martes, 8 de febrero de 2022

Leo

Me pregunto, sobre el sútil traqueteo de un tren de alta velocidad, mientras regreso de dos días de trabajo por esos mundos de Dios, contemplando un precioso atardecer:¿Qué hago yo aquí? ¿Qué estoy ganando? ¿Qué estoy perdiendo? ¿Quién o qué me espera en la siguiente estación? ¿Por qué, a estas alturas de la película, me siguen asaltando las dudas? ¿No debería mostrarme firme y seguro ante mi realidad? ¿Por qué se espera tanto de mí si apenas tengo nada más que ofrecer que no haya ofrecido ya? Cada día me surgen más preguntas que respuestas. Aguanto el tipo estoicamente mientras que me desfondo en el fondo de mis dudas. Las batallas cotidianas las libro en los más variopintos escenarios, muchos de los cuales me son ajenos, y a los que me enfrento con la más serena de mis inquietudes. Soy el flojo más fuerte del mundo. El más tonto e ingenuo en un mundo de tiburones trajeados y posmodernos. Juego casi todos los partidos fuera de casa, pero siempre salgo al ataque, ya que esa es la mejor manera que encontré para defenderme. Para ganar, llevo la iniciativa en el juego. No especulo. Voy por delante. Actúo por sorpresa usando todos los recursos que me ha otorgado la experiencia y todos aquellos que, sobre la marcha, soy capaz de improvisar. Leo, compulsivamente, buscando las claves que me hagan resistir los envites del tiempo, que me mantengan de pie ante el vendaval de mi fatiga, ante mi utópica ambición, y ante el exceso de empatía que tantas y tan malas pasadas me ha generado a lo largo del tiempo. Leo, a la desesperada, como un toxicómano que se clavara las letras para evadir sus frustraciones y sus derrotas. Leo. Pese a todo y contra todos, leo.

4 comentarios:

  1. Leer compulsivamente, me suena eso...
    Lo demás, es la vida la que se encarga de enseñarnos a buscar estrategias para hacerle frente.
    Un abrazo 😃

    ResponderEliminar
  2. Vale, gracias, ahora sé que las batallas cotidianas se ganan leyendo. (que sepas que he dejado el Marca en el mostrador de bar y ahora intento meterle manos al Ulises de Joyce).
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar