el fondo de mis dudas. Las batallas cotidianas las libro en los más variopintos escenarios, muchos de los cuales me son ajenos, y a los que me enfrento con la más serena de mis inquietudes. Soy el flojo más fuerte del mundo. El más tonto e ingenuo en un mundo de tiburones trajeados y posmodernos. Juego casi todos los partidos fuera de casa, pero siempre salgo al ataque, ya que esa es la mejor manera que encontré para defenderme. Para ganar, llevo la iniciativa en el juego. No especulo. Voy por delante. Actúo por sorpresa usando todos los recursos que me ha otorgado la experiencia y todos aquellos que, sobre la marcha, soy capaz de improvisar. Leo, compulsivamente, buscando las claves que me hagan resistir los envites del tiempo, que me mantengan de pie ante el vendaval de mi fatiga, ante mi utópica ambición, y ante el exceso de empatía que tantas y tan malas pasadas me ha generado a lo largo del tiempo. Leo, a la desesperada, como un toxicómano que se clavara las letras para evadir sus frustraciones y sus derrotas. Leo. Pese a todo y contra todos, leo.

martes, 25 de enero de 2022

Hartazgo

-Todo es cuestión de seguir avanzando, Alberto. Tal vez aún seas un poco joven para comprenderlo, pero verás como al final lo entiendes -le dijo, mientras miraba la pantalla de su ordenador como si estuviese ocupado en cosas más importantes. ¡Acaso no me ves a mí! -le planteó. Tú haz como si no pasara nada. Como si todo lo que sucede a nuestro alrededor no fuera con nosotros. Solo así podrás aceptar lo que eres. Como si todo lo malo nos estuviera vetado. Como si estuviéramos tocados por la mano de Dios. Debemos de seguir avanzando como águilas victoriosas que sobrevuelan sobre millones de personas que tienen lo que se merecen. Si no han alcanzado más, no te equivoques, es porque no merecen más. Nosotros debemos avanzar orgullosos, valerosos, ostentosos, sin miedo a nada ni a nadie. Sin piedad. Exhibiendo nuestro poder sin titubeos, sin dudas, sin contemplaciones, sin flaquezas. Muéstrate siempre feliz, con tu mejor ropa, con tu mejor reloj, con tu mejor teléfono, en los mejores restaurantes, comiendo la mejor carne asada y bebiendo el mejor vino. Vete de vacaciones al mejor hotel y que lo sepa todo el mundo. Hazme caso, cómprate de una vez por todas el mejor coche y deja ya de leer esos libros tan raros que tanto daño te están haciendo. Todo eso te hará sentirte mejor, diferente, superior, estar en la cima. No te averguences de haber nacido superior, Alberto. Solo así podrás sentir la envidia de unos y el odio de otros. Que sepas que lo peor de todo en esta vida es provocar indiferencia y ni tú ni yo nos podemos permitir eso. -Creo que no estoy preparado. ¡No aguanto más!¡Estoy harto de toda esta farsa, papá! -exclamó Alberto, visiblemente excitado. Y diciendo esto, salió de aquella oficina, repleta de lujos y de diplomas de las más prestigiosas universidades, pegando un portazo que hizo temblar a todo el edificio. Al salir a la calle un gran autobús se acercaba cargado de gente normal cuya única opción de vida consistía en sobrevivir. De su cabeza, en décimas de segundo, surgió una chispa. Debió de ser como un fogonazo. Una orden inmisericorde que le llevó a arrojarse bajo aquellas enormes ruedas hartas de cargar gente sin clase, ni elegancia, ni destino, pero que contaban con la valentía para seguir viviendo que a él le faltaba. Al enterarse de lo acaecido, su amigo Lorenzo por fin entendió el mensaje que Alberto le había enviado esa misma mañana:"Estoy harto de no entender nada y de que nadie me entienda. Estoy harto de mirar para otro lado". No me esperéis para el padel.

