Les podrá parecer un tanto extraño, pero les contaré que en mi jardín vive un cangrejo rojo que tiene los ojos saltones. Y más extraño les parecerá cuando sepan que dicho cangrejo es de goma y que era el favorito de mi pequeña Ana María para jugar en la bañera. La gran mayoría de los adultos son de la opinión de que los juguetes no pueden adquirir ni transmitir sentimientos humanos y, aunque me tomen por loco, les diré que están en un gran error. Los que piensan de esa forma se ve que no han observado la experiencia tan prodigiosa que provocan los juguetes en el interior de los niños. No han disfrutado contemplando la gran complicidad que se genera entre ellos, llegándose a forjar lazos afectivos que perduran durante años.
Los juguetes son, por tanto, mucho más que objetos inanimados; tan sólo haría falta que les prestásemos un poco de atención y de cariño para que volviera a surgir la magia que percibíamos cuando eramos niños y de ese modo tuvieran también la oportunidad de embellecer y alegrar nuestra rutinaria vida de adultos. Sé, de buena tinta, que a los juguetes les apena mucho que los adultos nos hayamos alejado tanto de ellos.
Como les contaba, el cangrejo rojo de ojos saltones de mi hija Ana María vive ahora en la rocalla que hay tras el falso platanero que tengo en el jardín. Allí lo dejó mi hija y allí vive el crustáceo a las mil maravillas. Gusta de tomar el sol en la roca que más sobresale y juguetear con las tortugas con las que se siente identificado tal vez por tener también, en cierta medida, un armazón duro que las protege. De hecho, le encanta encaramarse a ellas y pasearse así por el jardín como un sultán sobre un elefante. Le he puesto de nombre Tomate, obviamente por su color, y cuando pronuncio su nombre acude raudo y veloz, eso sí andando de soslayo, como si de un perrito con pedigrí se tratara. Gusta, Tomate, de comer trocitos de pescado que devora como yo, antaño, me zampaba los gofres de chocolate en la feria de Septiembre.
De esto mi hija no sabe nada, ni debe saberlo, ya que si se enterara de ipso facto me quitaría al cangrejo con el egoísmo dictatorial que caracteriza a los niños de su edad.
Yo sé que estarán diciendo que no tengo edad para andar jugando con cangrejos de goma, pero es que a ver, si me descuido un poco, ya no voy teniendo edad para casi nada.
Entrañable y bonito lo que cuentas.
ResponderEliminarLos juguetes transmites sentimientos. Yo también lo creo.
Un abrazo. Felices días.
Ningún tiempo mejor invertido que el de jugar...de viajar...de soñar.
ResponderEliminarSoy de las personas que siguen encontrando magia en los juguetes, así que comparto plenamente este post.
En mi casa, a pesar de que ya no hay niños, sigue habiendo un baúl de juguetes entrañables.
¡Imagino a Tomate asombrando a las tortugas!
Un abrazo
jajajajaja tienes razón, vamos llegando a esa edad en que ya no hay mucho para uno....excepto los juguetes de adulto, como la andadera, el bastón, la silla de ruedas....jijijijiji
ResponderEliminarSaludos =)))
Es mucho mejor que los juguetes te sigan despertando sentimientos a que digas que si te descuidas no vas teniendo edad para casi nada. Eres un chavalín.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta vuestro cangrejo tomate, sin duda es más que un juguete, es un amigo :)
ResponderEliminarBesitos
jajjajajaaja...
ResponderEliminarBueno, edad edad... ¡Allá cuidaos cada quién con sus creencias! Que hay que tener cuidado a cuáles se alimenta, cual cangrejo tomatero :))), pues acaban haciéndose realidad. Yo, si bien peino más canas que en la fotografía, 49!!!!
