Por la noche nunca se me dio demasiado bien escribir. Sin embargo, esta noche lo voy a volver a intentar. La ocasión, sin duda alguna, lo merece. El lugar, también. La música tecno, que llega tenue a la habitación desde el chiringuito, es lo único cuestionable de todo este paraíso, pero, al menos, se entremezcla perfectamente con el ruido de las olas al romper sobre las rocas otorgándole un toque más real a la escena.
Mi hija ya duerme en su cuna. Mi esposa descansa a su lado. Una lechuza se despereza en la rama de un gran pino. Y yo escribo esto en la terraza, a la luz de las habitaciones contiguas, intentando escuchar el viejo eco de las tropas del general cartaginés Aníbal, con sus míticos elefantes al frente, a su paso por estos parajes, de camino hacia la conquista de Roma. Y es que aquí, en el Hostal Empúries, se respira un aire retro. A pesar de la Ley de Costas, el viejo pero renovado hostal está enclavado en la playa del Portitxol, a menos de veinte metros del mar, y a escasos trescientos metros de las ruinas de la ciudad que construyeran los griegos y posteriormente los romanos. El hostal fue construido, precisamente, para albergar a los trabajadores de la misión arqueológica que sacó a relucir toda la riqueza que escondía en sus entrañas. El muelle griego, en plena playa, queda como un vestigio del cordón umbilical que unía Empúries con su metrópolis: Focea, ciudad antaño griega y que ahora, curiosamente, se encuentra ubicada en territorio turco.
Antes de dormirse, mi hija Ana María y yo, hemos estado observando a unos grandes murciélagos que sobrevolaban en círculo sobre el parking del hotel: un parking acogido bajo unos enormes pinos piñoneros para causar el menor impacto ambiental a la zona. La explotación turística de esta franja costera, por fortuna, ha sido menos agresiva que en otras zonas de la Costa Brava.
Ana María acapara toda nuestra atención las 24 horas del día. Es una diablilla maravillosa que se ha sumado, como voluntaria, al equipo de limpieza del hotel. Todo lo quiere aprender. Le encanta ver a las urracas dando saltos entre los árboles, a las palomas bravías revolotear por el jardín, a los grupos de gaviotas argénteas cuando sobrevuelan el hotel al atardecer. Le vuelven loca los perros, los gatos, y, sobre todo, un caballo de cartón, que hay situado junto a la recepción, y que se utiliza en algún pueblo de Girona para bailar durante las fiestas patronales.
En el restaurante Mas Concas, en Cinc Claus, nos han vuelto a sorprender por su increíble capacidad para crear los platos más sútiles, pero, sobretodo, por su gran capacidad para saber entender y ofrecer soluciones a sus clientes. Yo les aconsejaría que, si deciden viajar a la Costa Brava, no pierdan la oportunidad de visitar este restaurante, situado en una pequeña villa que se remonta, también, a la época de los griegos, y que está ubicado en un típica masía catalana con varios siglos de antigüedad. Mas Concas: de sus fogones salen manjares y de sus muros historias.
El olor que desprenden los majestuosos pinos piñoneros, cuyas acículas conviven en armonía con la arena de la playa y el agua del mar, dota al paisaje de una tremenda personalidad, perfecta sincronía entre montaña y mar. El carril bici, que discurre paralelo a la línea de costa, pasa por la misma puerta del Hostal Empúries, llega por un extremo hasta la turística y bulliciosa población marinera de L´Escala -famosa por sus anchoas- y por el otro a la fortificada San Martín de Empúries, pasando por delante de las míticas ruinas de la ciudad griega. Caminar por esta senda, que se encuentra perfectamente acondicionada, representa todo un lujo para los sentidos.
Por último, qué decir de las temperaturas, siempre moderadas, hacen de este rincón del noroeste de Cataluña un lugar idílico para pasar unas estupendas vacaciones.
Y si no, que le pregunten a mi pequeña Ana María. Voy a dormir, que ya es hora.
Me alegro estés disfrutando de unas vacaciones tan felices.
ResponderEliminarSiempre quedarán como un bello recuerdo.
Un abrazo
Ojalá que tú también lo hayas hecho. Un abrazo, Amalia.
EliminarHay momentos y lugares que permanecen en la memoria pase el tiempo que pase. Y este que compartes hoy tiene ese efecto.... seguro que li guardas en la memoria cuando nmtu niña sea grande y los tiempos traigan otras historias.
ResponderEliminarBesos y a disfrutar
Estoy seguro que así será. Mil gracias, Nieves. Un abrazo.
EliminarSin verlo, lo he imaginado todo.
ResponderEliminarFelices dias con sus sueños...
Gracias, Buscador. Yo también seguiré buscando. Saludos
EliminarMe ha encantadovtu descripción, parece que he estado ahí!!!
ResponderEliminarDisfruta de tus vacaciones y sobretodo de tu familia!
Saludos =))))
Han sido unas vacaciones inolvidables, Liliana. Ahora comienza el maravilloso retorno a lo cotidiano. Saludos.
EliminarPues te digo qué has escrito de nocturno una maravilla de historia, que es como si estuviera allí contemplando toda la escena. Se respira bienestar. Que te fue siempre ese estado interno. Irradias paz.
ResponderEliminarUn beso.
Debe decir: que te dure siempre ese estado...
EliminarMuchas gracias por tus generosas palabras, Sara. Encontrar ese estado no es nada sencillo. Un abrazo.
EliminarEl mar será siempre ese romántico enamorado y esa erótica mujer que nos lleve de la mano a sus profundas aguas de placida tranquilidad.
ResponderEliminarEl mar siempre nos pone en nuestro sitio. Es un maestro fiel. Un abrazo, Katherine.
EliminarEspero verlo pronto con mis propios ojos.
ResponderEliminarTe encantará, Mario, sin duda. Saludos
EliminarGracias por tu visita y por tu invitación. Saludos, Anna.
ResponderEliminarMe alegra saber que lo habéis pasado fetén.
ResponderEliminarAsí es, Dyhego. Inolvidables. Saludos.
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