martes, 27 de mayo de 2025
Puzzle vital
La vida es como un puzzle. De 100 piezas, o de 1.000, o de 10.000. O tal vez no. Mejor como un Tetris, en el que cada día nos van lloviendo piezas y tenemos que saber encajarlas. Mi madre jugaba al Tetris. Las piezas de su vida no habían encajado demasiado bien y ella, en su soledad, se consolaba jugando al Tetris. Cada día, el juego sin reglas que es la vida, nos regala nuevas piezas. Piezas de todos los tamaños, formas, y colores para complicar más el juego. Poco a poco uno va dejando de tener ganas de seguir pero, hete aquí el quid de la cuestión, el juego es a muerte. Aunque quieras no se puede dejar de jugar. Las piezas, ya sin encaje posible se van acumulando hasta que nos sepultan. Y después del “Game Over” nos lloran un poco, nos entierran o nos incineran, y seremos un recuerdo pasajero. No merece la pena odiar tanto. Nos guste, o no, este es juego.
lunes, 26 de mayo de 2025
El calzoncillo rosa
Siento la presurización. Su extraño influjo me confiere la mágica capacidad para observar meticulosamente hasta el más mínimo detalle de lo que me rodea en la cabina del avión; y lo que es mejor aún, me facilita la capacidad para escribirlo. GüizzAir, hoy atravieso las nubes en un incómodo vuelo desde Kutaisi hasta Barcelona. El equipo de cabina lleva un uniforme azulón con detalles rosas. Hasta ahí todo normal, pero la pregunta es: ¿por qué llevan los uniformes una o dos tallas más pequeñas? Da un poco de grima verlos porque da la impresión de que, en cualquier momento, los botones van a salir disparados poniendo en peligro la integridad del pasaje. Sobre todo llama sobremanera la atención un azafato. Ese fortachón da más miedo que el portero de una discoteca de un polígono industrial. Imagínense por un momento a un fisicoculturista, hasta arriba de anabolizantes, con un pantalón que parece que le va a explotar, y una camisa que ya no da más de sí, paseándose, pasillo arriba pasillo abajo, como si se tratara de la pasarela de un concurso de musculitos en los que exhiben, sin pudor alguno, sus desmesurados cuerpos, llenos de aceite, y con unos slips diminutos. He mirado su culo, eso sí con disimulo, y me ha dado la impresión de que está más duro que un fin de mes. Una azafata, maquillada a más no poder, y con unas pestañas postizas más grandes que los abanicos de los Locomía, que me recuerda a Afrodita A, amenaza con sus explosivos, y apretados pechos, y parece que en cualquier momento va a gritar aquello de: ¡Pechos fuera!. Un georgiano entrado en años, y en alcohol, pues se ha bebido lo menos cinco o seis botellines de algo que parecía vodka, o quién sabe si queroseno, mira con embeleso los pechos de la azafata como si en su más tierna infancia se hubiera quedado con falta de leche materna.
Mientras les escribía todo lo anterior, que no es mucho, pero es lo que estaba observando, a una señora mayor, con aspecto de ser de Francia, o de Bélgica, o de por ahí, y que no ha parado de hacer crucigramos desde que se puso el cinturón, se le ha caído el boligrafo, justo en el preciso instante en el que el coloso de los cielos pasaba ahí. Y qué quieren que les diga, al agacharse el gachó las costuras del pantalón se han rendido ante el ímpetu conquistador de aquellas magras carnes, y ante los ojos de los sufridos pasajeros que estabamos alrededor, han aparecido unos calzoncillos de color rosa, a juego con los ribetes del uniforme. Todos, como viene siendo habitual en estos casos, nos hemos sonreído, pensando en la exhaustiva uniformidad de la compañia aérea, que, según parece, también obliga a sus empleados a llevar ropa interior corporativa. Dos jóvenes, con acento andaluz, le otorgaban al calzoncillo rosa otro tipo de connotaciones de índole sexual. Sea como fuere, el calzoncillo era rosa y el pantalón se ha rajado porque estaba tardando en rajarse. Lo bueno es que el Sansón de las alturas ha seguido trabajando como si tal cosa, lo que evidencia un fallo clamoroso de los protocolos de vestuario de la citada compañía. Como usurario habitual ruego encarecidamente a la dirección que obligue a llevar un recambio de ropa a cada miembro de la tripulación, o, en su defecto, un costurero con todo lo necesario para hacer remiendos en pleno vuelo. ¡He dicho!
