Soy un tipo tan extraño que busca su norte escuchando a los Bee Gees. Extraño y antiguo, se podría decir. Pero, qué puedo hacer si los Bee Gees me conectan con mi yo más poderoso y sentimental. Esta alocada asociación, permítanme ustedes, entre sentimientos y poder, tiene su misterioso nexo de unión en mi adolescencia. Les diré que mi adolescencia fue una etapa en la que el vigor y la fuerza en mí no encontraban límites. Jugaba al fútbol, corría en todas la carreras habidas y por haber -la mayoría las ganaba-, me enamoraba cada dos por tres, editaba el Pepon´s Club, organizaba las fiestas del barrio, tenía toda mi casa llena de acuarios, y , a la temprana edad de los catorce años, comencé a trabajar en el Bar Josepe, en el que puse una media de 200 carajillos diarios durante doce años.
Por cierto, tras un montón de tiempo sin acercarme por allí, hoy me tomé un café en el Bar Josepe y me resultó mucho más pequeño de lo que yo lo recordaba. Eso me ha hecho recapacitar y pensar que tal vez yo no hiciera tantas cosas, ni ganara tantas carreras, ni pusiera tantos carajillos, ni me enamorara tantas veces.
Idealizamos el pasado como un espacio conquistado. Un espacio dúctil y maleable. Como la ahora tan famosa y archiconocida postverdad.
¿O la postverdad será otra cosa? Pues, vete tú a saber...
Lo que digo, estás muy productivo amigo y tal parece el 2018 viene a todo ritmo en cuanto a tus textos al menos.
ResponderEliminarLa palabreja posverdad creo que debió ser aceptada pues con tantos políticos y politiqueros demagogos, tanto en tu país como en el mío, los sabiondos de la lengua han pensado que había que encontrarle un nombre a tanto discurso vano.
Bueno, nada, eso es lo que creo yo.
¿Y los recuerdos? El planteo de los mismos es casi una duda existencial para mi. He escrito en mi blog un par de veces sobre este tema.
¿Fueron los hechos tal como los recordamos, o los recuerdos son reinvenciones de momentos vividos? ¿Los agiornamos de acuerdo a nuestros deseos o, tal vez, apoyados por fotos que nos ayudan a recordar determinados sucesos?
Como sea los recuerdos adolescentes siempre, para mi al menos, son magníficos.
Un abrazo
Y buenismo y postureo. Por cierto, que todavía me salen subrayadas en rojo, como si no existiesen. Si es que obligamos a la Academia a aceptar unos palabros...
ResponderEliminarSaludos.
Cada uno encuentra su norte donde se siente mecido, por cierto, a mí me encantaban los Bee Gees.
ResponderEliminarFeliz Noche Mágica de Reyes.
Besos.
Los hechos fueron tal y como los recordamos, sin importar que tan apegado a la realidad sea ese recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
La posverdad ha de ser la resaca de lo vivido, pero el hecho de que sea pos, no le quita lo verdad ¿verdad?
ResponderEliminarEspero que tengas un excelente 2018
Abrazo.
A mi me pasa lo mismo con la casa donde viví de niña,la veo muy pequeña,la post verdad es que realmente así era,en mi fantasía era muy grande...por cierto que son los carajillos?
ResponderEliminarMi vida pasó tan vertiginosa como densa. De música ando bien puesto pero he trabajado tanto u he luchado tanto en este vida, que hay años que no los recuerdo...Enamorarme pocas veces. Para un tipo tan pasional como yo soy demasiado exigente en esto del corazón...De mi niñez y adolescencia esta cargada de grande momentos siempre en pandilla con mis amigos y pocos estudios que sacaba en septiembre...Creo que la mejor época de mi vida es esta y me miro al espejo y ya veo a un viejo. Nunca he sido deportista ni colaboro en fiestas locales pero trabajar he trabajado mas que un negro...Tengo miles de discos de jazz, de otras tendencias tambien pero hay dos canciones que siempre me han acompañado desde que las escuché: Cadillac solitario de Loquillo y Wonderful life de Black...
ResponderEliminarSi los reyes me han visitado esta noche mientras dormía me gustaría que me trajeran un poco mas de madurez, por lo demás ,bien.
Los Bee Gees, a mí me gustan. Besitos.
ResponderEliminarFeliz 2018.
ResponderEliminarMe alegra que estés lleno de vida.
Besos.
Lo importante es el recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo