jueves, 2 de octubre de 2025

La búsqueda de la verdad

-¿Cuándo fue la última vez que usted vio a Manolo? -le preguntó el policía. -Anteayer. Serían sobre las diez de la mañana, más o menos. -¿Habló usted con él? -le interrogó el agente. -Apenas si intercambiamos un saludo y una breve conversación. -¿Me podría decir algo sobre el contenido de ese diálogo? -le planteó el representante de la autoridad. -Pues fue un poco extraño, pero me dijo que iba a buscar la verdad. -¿Y no le dijo adónde se dirigía? -No, nada. Yo creo que me quedé pasmado al escucharlo. Pensé que me estaba tomando el pelo. -¿Sabe usted que ya son cientos de personas las que han desaparecido en las mismas circunstancias? -No tenía ni idea... -¿Notó usted algo distinto en Manolo? ¿Algo que llamara su atención? -Pues ahora que lo dice...vi algo extraño en su mirada. -¿Extraño? ¿En qué sentido? -No sé, sentí su mirada fria, distante, diferente. Me tomará por loco, pero sentí que no me miraba él, que era la mirada de otra persona. -¿Recuerda algún detalle más? -Sí, yo le pregunté sobre la verdad que buscaba, y el me respondió que iba a buscar la verdad suprema. O la verdad de todas las verdades. Algo así... -¿Solo eso? -insistió el policía. -Después se marchó. -Gracias por su información. Si necesitamos algo más volveremos a ponernos en contacto con usted. -¿Y dice usted que hay mucha gente que ha desaparecido con la misma justificación? -Más de cien, que sepamos... -¿Y todas desaparecen con el mismo pretexto? -Todas. -¿Y nadie sabe a qué verdad se refieren o qué verdad buscan? -se cuestionó el interrogado. -¿Pero acaso existe la verdad?... -dijo el policía mientras se alejaba.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Una nueva portada

En mis últimos tres libros he asumido la responsabilidad de crear también mis portadas. Hasta ese momento buscaba apoyo externo, incluso de artistas importantes, pero llegó un día en el que me planté y me dije: Pepe ¿pero tú estás manco o qué? Y fue ahí, en ese momento de introspección, cuando me dí cuenta de que aún conservo mis dos manos, y mi cabeza, y mi creatividad, y que era plenamente capaz de afrontar el reto y hacer mis propias portadas. Esta es la última. ¿Qué os parece?

miércoles, 24 de septiembre de 2025

El fin de todo

Buscando tomar algo de aire y de distancia, salí a caminar. Las sombras comenzaban a estirarse como suele pasar cada atardecer. Los abejarucos revoloteaban sobre mi cabeza intentando ofrecerme algo de motivación. Sentía mis piernas más pesadas de lo habitual. El aire que inhalaba parecía no aportarme la cantidad de oxigeno que demandaban mis maltrechos pulmones. En mi avance el entorno parecía desdibujarse. El verdor se difuminaba y las formas parecían volatizarse hasta desaparecer en el horizonte. Pese a todo, seguí caminando. Tal vez debí regresar, pero mi subconsciente no me lo permitió. Las sombras se perdieron entre la oscuridad de aquella noche sin luna. Me sentía perdido. Confundido y preocupado decidí llamar por teléfono a Elena y decirle que estaba arrepentido. Jurarle y perjurarle que no le volvería a chillar. Confesarle que mi comportamiento emanaba de mi frustación, de llevar meses sin empleo, de sentirme un inútil, y en el fondo, también, de sentir celos de su éxito, de su alegría constante, de su gran capacidad para mirar hacia el futuro con claridad. Y yo estaba allí, perdido, confundido, arruinado, sin batería en el móvil, e incapaz de hacer nada. ¿Y para qué regresar? -pensé. ¿Para ser una carga para Elena? ¿Para seguir siendo el calzonazos en el que me he convertido? Seguí avanzando por aquel camino en plena oscuridad. Un camino menos oscuro que mi propio destino. Mis pasos acabaron en el pie de presa. No sé ni cómo llegué hasta allí. Y no lo pensé. Me subí a la barandilla y, sin dudar, me lancé al agua. Estaba fría, muy fría. En el descenso hasta el fangoso fondo de aquel pantano no conseguí moverme. Solo caí y caí y caí hasta el fin de todo.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Mi madre

