Somos el 2,4% de solidarios de lo que presumíamos ser. O sea, casi nada. De los refugiados que nos comprometimos a acoger, a día de hoy, tan sólo hemos acogido a esa miserable cifra. O dicho de otro modo, el 97,6% de esas personas -los refugiados son personas- aún siguen soñando con que la todopoderosa Comunidad Europea, antaño adalid de las causas justas y de los derechos humanos, tenga a bien mover un dedo para acogerles en su seno y salvarlos de una muerte segura.
Pero claro, la erosión de la crisis económica ha dejado al descubierto las vísceras malolientes de la Comunidad Europea, convertida en un monstruo radical que avisa, amenazante, de que males mayores se avecinan. La estampida de los británicos ha sido sólo el principio de una descomposición que, de facto, ya se percibe en los ánimos de la mayor parte de la ciudadanía. Y digo que se percibe porque el sueño europeísta se está derrumbando ante nuestros ojos como un castillo de naipes, y ya es tan sólo un gran detritus con molestos moscardones revoloteando a su alrededor.
De convertir la Comunidad Europea en una gran nación de naciones ya nadie habla. Tan sólo se habla de deudas, de déficit, de aplazamientos, de norte y sur; pero poco o nada se habla de los ciudadanos. Los ciudadanos, antaño ilusos europeístas, nos hemos convertido en unos convidados de piedra en todo este embrollo monetario. Y ahora se habla de que, como Venecia, Italia se hunde. ¿No será que éste sistema económico no funciona? ¿No será que la podredumbre de los políticos es tan sólo el reflejo de nuestros propios gobernantes?
También influyen negativamente, en toda esta sinrazón, los movimientos que se están produciendo en el tablero geopolítico. Continua la guerra en Siria. Hay cientos de frentes abiertos contra el terrorista Estado Islámico -que ni es estado, ni es islámico- Trump amenaza a EE.UU y al mundo. Erdogan es un socio muy peligroso que navega en aguas turbulentas. Rusia sigue soñando con volver a ser la Gran Rusia. Los chinos necesitan más dinero para mantener su desaforado crecimiento económico. Japón sigue estancado. Venezuela continúa desangrándose. El África negra ha desaparecido del mapa.
Mientras todo esto se cuece a fuego lento, unas tristes y abatidas personas, venidas de la guerra y del hambre, siguen soñando con la solidaridad de nuestra desvirtuada Comunidad Europea. Pero esto ya no es lo que era, amigos. ¿O es qué, tal vez, nunca lo fue? Barrunta tormenta.
Lo cierto es que es una voragine de cambios en el planeta, de pronto demasiado rápidos para que haya tiempo de siquiera asimilar una crisis cuando ya está otra, y otra, y la otra, resulta que no sabíamos pero ya era. En fin, el mundo rueda y nosotros pretendemos moderar su movimiento.
ResponderEliminarSaludos.
Y la sociedad nos obliga a actuar como si no pasara nada. Saludos.
EliminarPor todos lados hay sorpresas.......espantosas por cierto!
ResponderEliminarSaludos
Si te suben a un avión y te tiran en un paracaidas, en ese punto en el que caes, de buen seguro está sucediendo algún atropello a la razón. Saludos.
EliminarMucha tristeza.
ResponderEliminarNo Maria, mejor al mal tiempo buena cara. Tenemos que actuar como el padre de la película La Vida es Bella...Saludos
Eliminary seguimos gastando el corazón, el tiempo y palabras, los que queremos un mundo ideal, en que haya justicia e igualdad.
ResponderEliminarUn abrazo grande, siempre se valora la gente de buen corazón que piensa en los demás.
mar
Gracias, Mar. Nada nos pertenece. Tan sólo nos engrandece la capacidad de amar al prójimo. Saludos.
EliminarGusta decir que son buenos cuando maquinan en la sombra como llevarse tajada.
ResponderEliminarUna pena de vida
Yo aún sueño con un mundo utópico cada vez mas inalcanzable...
Yo también me mudo al planeta de la utopía. Saludos
EliminarParece que si no nos complicamos la vida, la vida no tiene gracia. Si procuramos algo positivo y empieza a funcionar, alguien hay para que se encargue de mandarlo todo al garete...Con lo fáciles que pueden ser las cosas, las cosas se compican de una manera que siempre anda la gresca.
ResponderEliminarTodo se complica cuándo, reunidos en una mesa, alguién se empeña en comerselo todo. Y lo peor es que no tienen mesura. Saludos
EliminarAsí están las cosas...
ResponderEliminarLamentable.
Un abrazo
Si, pintan bastos, Amalia. Son malos tiempos para la lírica. Saludos.
EliminarSigo creyendo en el proyecto europeo. A España nos ha venido muy bien. ¿Cuándo hemos estado mejor? Hay que reducir burocracias y echar a los políticos ineptos.
ResponderEliminarVoto por eso, Dyhego. Saludos.
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