jueves, 16 de mayo de 2024

El dichoso síndrome

Estoy, porque he venido, en Estocolmo. Más concretamente en el aeropuerto de Arlanda. Regreso de Estonia y espero, plácidamente, un maravilloso y comodísimo vuelo de Ryanair que me devuelva a Alicante. En Murcia, que no se diga, también tenemos aeropuerto, pero ese es otro cantar. La cuestión es que estoy en el aeropuerto de Estocolmo y llevo un montón de horas de espera. ¡Esto es el colmo! He repasado una y otra vez todas las tiendas y también los restaurantes. He revisado concienzudamente a las suecas y, de ipso facto, se ha desvanecido el mito erótico que representan. He caminado, de un lado a otro, como un león enjaulado, con la loable intención de alcanzar los diez mil pasos diarios que garanticen mi inmortalidad. He escrito varios relatos tan pésimos como éste. He leído en la prensa el intento de asesinato al presidente eslovaco. He respondido con eficiencia decenas de correos. He cotilleado Facebook. Me he comido una hamburguesa con mayonesa trufada, que era una cagada, y, más tarde, una salchicha a la diabla que no picaba. Al revisar, por enésima vez la pantalla de vuelos, compruebo como alegremente, y como el que no quiere la cosa, han anunciado un nuevo retraso. ¡Esto es el colmo! Vuelvo a la cafetería en la que ya me miran como a un okupa. Pasan los minutos tan lentos que parecen horas. Camino de nuevo intentando plantar cara a mi desdicha, cuando me doy cuenta de que vivir en este aeropuerto de diseño sueco no estaría nada mal. Comería salchichas, tortas de gambas, pizzas reventonas de masa gorda. Bebería sidra transparente semiseca. Ligaría, o en su defecto lo intentaría, con suecas de la mismísima Suecia, o de los alrededores. Me lavaría por parroquias en el aseo. Podría cargar la batería de mi teléfono a tutiplén y chupar wifi sin limitaciones. De repente, me doy cuenta -de vez en cuando me doy cuenta de las cosas- de que estoy siendo víctima del conocido como Síndrome de Estocolmo y que le estoy tomando cariño a mi carcelero. Y esto sí que me parece el colmo de todos los colmos...

4 comentarios:

  1. No te veo yo a ti con pinta de síndrome de Estocolmo. Yo diría, simplemente, que tratas de ser positivo o de buscarle la vuelta buena a las cosas.
    Un abrazo.

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  2. Al menos te diste cuenta a tiempo, no recién después de levantar vuelo jeje

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  3. Claro que hay colmos y colmos, como hay aeropuertos y aeropuertos, de haberte pasado esto en Argentina no lo contarías tan alegremente...

    Saludos,
    J.

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  4. Menos mal que me dio por leer los comentarios porque papelote iba yo a hacer si escribo lo mismo que José...porque ya quisiera una quedarse varada en un aeropuerto donde se puede mirar como para arriba y con mucha variedad de colores…aquí en estas latitudes el promedio del medio si se estira un poco, quizás roce el 1.70 y hay que mirar hacia abajo...este si es el colmo…no como Estocolmo.

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