jueves, 4 de mayo de 2023
La sangre de mi padre
Las luces del coche, al pasar, iluminan conejos y ratas que habitan en las sombras. Hay poco tráfico a estas horas en las que la ciudad duerme. Una luna llena ilumina una noche larga y triste. Mi padre se ha caido. Conduzco en dirección a su casa aún sonmoliento. La ambulancia ha llegado antes que yo. Con grapas le han cerrado la brecha que tenía en su cabeza. La habitación y la cama están llenas de sangre. Su mujer está desolada, sobrepasada ante lo doloroso de la escena y de la situación. El doctor de la ambulancia le pide que, por favor, no vuelva a levantarse en plena noche sin pedir ayuda. Mi padre balbucea que no es consciente y que se levanta sin pensar. Cuando se marchan los sanitarios del 112 limpiamos la habitación y a mi padre. Con una toalla húmeda le limpio la sangre seca que tiene pegada por todo su cuerpo. La escurro varias veces, porque la sangre es mucha. De pronto siento como un sabor dulzón me inunda la boca. Me obsesiono pensando que la sangre de mi padre, a través de mis manos, ha llegado a mi boca y siento su sabor. Mientras lo limpio pienso en los años que mi padre lleva muriéndose. Su precaria salud forma parte de sus muchos errores. O dicho de otro modo, los errores, y los consiguientes problemas, le han mermado su salud. Si todos los finales tienen algo de tristeza, lo de mi padre se lleva la palma. Pese a todo, mañana será otro día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Todos llevamos años muriéndonos. Los que tenemos.
ResponderEliminarSiempre que pueda seguir disfrutando de su nieta, vosotros de él y tenga una cierta calidad de vida, ojalá se alargue ese final por bastante tiempo.
Primo, por desgracia nosotros sabemos cómo te debiste de sentir. Ellos han trabajado mucho y se han cuidado poco y luego el paso del tiempo trae las consecuencias, pero por lo menos tú todavía puedes disfrutar de él, cuánto daría yo por lo mismo
ResponderEliminarLo dicho, mañana será otro día. Buena suerte con él.
ResponderEliminarSaludos,
J.