lunes, 12 de abril de 2021
Provoca, que algo queda
A menudo, ante lo absurdo del presente, saco el violín de mi paciencia. A veces quisiera estrellarlo contra la cabeza de algunos, pero entonces, recapacito y pienso que me convertiría en uno de ellos, y, para colmo, me quedaría sin violín. Aspiro. Salgo a la calle a que me de el viento fresco. Incumpliendo la normativa, y sin que nadie me vea, me quito la mascarilla. Me froto la cara con ambas manos, como si me hubiera asustado, y vuelvo a aspirar para llenar plenamente de aire mis pulmones. Me pongo la mascarilla. Entro de nuevo en la sala haciendo gala de mi violin y de mi paciencia. Parace que la tormenta dialectica ha concluido. Tomo asiento. Escucho. Trago saliva.
Cada vez siento más vergüenza ajena al escuchar el nivel de ciertas conversaciones. ¿Adónde ha quedado el respeto? ¿Cuándo hemos normalizado el insulto? ¿Cuándo han dejado de tener valor todos los logros sociales conseguidos durante los últimos cuarenta años?
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Algo así estaba diciendo en mi comentario a una de las últimas entradas leídas. Estamos renunciando gratuitamente y con la excusa de que no queda más remedio a tiempos pasados, por cuya superación ha luchado mucha gente.
ResponderEliminarPienso como tu, estamos retrocediendo en muchas cosas. Un beso.
ResponderEliminarLa zafiedad nos rodea, Jfb.
ResponderEliminarSalu2.