jueves, 20 de enero de 2022

El contagiador de masas

Diecieséis por ciento de batería y bajando. Viajo en un tren equivocado con el consuelo de que llega al mismo sitio. La diferencia entre el que buscaba y en el que me encuentro son veinte paradas adicionales. Además, en este tren tartanero no hoy enchufes ni bar. Así que escribo y leo. Quince por ciento. La chica que viaja a mi izquierda, al otro lado del pasillo, tiene un trasnochado look punck, y se entretiene mirando páginas web de gatitos. Lleva el cabello rapado por los lados, y arriba luce un moño de color azul pastel. Delante, un chico lleva puesta una sudadera blanca de Zahara de los Atunes. Afuera, la oscuridad campa a sus anchas. Catorce por ciento. Mi primera salida del año me lleva a Madrid. La segunda me llevará a Málaga. La tercera ya se verá. A mediados de febrero, si la pandemia no lo impide, regresaré a Polonia. Tengo ganas de arrancar para recuperar estos dos años de involuntario bloqueo. El próximo miércoles me meteran la tercera dosis de la vacuna. Trece por ciento. Me descuido un momento mirando el wasap y la batería baja al doce. Escribo en contra de la carga de mi batería en una especie de duelo entre ella y yo. Un reto similar al de un ajedrecista contra la máquina con la que se entrena. Yo me bato en duelo contra la carga de mi batería para intentar robarle un relato antes de que se agote mi tiempo, que es el suyo. Once por ciento. La vida es una carrera contrarreloj. La vida viaja en tren, o en bicicleta, o yace en la cama de un hotel a escondidas del mundo. La vida como distancia y como tiempo. La vida útil de mi batería al diez por ciento y en rojo. Esta máquina absorbente me avisa de que mi tiempo se agota. Exige que me apure y que diga de una vez lo que tenga que decir sin titubeos ni adornos excesivos, y no porque la máquina deteste a la buena literatura, no, lo que sucede es que con los años me ha cogido cariño y no quiere dejarme a medio. Nueve por ciento. -Hola, buenas -me dice un buen señor con un bigote de otro tiempo pero que es de ahora. El revisor, mediante un gesto, me pide el billete electrónico. Le digo, sin que a él le importe demasiado, que viajo en este tren por un fallo de puntería. Me mira con cara de pocos amigos, se atusa el bigote, y no dice nada. Intuyo, por intuir, que es un hombre tosco y parco en palabras. Probablemente debe de estar cansado de escuchar chistes malos a viajeros tan aburridos como yo. Ocho por ciento. La chica punk de los gatitos lleva unas uñas impresionantes. Se las he visto cuando el revisor le ha dado las vueltas de veinte euros, ya que, al parecer, la muchacha viajaba sin billete. -Bonitas uñas- le ha dicho el revisor al entregarle su cambio. -Sí, pero a usted no le irían nada bien -le ha contestado la chica, sin pestañear. Al llegar esta máquina endiablada, sobre la que escribo, al siete por ciento, un padre y su hija se han sentado frente a mí. He perdido la cuenta de las estaciones en las que hemos parado. Nunca se me dieron demasiado bien las cuentas. He estornudado y toda la gente me ha mirado mal. A partir de ese momento he dejado de ser invisible para convertirme en un presunto contagiador de masas. El padre y la hija se han levantado, me han mirado de reojo con desconfianza, y han puesto pies en polvorosa. Cinco por ciento. Esto está por expirar. Leo, entre la oscuridad, Villacañas. Cuatro por ciento. ¡Joder!. Tres por ciento. ¡Mierda! FIN.

lunes, 3 de enero de 2022

Diario de a bordo

Este blog navega a la deriva desde febrero del 2010. Durante este tiempo, ha soportado mareas capaces de hundir a veinte Titanic. Ha aguantado embestidas de bravos miuras. Navajazos traperos. Fuegos cruzados. Denuncias más o menos fundadas. Cargas de profundidad. Huracanes. Desganas. Éxitos y fracasos, más de estos últimos. De él han surgido tres libros de relatos. Y de una de sus series está naciendo una nueva novela. Este blog, en permanente construcción, ladrillo a ladrillo, sigue haciendo fuerte su muro contra la intolerancia, la desigualdad, la apariencia, y las injusticias. Si fuera un niño, este blog ya entraría en la difícil etapa de la preadolescencia, mediría sobre metro y medio, o poco más, y escribiría inocentes y almibaradas poesías de amor a sus enamoradas. Este blog, con el que me construyo, madura dignamente soñando con mundo mejor. Mis lectores son gente selecta que sabe apreciar más el fondo que las formas. Sigo vivo, tal vez para escribir, para seguir navegando entre letras que, en ocasiones, se revelan contra su desorden y mi desatino. Ellas, benévolas y solidarias, me anmistían de mi cadena perpetua a la intrascendencia. Otra travesía da comienzo. Ojalá que soplen vientos de esperanza.