A través de un grupo de wasap que han creado unos primos, por parte de mi familia materna, he recuperado esta foto. En ella aparece mi madre de soltera en Los Alcázares, una de las playas más populares de la Región de Murcia. Tal vez esta foto fue tomada en los años sesenta. Observo su cara y la veo guapisima, sonriente, mirando hacia alguien que se estaba bañando en unas plácidas aguas protedidas por una pequeña isla. De no haber fallecido, hoy podría estar esperando mi llamada, o una visita con su nieta Ana, o de mi hija Yolanda para presentarle a la que sería su bisnieta Julia. Tendría 82 años y podría cocinar, jugar al bingo, al parchis, o ir al baile en el centro de la tercera edad de La Flota. Pero no pudo ser. Su vida se vio acortada por los problemas y por el maldito cáncer. Y nos quedamos sin ella. Se marchó físicamente pero sigue en mí, sigue aquí, a mí lado, acompañándome en mis viajes y en mis dudas, en mis penas y en mis alegrías. Una madre nunca se marcha del todo, solo se ausenta.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Un nuevo proyecto literario

Con los nervios a flor de piel, como si fuera la primera vez y no la séptima, espero la salida de la imprenta de mi segunda novela. Tras cinco libros de relatos, muchos de los cuales han nacido en este blog, ahora, en parte, de este viejo blog nace mi segunda novela. Me parece maravilloso todo lo que está surgiendo de este blog que nació como un pasatiempo, continuó como una tabla de salvación, y que ahora se ha convertido en un armario sin fondo del que están saliendo cosas maravillosas. Nada es como comienza sino como termina. ¡Larga vida a este blog! El camino se sigue construyendo día a día.

lunes, 8 de septiembre de 2025

Homenaje al calamar

Desde que tengo memoria me gustan los calamares. A la romana, a la andaluza, a la plancha, rellenos, o como parte de otros exquisitos platos como la paella de marisco o el arroz negro, que si es negro es gracias a la tinta del calamar y no a la retorcida conciencia del cocinero. Sirvan este collage y esta brevísima entrada como un sincero y sencillo homenaje al calamar, ya que he llegado a la conclusión de que todo el mundo los disfruta pero nadie les rinde el tributo que se merecen. ¡Larga vida al calamar!

miércoles, 3 de septiembre de 2025

¡Cuidado con el dragón!

Hoy, por ejemplo, es uno de esos días en los que me pongo a escribir y no sé ni por dónde empezar. Pienso en esas playas cerradas por culpa del temido dragón azul. Pienso en la salmonelosis. Pienso en los carcinomas. Pienso en la fátiga de los repartidores de cerveza. Pienso en la panza agradecida de los que se la beben bien fresquita. Pienso en la sobrevaloración metafísica de las vacaciones. Pienso en las kilométricas retenciones de las autopistas o en las carreras histéricas en los infinitos pasillos de los aeropuertos. A veces pienso, también, en mosquitos tigre, en tábanos, en ladillas, en rozaduras provocadas por las chancletas de playa. Otras veces me obsesiono, sin venir a cuento, con los aficionados a buscar tesoros en las playas con detectores de metales, y en sus miles de frustraciones, y en su paciencia infinita, y en su pasmosa absurdez. En el fondo, muy en el fondo, todos tenemos algo de absurdos, pero no por ello nos sentimos ni mejor ni peor. Lo importante -es lo que pretendo decirles- no es irse de vacaciones: salir de Madrid, o de Barcelona, o de Puente Tocinos, como el séptimo de caballería, o como el que se quita avispas del culo, lo importante es volver, es sobrevivir, es regresar, porque, hete aquí el quid de la cuestión, regresar significa adquirir el derecho inalienable para volver a irse. Y es qué, si lo pensamos bien, todo en la vida es un ir y venir. O algo así. Para mi descargo, les diré que todo esto que les escribo puede ser fruto de la calor. El sol, en Murcia, es que se las trae.