Tengo que reconocer que mi comida favorita es la paella. Especialmente la paella de marisco. Con ella y con un buen vino blanco de Ribeiro, Albariño, o de la variedad Macabeo de Bullas (Murcia) bien fresquito, soy el hombre más feliz del mundo.
Pero esta paella sólo la sabe hacer mi mujer. Gloria guarda celosamente la receta de esta maravilla gastronómica, como quien guarda el tesoro más preciado del mundo.El marisco y el pescado más fresco, en Murcia, sólo se puede conseguir en la tradicional Plaza de Abastos de Verónicas. No hay nada como comprar en los mercados tradicionales.
Pero a pesar de la felicidad que siento al degustar tan increíble manjar, no puedo dejar de acordarme en toda esa gente que nunca podrá -ni de lejos- comer algo parecido.
¡Cómo me gustaría que eso cambiará!
¿Cuándo pensará el hombre en solucionar, de una vez por todas, la violencia y preocuparse únicamente de hacer el bien a los demás?
Como dice mi admirado Juan Luis Guerra en una de sus ya míticas canciones...¡Ojalá que llueva café en el campo! y a ser posible, de vez en cuando, alguna paellita, como la de la foto.
Gracias Gloria. ¡Tú si que vales!
Jose eso ocurrira el dia que el hombre deje de ser hombre y deje de creer que las bestias son aquellas que matan solo por hambre,dejemos de ser los que miden todo al clickear de unas monedas. y que paella la verdad nunca la he probado pero se ve hummmmmmmm
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