sábado, 13 de octubre de 2018

Diosa polaca


Escribo al sol, sobre un banco de madera, en la campiña polaca, a cuarenta kilómetros de Cracovia. A mi alrededor, todo es verde y azul. Sin pretenderlo, huelo las colillas que se amontonan en dos ceniceros: huelen a salud perdida. Me zumban millones de insectos atemorizados por la llegada del invierno. Saben la que les espera. 
Una chica se asolea impertérrita en el jardín con un bikini blanco que realza la perfección de su bronceado cuerpo. Con esos últimos rayos de sol, la joven se prepara igualmente para el invierno. 
Les escribo frente a un campo preparado para el invierno y también para el lanzamiento de jabalina, o de peso, o quién sabe si de hasta de huesos de ciruela. La cuestión en arrojar lo que sea y medir la distancia a la que somos capaces de hacerlo, intentando con ello emular a los Dioses del Olimpo. En mi barrio, de niños, por poner un ejemplo ilustrativo, jugábamos a ver quién meaba más lejos.
Yo me arrojo a la escritura, sin medida, como una forma pagana con la que expiar mis pecados.
Escribo oliendo a colillas, acosado por los más variados insectos, junto a una escultural polaca que parece una diosa de mármol. 
Sufro todo tipo de críticas y castigos por mi osadía de escribir. Sufro mis propias limitaciones. Sufro por el simple afán de sufrir. Sufro intentado con ello experimentar la benéfica sensación de dejar de hacerlo. 
La vida perdona mi intrusismo en sus entretelas como nosotros perdonamos los errores de nuestros hijos. Y es qué, sin ser nada, siempre tengo la desfachatez de meterme en todo.
Escribo a la vida desde Polonia, oliendo a colillas, resignado a mi incapacidad para expresar lo que siento. Entiéndanlo, por más que lo intente, uno no encuentra siempre las palabras precisas en el momento adecuado. 
Escribo a destiempo, a pleno sol, deslumbrado por el brillo de mi estatua de mármol, que parece tan inmune a mis miradas, como a los insectos, a la sobrexposición al astro rey, o a los peligrosos lanzamientos de jabalina. 
Soy consciente —no se crean que no—, de lo enmarañado de este relato. Como pueden apreciar, se trata de un relato tortuoso y confuso como una zarza de las que abundan al borde de estos deshabitados caminos. Un relato zigzagueante como el vuelo de una urraca que mira desde lo alto a la diosa de mármol y a este escritor que se achicharra bajo un sol tan tardío como abrasador. 
La campiña polaca se expande silente ante mis ojos violada por el ensordecedor zumbido de  millones de insectos. 
Yo me esfuerzo por escribir algo sin encontrarle demasiado sentido. Sin acertar con el camino preciso para mis palabras. Palabras que, pese a su fluidez, manan dispersas entre la maleza, bajo el sol, bajo el bikini de la estatua de mármol, bajo las colillas, y trenzadas por el pico curvo de una urraca que es mucho más inteligente que yo.

Así ha sido. El olor a colillas me resulta insoportable; pese a ello —o tal vez por ello—, la diosa ha movido uno de sus brazos de mármol para fumar.

9 comentarios:

  1. Para escribir bien no hace falta decir nada. Un beso

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  2. Pues a mí me he encantado tu relato.
    Un abrazo.

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  3. Ya deja de torturarte y disfruta de la "Diosa escultural", de la campiña y de que aún el invierno no ha llegado. Lo único realmente insoportable en tu momento, se me ocurre a mi, es el insoportable, valga la redundancia, olor a tabaco.

    Preparando mis maletas bajo una insoportable llovizna (ya te das cuenta de cuál es mi palabra del día ¿cierto?) te mando un abrazo desde el sur del sur adondequiera que estés.

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  4. Cuando se escribe a la par de crear es algo maravilloso. Casi siempre lo hago de esta manera y mi sentimiento de libartad es más que fructífero...
    Yo tambien era lanzador de orina y de miuy pequeño le dicía a mi madre que aquello era una fuente gominosa

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  5. Apreciable relato, entre la realidad y surrealidad, que se deja arropar por esa melancolía del verano que se está yendo. Un abrazo. Carlos

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  6. A mí me encanta como escribes. Besos desde Extremadura ( esperando a " Lesli " el huracán convertido en tormenta tropical )

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  7. "uno no encuentra siempre las palabras precisas en el momento adecuado" pero qué bueno se siente cuando al fin se nos da... y mientras tanto se desahoga uno.
    =)

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  8. Pues perderá muchos creyentes si continúa con esas prácticas.
    Fumar ya no es la moda.

    Saludos y bien viaje.

    J.

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