martes, 26 de octubre de 2021

Desconcierto

Días pasados, durante la presentación de mi primera novela "Réquiem por un guerrillero olvidado", que a su vez es mi cuarto libro, se refirieron a mí como escritor. Les diré que, al escucharlo, no me sentí identificado ante tan alta clasificación: ¡escritor!. ¿Me habré convertido en un escritor sin darme cuenta? -me pregunté. En aquel evento, y ante el respetable, planteé abiertamente mis dudas: -más que escritor me considero un escribiente -les dije. Para sentirse uno mismo escritor -pienso yo- se tiene que estar muy convencido de ello. Aunque pensándolo bien, nunca he estado, ni estoy, plenamente convencido de lo que soy. ¿Qué soy? -me pregunto mientras regreso de mi periplo de trabajo por la vieja Georgia, cuna del vino y freno del mundo musulman. Hay quién dice que soy un buen vendedor de champú. Hay quién me reconoce como el hijo de Josepe, el del Bar Josepe, que para algo soy hijo de mi padre y trabajé en el bar la nada despreciable cifra de doce años. Para muchos otros soy Pepe, de Acción Verde, un grupo ecologista que creció y creció, y que dio muy buenos frutos. También me han llamado escultor, por haber realizado tres exposiciones individuales, y participado en alguna que otra colectiva, y de igual manera me surgió el desconcierto. Todavía hay quién me reconoce como el extremo derecha que fui, ágil y desbordante, ariete rompedor de cinturas y pesadilla de porteros, pero en aquellos años, cuando la gente me idolatraba y me auguraban un futuro prometedor en el mundo del fútbol yo los miraba perplejo como si la cosa no fuera conmigo. Por descontado, también soy hijo, hermano, esposo, padre, cuñado, primo, sobrino, yerno, compañero, amigo, militante, referente, oponente, competidor, promotor, ejecutor, mediador, educador, motivador, y, muy probablemente, hasta impostor. Yo creo que mis dudas identitarias son consecuencia de mi anómala formación. Me he formado a mí mismo y eso me inhabilita para muchas cosas. En esta sociedad uno no puede, ni debe, formarse solo. Uno debe de cumplir unos requisitos, seguir unos patrones, aprobar unos exámenes, aceptar unos tribunales, conseguir un título, un máster, o si son baratos dos o tres, y lucir el reconocimiento enmarcado en un lugar en el que se pueda presumir en las debidas condiciones. Ya voy teniendo algo de edad y sigo con las mismas dudas de siempre. Lo mío, como ven, es puro desconcierto.

2 comentarios:

  1. En realidad tú eres, como decimos en mi tierra, "una estralica de mano". Sabes hacer muchas cosas y estoy seguro de que la mayoría bien. Escribir, que es la que te conozco, desde luego.

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  2. Somos lo que hacemos pero también lo que pensamos. Una persona que explora distintas actividades no puede definirse como hacedora de sólo una de ellas, creo.

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