miércoles, 29 de marzo de 2023

Equilibrios

El que se cae, pierde. Quieras, o no quieras, juegas.

miércoles, 22 de marzo de 2023

En defensa propia y ajena

Para muchos la escritura se ha convertido en una especie de respiración asistida. Para otros una defensa propia. No pocos son los que la pervierten en forma de bulos. Los bulos son venenos en forma de palabras que hay que combatir con antídotos basados en la objetividad. La escritura, las palabras, los relatos, los aforismos, los discursos, nos sacuden y nos vapulean, nos embaucan, nos seducen, nos agobian, nos enervan, nos convencen, nos transforman. Yo intento resistir en este combate cruzado de palabras. Cavo mi trinchera dialéctica con unas bases firmes: sinceridad y respeto. Cuidando la forma y el fondo. Moderación y modulación. Límites. Estilo. Mesura. Alguien dijo: "una palabra tuya bastará para sanarme" Tal vez yo escriba para curar. Escribo para curarme.

lunes, 6 de marzo de 2023

Un nuevo libro

Ayer le mandé a mi corrector de cabecera la galerada de lo que será mi próximo libro. Envalentonado, voy a por el quinto. Sin miedo a cosechar un nuevo fracaso sobre el que construyo mis pequeños éxitos. Mis libros son la representación escrita de mi propia lucha por sobrevivir. En ellos, si los leyeran, cosa por otro lado bastante improvable, me conocerían a la perfección. Cultivo, sin abono ni pesticidas, el género de la autoficción. A veces, según me de, soy mi propio personaje y otras no. Las letras, debidamente ordenadas, o al menos en su intento, son la máxima expresión de la libertad, con el debido cuidado de la autocensura propia de los nuevos tiempos, que en realidad son como los viejos. Hoy, suponiendo un suponer, soy Paquito el Chocolatero, lo mismo que mañana puedo ser Juanita Banana, la amiga de mi prima hermana. Lo paso bien jugando a ser escritor. Podría haber jugado al chamelo, o al caliche, o dedicarme al levantamiento de vidrio en la barra de un pub cutre, estilo irlandés; sin embargo, en mis ratos libres, cuando no dibujo, ni hago collages, ni le doy de comer a mis peces desmemoriados, pero que siempre se alegran de verme, me da por escribir. Y yo escribo y escribo para no sé qué. Relato tras relato, libro tras libro, mientras me voy haciendo mayor.