miércoles, 23 de agosto de 2023

En Israel y con sombrero

En Jaffa me puse un sombrero. Siempre me disfrazo de yo mismo en una especie de reafirmación identitaria. A veces un sombrero, en otras una capa de Superman, o en otras un traje de flamenca. Soy el hombre de las mil y una caras que pulula por el mundo buscando sin encontrarse. Tal vez mi yo verdadero se esconda en un paraje recóndito de la Selva Lacandona, o en el lago mágico de Catemaco, o en una cueva, antaño habilitada para el cultivo de champiñones, en la pequeña isla de La Perdiguera. Yo me busco ansiosamente, maleta en mano, allende los mares, o en el mismísimo barrio de al lado. Una búsqueda interior en la que nunca puedo, por más que lo intente, mandar la ubicación. Mi mente está en todos sitios, desperdigada, impregnada de todo y de todos, asimilando idiomas, pasaportes y fronteras. Comiendo lo que come el otro. Bebiendo lo que bebe el otro. Sintiendo lo que siente el otro. A veces me pongo sombreros de desconocidos y les robo sus sentimientos. Soy un ladrón de emociones de guante blanco. Robo, loco por entender, bajo un sombrero prestado.

3 comentarios:

  1. No importa tanto el sombrero, sino donde estás. Háblanos de Haifa, en lo que puedas

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  2. «Donde fueres haz lo que vieres».
    Por tu manera de ser, no te sentirás extraño en ningún sitio. Ni te sentirán forastero quienes te reciben.

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