Sobre los juguetes y los niños totalmente de acuerdo! Mientras sean niños y quieran seguir jugando... Pero, a mi entender, no habría que fomentar ese juego cuando ya el niño por sí mismo va dejando de lado esa "ilusión". Que no será de la noche a la mañana pero, como digo, no habría que insistir, comprándoles más juguetes, y sí estar más atentos, ¿como adultos? a otras necesidades de su edad y desarrollo!
Abrazos, José.
De eso nada!! No hay edad.Me encantan los juguetes,y yo sé mirarlos con ojos de niño,y sé que hablan y sé que transmiten.Acaso un juguete dejó de "hablar"?Cuando éramos pequeños,ellos compartían nuestro Universo,eran familia.Así que porfa,sigue hablando con el Tomatito y no dejes nunca de ser así.La madurez no es ser siempre serio.Bastante tenemos ya con los problemas diarios
ResponderEliminarBesucos
Gó
Los juguetes son primordiales para el desarrollo de los niños y los que son como tomate, con su personalidad, para el entretenimiento de los papás de los niños, jajaja.
ResponderEliminarEn estas vacaciones nos has dado mucho de tu ternura, gracias.
Un abrazo.
No todo lo que escribo me pasa
ResponderEliminarni todas las peliculas son realidad
creamos porque quizas
es una forma de vivir largando cosas que nos hacen pensar
Gracias por tu bello comentario
me encanta lo que escribes
CReo que nunca se deja de ser niño. Esa ánima la llevamos ahí, aún después que se deja de ser impúber. Y cuando menos salta como una liebre, en el caso tuyo, ahora que descubres al cangrejo entre las matas del jardín, y revives el animismo con el cual nos relacionamos con los juguetes en la infancia, para darles vida.
ResponderEliminarQue crónica hermosa, que entre el humor de tu pluma y tu natural escritura, le dan aún más, un alto toque de ternura.
Por otra parte, cierto que se llega a una edad, donde no nos dejan nada, ni la posibilidad del asombro, pero hay que resistir, y mantener la magia. UN abrazo. Carlos
Hola vengo del blog de Ester -autodidacta-, no se porque pinche en tu nik, y me apetecio leer tu entrada, me gusto tanto, incluso me identifique, por diferentes motivos
ResponderEliminaruno. mi DNI no coinciden con mi edad, ¿por que?, porque tengo la edad que me apetece tener, y claro, como no podia ser de otra manera, mi niño interior esta muy a la vista, que es dificil de entender a lo que no piensan como yo, esta claro, pero no me apetece cambiar
Te pido permiso para seguirte. y te invito a mis blogs
un abrazo
Adorable post
ResponderEliminarpodría decir mucho más lo sé, pero creo que en este caso sobra mis palabras, solo decirte que te he leído con una sonrisa de oreja a oreja y aún sigo con ella...
:)
No cambies, jamás
bueno soy de las que creo firmemente que algunos jamas cambiaremos, por suerte !!
besos
Hola José he leído tus 3 ultimas entradas y la verdad es que he pasado un buen rato y divertido , me a hecho mucha gracia lo de las uñas de los pies de tú hija , se ve que es una figura de niña , en cuanto a está entrada tengo que decirte que no vas mal encaminado , mi padre le regaló a mi madre siendo novios un oso de peluche , y le tiene mucho cariño , la cosa es que el dichoso peluche ahora lo he heredado yo , y tiene la friolera de 49 años o más , y está como el primer día , eso sí los ojos se los he tenido que volver a pintar por que las bolas negras del los ojos se ya no se le notaban . Te deseo una feliz noche besos de flor.
ResponderEliminarGracias por tú visita a mi blog.
Los juguetes son parte de vida y siempre nos acompañan...Bonito relato!!
ResponderEliminarTe comprendo perfectamente. Uno de mis hijos tenía un patito de tela que se nos metía en la maleta cada vez que salíamos de viaje...
ResponderEliminarLos juguetes siempre fueron nuestros primero cómplices en todo, son lo que necesitábamos que fueran, nos dijeron todo aquello que quisimos escuchar así son los juguetes.
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