El café con leche es mi debilidad. Podría prescindir de muchas cosas en mi vida pero nunca de un café con leche bien calentito. Me da igual que haga frio o que haga calor. Siempre mitad de café y mitad de leche. No soporto el torrefacto. A mí no me la dan con queso tostando cafés de poca monta con azúcar para que de apariencia de algo. Ahora se lleva mucho con la espuma de la leche por encima. Ciertas franquicias lo han puesto de moda para disimular la mierda de cafés que ponen en la mayoría de estas cafeterías. Para los que se piensan que la espuma de leche en el café es lo más chip, yo les digo que nanai de la china. Para lo único que sirven es para que se nos quede el bigote blanco.
Por si alguno de mis aguerridos lectores estaba pensando que yo trabajo en alguna selecta oficina de Silicon Valey, les diré que no. Tan solo trabajo en un inhóspito Polígono Industrial a las afueras de Murcia, donde para más inri, encontrar un café en condiciones es como buscar una aguja en un pajar.
Y fíjense ustedes que lo encontré. Hay un restaurante en el que tienen un café medianamente reconocible. Con mucho esfuerzo por mi parte, he conseguido que me lo sirvan como a mí me gusta.
Entonces ustedes se preguntaran, ¿A qué viene el título de esta entrada al blog?
Pues a que no encuentro la razón, y esto me está desazonando, de saber por qué, cada tarde que voy a tomarme mi café con leche calentito con sacarina -para colmo estoy a dieta- me cobran un precio diferente.
El primer día me cobraron 1.10€ y yo pagué religiosamente y me fui. El segundo día el mismo camarero y más o menos a la misma hora me cobró 1€, y yo pagué y me fuí, tan contento, pensando que le había caído simpático y me había aplicado la tarifa de amigo. Hoy, sin embargo, que se ha cumplido el tercer día de haber encontrado aquel café tan reconocible, el mismo camarero y a la hora de autos, me ha cobrado 1.20€. Eso me ha terminado de descolocar.
Al llegar a la oficina, he ido al aseo a mirarme al espejo para ver si, por algún casual, mi rostro mostraba algún atisbo de aparentar que me hubiesen subido el sueldo, pero, tras una revisión minuciosa, tan sólo he visto reflejada en el cristal la misma cara de panoli que tengo todos los días.
Por lo tanto debo de considerar, que en ese popular restaurante, al igual que a diario, "baja la bolsa y sube el pescao" como decía el incomparable dúo humorístico Tip y Coll, las fluctuaciones de las tarifas del café en la Bolsa de Nueva York se aplican a rajatabla y a tiempo real.
Esta visto que si pretendo seguir disfrutando de ese delicioso café tendré que adaptarme al progreso y estar más al tanto de la evolución de los mercados.
La cosa avanza que da miedo.
Hola amigo, como estas, el cafe con leche tambien era de mi agrado aunque ahora cada vez que lo tomo me afecta el estomago, aunque es riquisimo, lo extraño, pero asi es la vida me volvi intolerante a la leche, como dice un comercial de television aqui en Peru, bueno el tinto de Colombia, es riquisimo al levantarte, hay q lindo es recordar, bueno amigo te dejo, gracias por hacerme recordar.
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