viernes, 25 de octubre de 2024

Sin tiempo

Me he dado cuenta, tal vez vosotros también, de que mucha gente que se queja encarecidamente de que no tiene tiempo para nada, se pasa el día mirando la pantalla de su teléfono móvil.

jueves, 17 de octubre de 2024

Atrevimiento

No lo sé. No me digan que les de más explicaciones. Ocurrió porque tenía que ocurrir y ya está. No lo pensé, tan solo se me vino de pronto a la cabeza, como un chispazo. Ella estaba allí, en aquella cafetería de moda, en la que el café en lugar de café pareciera gloria bendita -y así los cobran- leyendo aquel libro que yo acababa de leer. Tal vez fue eso lo que me impulso a hablarle a aquella señora, veinte años mayor que yo, pero que se conservaba bastante mejor que muchas jóvenes. Vamos, que la señora, a pesar de rondar los sesenta, o quién sabe si alguno más, estaba como para perder la cabeza. -La vegetariana es el mejor libro que he leído en años -le dije, envalentonado, en un momento en el que nuestras miradas se cruzaron. -Eso lo dice porque le acaban de dar el Nobel, sino no lo diría con tanta convicción -respondió casi sin parpardear. -¿En serio que le han dado el Nobel a Han Kang? -exclamé sorprendido. -Ahora mismito acaban de dar la noticia -respondió. -Pues creo que usted y yo deberíamos de celebrarlo, porque estoy seguro de que, de los aquí presentes, somos los únicos que hemos leído a la escritora surcoreana. -¿Y cómo se le ocurre que podríamos celebrarlo, jovencito? -me dijo la señora en un tono que dejaba la puerta abierta al infinito mundo de la fantasía. -Pues yo la invitaría a mi casa para hablar de literatura contemporénea y, despúes, mientras degustamos una buena copa de vino, hacerle una cena como usted se merece... Y así fue como empezó todo. Lo que estoy disfrutando con esa señora... bueno ¡con esa diosa! para mí se queda.

jueves, 10 de octubre de 2024

Feria del Libro de Murcia 2024

Avanza la Feria del Libro de Murcia. Mi nuevo trabajo "De Samarcanda a La Raya" inicia el vuelo. Compite, frente a todos, sin ser consciente de ello. La montaña rusa, que conforma su contenido, espera impaciente a sus primeros lectores. Sabe, a ciencia cierta, que algunos de sus relatos harán llorar, otros reír, otros reflexionar, otros provocaran naúseas, y otros se dejarán leer sin pena ni gloria. Cada lector valora, y evalúa, en base a su propias inclinaciones sociales, culturales, políticas, y religiosas. Todo lo que se lee pasa por ese fino tamiz y ahí es cuando algunos relatos, siempre distintos según el lector, se atascan. No pretendo, con mis libros, sentar cátedra de nada, ni gustarle a todo el mundo, pero sí hacer uso de mi libertad de expresión, aún ha sabiendas de los costes que eso, hoy en día, y tal y como está el patio, puede acarrear. De ningún cobarde se ha escrito nada. Como me dijo alguien, en mis comienzos como escritor: o escribes con las tripas o mejor no escribas. Pues eso es lo que intento.

martes, 8 de octubre de 2024

lunes, 7 de octubre de 2024

A mi hija Ana María

A mi hija Ana María, para su fiesta muy especial. A Ana María le costó llegar, posiblemente vino de un lugar lejano y desconocido, en el que los niños saltan y brincan sin parar, y sonríen y parlotean, y alegran la vida a los que los reciben al otro lado del universo conocido, al que llegan porque en algún momento tiene que llegar. Ana era un pequeño punto luminoso en la pantalla de un ordenador. Luego fue un latido, que más que un latido parecía un motor de fueraborda, y más tarde, al nacer, nos miró con unos ojos enojados y desafiantes con los que parecía decir "os vais a enterar"; creo que por haberla sacado de esa cálida pecera en la que estuvo nadando tan ricamente durante nueve meses. Y ese punto luminoso vino para alumbrarnos, y así lleva nueve años, nueve años en los que su gran y único empeño es darle sentido a nuestras vidas y color a nuestras ilusiones. Ana, como todos nuestros hijos, vino para aferrarnos a la realidad a modo de toma de tierra y para aportar un chorro de aire fresco a nuestro recorrido vital. Creemos, y en cierto modo es así, que nosotros somos los que damos vida a nuestros hijos, cuando en realidad es al revés, son ellos los que nos dan vida a nosotros. A Gloria, a Yolanda, y a mí, Ana nos llena de alegría y de cariño, nos mima, nos cuida, nos exige, y nos revienta con sus acrobacias infinitas y sus sonrisas incansables. Los hijos nos enseñan a vivir y nos obligan a seguir en nuestras luchas, y Ana es eso y mucho más, ella, sin saberlo, tira de nosotros para que a su vez nosotros podamos seguir tirando de ella. Ana es todo lo que nosotros habíamos soñado.

viernes, 4 de octubre de 2024

El escritor huérfano

Hoy me siento un escritor huérfano. Mi lector alfa, el que más me animaba, corregía, y motivaba, ha fallecido. ¿Qué haré ahora sin su aliento y su comprensión? ¿Qué será de mis letras? ¿Cómo controlaré esta hemorragía de palabras huecas a las que él tan bien sabía dotar de contenido? Sin Javier Peñalosa, el mejor químico cosmético de España, sin su coherencia y sin su elegancia, sin su presencia, sin sus consejos...¿acaso no quedaré a la deriva? Sé que la vida no atiende a razones, pero joder, qué Javier era mucho Javier, y aún tenía mucho que aportarnos. Siempre estarás en mis relatos, y en mis libros, y en mi corazón. ¡Hasta siempre, Javier! Gracias por todo y por tanto.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

El peso de los recuerdos

-Abuelo, ¿por qué vas tan lento? -pregunta un niño, en el jardín en el que he buscado refugio para leer. -Porque camino cargado de recuerdos, Pepico -le responde. -Pero los recuerdos no pesan, abuelo -responde el niño, con el ímpetu que les caracteriza. -Claro que sí, pequeñajo. Tú vas tan rápido, porque tienes cuatro años, y apenas si acumulas recuerdos, pero yo, que tengo más de ochenta, atesoro tantos recuerdos que ya casi no puedo con ellos. -Entonces... de mayor, cuando yo tenga también muchos recuerdos, ¿andaré igual de lento que tú? -Pues claro que sí, Pepico, y eso será muy buena señal. -¿Y por qué, abuelo? -pregunta el niño, extrañado. -Porque habrás llegado a viejo, y eso es un gran logro, aunque mucha gente piense lo contrario. -Abuelo, suéltame la mano que voy a pillar a esa paloma...Y tras ese breve pero intenso diálogo, el niño salió de estampida para seguir ampliando su particular catálogo de recuerdos.