viernes, 29 de octubre de 2021
Verdecillo y el viejo buho
Para rematar el mes, bien rematado, voy a contarles un cuento que nunca les he contado...
Érase una vez un pajarito que volaba muy bajito y que comía muy poquito. Ese pajarito, chiquito y bonito, se llamaba Verdecillo y vivía entre huertos de alfalfa y brócoli, y entre viejas moreras, generosos limoneros, y aromáticos membrilleros. Gustaba de picotear las frutas y comer bichitos. Bebía agua en un viejo azarbe hecho por unos árabes, hace cientos de años, cuando esas sabias gentes aún vivían por aquí. De pronto, mientras perseguía a un gordito moscardón, cayó en la red que un joven había puesto para cazar pájarillos, a pesar de estar terminantemente prohíbido por la ley.
Cuando Verdecillo se vió agarrado por una enorme mano humana, su pequeño corazoncito casi sufre un colapso. Sin perder un momento, el pequeño pajarillo comenzó a piar desesperadamente. Y pió y pió tan fuerte que despertó al gran buho real que dormitaba en el altillo de una viaja casa abandonada. El viejo buho, respondiendo a la llamada de socorro del pequeño Verdecillo, voló raudo hacía el joven que lo tenía atrapado justo antes de que lo metiera en una jaula en la que ya habían varias decenas de pájaros terriblemente asustados.
El joven, al ver volar hacia él a semejante ave, soltó a Verdecillo, y la jaula, que ya tenía abierta, cayó de su mano, instante que aprovecharon los aterrados pajarillos para salir huyendo. Pero la cosa no quedó ahí, y el buho, haciendo alarde de un vuelo rasante solo digno de un avión de combate, se lanzó de nuevo contra el joven que, al huir despavorido ante tan inesperado ataque, cayó en el azarbe y se rebozó entre el barro y el agua.
Mientras el viejo buho, guardian de aquellas huertas, regresaba a dormir a su viejo granero, todos los pajaritos piaban y volaban a su alrededor dando muestras de su agradecimiento.
Y colorín colorado, este cuento que he escrito en un ratito para mi pequeña Ana, ha terminado.
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Privilegiada tu pequeña Ana, por tenerte para contarle cuentos tan bonitos. Y privilegiado tú, por tenerla a ella para escucharlos.
ResponderEliminarEs sabido, no hay que molestar a los búhos.
ResponderEliminarSaludos!
J.
Muy bonito el cuento, me ha encantado. Un beso.
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