martes, 21 de agosto de 2018

Zapatos de tigre


No lo creerán, pero estoy llevando un verano atípico. Me da miedo salir a caminar. Según leo en la prensa, estamos cayendo como moscas por los jodidos golpes de calor. Para evitarlo, durante mis frecuentes salidas, siempre intento echar por la sombra, ponerme alta protección solar, una gorra túpida sobre mi calva, y salir muy bien hidratado a patear. Pero, en realidad, me da miedo salir porque no paro de encontrarme objetos que yo interpreto a modo de mensajes en clave desde el más allá. 
Para hacérselo corto, y no aburrirles demasiado con mis monsergas, les diré que esta misma mañana, sin ir más lejos, me he encontrado con unos zapatos que no eran de mi talla. Lo sé porque he intentado meter un pie y no cabía. Calculo, a ojímetro, que debía de tratarse de una talla 37. La estética del calzado en cuestión ya es otro debate. Los tejidos que imitan las pieles de tigres y leopardos siempre han tenido grandes connotaciones eróticas. De eso tiene mucha culpa el cine italiano de los años 70. Así, con ese cancán, mientras caminaba por mi urbanización aturdido por la solana, me he imaginado a la propietaria de semejante calzado en una sesión vespertina de merengue-merengue o ñaca-ñaca la cigala, ¿comprenden?
Lo lógico, aunque por desgracia no siempre sucede, es que todo el conjunto fuera en plan felino. Entre usted y yo, no hay nada más frustrante, en materia erótico festiva, que la ropa interior de color carne, también conocida como color "visón". Sé que hay por ahí circulando una recogida de firmas en contra de la fabricación de este tipo de prendas por estar afectando gravemente a la demografía de nuestro país, lo mismo que hay otra para ayudar a que dejen de fumigar a las abejas melíferas. 
Como les decía, yo iba sigiloso, caminando como una tortuga con reuma por la sombra, cuando me he dado cuenta de que, al pasar por la puerta de un adosado, una vecina, en topless, tendía la ropa. 
Ella, por mi avanzar sigiloso, o tal vez por ser miope y no llevar las gafas puestas, no se ha percatado de mi presencia, de tal manera que me ha dado tiempo a fijarme en un detalle. 
Claro, ustedes estarán pensando que me habré fijado en sus tetas, pero no. No piensen mal de mi. Me he fijado en el sujetador que, en ese preciso momento, estaba tendiendo. Y saben qué: ¡era de leopardo! a juego con los zapatos que me acabada de encontrar al pie del contenedor de basura de la esquina.
Como es bien sabido, a quién madruga, Dios le ayuda. Las tetas no estaban mal, tan solo un poco sudadas por la calor.

12 comentarios:

  1. Lo que me estoy perdiendo por no pasear por las mañanas. Espero que nos sigas informando.
    Un abrazo.

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  2. Hola Jose, vaya, como bien dices, a quien madruga dios ayuda, abra que intentarlo a ver si tenemos la misma suerte pero en masculino:)

    Besos.

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  3. Vaya José, hay que ver que cosas te pasan por un sencillo paseo matinal...

    Zapatos de tigre con connotaciones eróticas, vecinas en topless, dominas el arte de los colores de la ropa interior, etc. Y eso que era por la mañana... Habría que ver que tipo de excursión te monta la urbanización una vez que el sol ha ido calentando el ambiente... :))))

    Abrazos.

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  4. Ya veo que hay quien se apunta al safari... intersexual.

    Hola Piruja. Me alegra verte tan simpática.

    Abrazo.

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  5. Jajaja, eres genial.
    Mil besitos de tequila y limón con sal.

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  6. Es cierto. A quien madruga, Dios le ayuda.

    Un abrazo. Disfruta del verano.

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  7. Las gangas se encuentran a primera hora de la mañanita.
    Un saludo.

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  8. Todavía le suceden cosas extrañas a quien recuerda que existe un mundo por fuera de las paredes de la casa... Cosas muy extrañas.

    Saludos,

    J.

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  9. jajaja tu imaginación no tiene fin.
    Muy bueno!!

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  10. Jajaja lo que me he podido reir , eres muy bueno besos de flor .

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