martes, 21 de febrero de 2023

La cagada ilustre

Si Delibes decía de Umbral que escribía con la misma facilidad con la que meaba, en ese contexto, ustedes disculpen, tengo claro que lo mío es la cagada. Soy algo así como un escritor de retrete, lo mismo que en el servicio militar fui escribiente de servicio. Los que escribimos desde las vísceras padecemos con frecuencia del colon, y escribimos con la misma cadencia que con la que gastamos papel higiénico. Las tripas han adquirido tanto, o más, protagonismo en mi vida como en mi literatura, suponiendo que lo que yo haga sea literatura, o le traiga un aire. De hecho, muchos acontecimientos sociales y políticos me remueven las tripas, y, como consecuencia, cago un relato. Dicho de otro modo, mis relatos son el detritus resultante de la digestión de la actualidad. Lo único verdaderamente imprescindible para mis deposiciones, ya sean físicas o literarias, es la necesidad de tener siempre a mano un buen trozo de papel. Lo demás, como se podrán imaginar, fluye espontáneamente.

3 comentarios:

  1. Se agradece tu testimonio y tus conclusiones. Leer mientras asientas tu cuerpo en una taza ad hoc también es muy provechoso, no solo para el crucigrama sino para novelas enteras, según. De las tripas dicen algunos científicos que son un segundo cerebro; acaso sea metáfora, pero creo que no van descaminados. El eje cerebro-intestinos tiene mucho poder.

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  2. Lo secundo: mis mejores lecturas y escrituras han salido del retrete. Un abrazo.
    Carlos

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  3. Pues ya puedes ir acumulando papel, como en la pandemia, porque no tienen pinta las cosas de ir a mejor.

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