jueves, 30 de septiembre de 2021

La chica del callejón

Te digo que apareció de repente, como cuando llueve con el sol fuera. Era bastante tarde y el callejón estaba desierto como un cementerio al oscurecer en un día laboral. Su cara ofrecía un semblante de pronóstico reservado. Su tez banquecina como una pared recién encalada. Sus ojos acuosos y rojizos podrían llevar siglos sin parar de llorar. Su pelo encrespado y canoso denotaba un abandono inusual para una mujer de su edad. Iba descalca y sus pies se veían ennegrecidos, como si hubiese venido andando desde el más allá, o desde las inhóspitas entrañas de una mina de carbón. Y me miró. Me miró fijamente intentando dañarme las córneas. Al cruzarme con ella, un viento frío y estremecedor recorrió mi cuerpo. No te lo creerás, pero en sus labios creí leer mi nombre. Sobresaltado, aceleré el paso. Sin embargo, cuando aún no había avanzado ni tres pasos sentí como algo frío y áspero me sujetaba del brazo. Al darme la vuelta, María, te aseguro que me dijo: vente conmigo, por favor, vente conmigo, estoy muy sola. Por eso, María, no me pidas que pase nunca más por esa calle. -Lo tuyo sí que es de pronóstico reservado, Manolo. Como sigas así no sé qué va a ser de tí. -Tengo miedo de que cualquier día de estos se me aparezca de nuevo. -Te he pedido cita en el psicólogo, Manolo. Creo que es lo mejor que podemos hacer. -No servirá de nada, María. Con psicólogo o sin psicólogo creo que vendrá a por mí.

4 comentarios:

  1. A todos nos va a llegar...eso es seguro. Pero que tarde todo lo que se pueda...

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  2. Después de haber conseguido darle esquinazo una vez no hay que tentar de nuevo a la suerte, aunque me temo que más tarde o más pronto volverá. A por Manolo y a por todos los demás.
    Un abrazo.

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  3. Valor, Manolo, lo que te hace falta es valor y no un psicólogo.

    Saludos,
    J.

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