viernes, 23 de mayo de 2025
Despedida de Manolo
Un discurso para el recuerdo:
Aunque aún falta más de un mes para que Manolo de Jodar ponga punto y final a su vida la laboral, hoy nos hemos reunido aquí para brindarle un pequeño homenaje. Parece que fue ayer cuando todas las mañanas, antes de irnos a vender, Manolo, Lorenzo y yo, íbamos a tomarnos un café con un cruasán a la confitería Nicolás, de Beniaján, pero de eso ya han pasado 30 años... Por aquel entonces, ni Manolo, ni Lorenzo ni yo sabíamos realmente lo que nos esperaba. El futuro es caprichoso y hace con todos nosotros lo que le da la gana. Y ese futuro, al que salíamos a hacer frente cada mañana, visita tras visita, pedido tras pedido, reunión tras reunión, fue doblegándose ante el empuje de los tres mosqueteros. De ahí a Alcantarilla, y de Alcantarilla a Alhama. Manolo siempre ha sido un referente ético y estético para todos nosotros. Ético porque en ningún momento ha dejado de aportarnos tranquilidad y equilibrio, entrega y esfuerzo, y constancia, mucha constancia, tanto a su trabajo de asesor como a su función como responsable de equipo. Estético porque siempre ha destacado por su elegancia en el vestir y su elegancia en el trato a todos los que hemos tenido la suerte de trabajar a su lado. Nunca ha sido Manolo uno más de nuestro equipo, Manolo siempre ha sido lo más. Un padre, un maestro, un apoyo, un compañero fiel, amante de su trabajo y de sus clientes. Me siento orgulloso de haber trabajado a tu lado, Manolo. Pese a que, supuestamente, yo he sido tu jefe, en realidad yo nunca he dejado de verte como un compañero más. Y es que si alguien en Tahe merece el calificativo de "COMPAÑERO" ese eres tú.
Las últimas pérdidas que hemos sufrido en la empresa –no hace falta recordarlas–, han sido dolorosas, sin embargo tú serás para todos una ausencia feliz porque sabemos que, para ti, una nueva vida comienza ahora, y creo que todos coincidiremos en que lo tienes bien merecido.
Descansa y disfruta, guerrero. Esta siempre será tu empresa y yo siempre seré tu amigo.
Etiquetas:
Editorial,
Gestión de pequeñas empresas
lunes, 12 de mayo de 2025
Respetar es construir
No cejo en mi empeño. En mi humilde trinchera frente al odio y la manipulación no hay descanso ni desfallecimiento posible. Frente a la moda de odiar, insultar, agredir, intransigir, criminializar, banalizar, ridiculizar. Frente a los memes que, a modo de mancha de aceite, lo ensucian todo sin que nos demos cuenta. Frente a los bulos de los negacionistas, los confusionistas, los radicales, y los extremismos más variados solo existe un arma válida, un arma que los desarma: el respeto. El respeto frente a los que no respetan las líneas rojas que la sociedad ha ido forjando para protegerse de los autoritarismos, empezando por los derechos humanos, y terminando por la protección del planeta en el que habitamos y del que dependemos todos. Incluso los hijos de esos odiadores que prenteden derribar esos derechos y dar carta blanca a los que pretenden explotar los recuerdos naturales del planeta obedeciendo exclusivamente a las demandas de los mercados y de sus lugartenientes las grandes empresas transnacionales. Todas las discrepacias se pueden afrontar y confrontar desde el respeto, pero no desde el odio, y la agresión. Cuando se falta al respeto, cuando nos perdemos el respeto, todo comienza a destruirse. Las sociedades democráticas se construyen respetando, no odiando. Parece mentira que no hayamos aprendido de la historia, y, peor aún, que no seamos conscientes de todo lo que está pasando a nuestro alrededor.
martes, 6 de mayo de 2025
Entrada silente
Siempre lo nuevo. Siempre más. El blog exige, inmisericorde, una entrada más. Me obliga a escribir sobre un teclado que emite un sonido que me relaja. La escritura, en mayor o menor medida, tiene sonido. El silencio es la ausencia de sonido. Me encanta ese sonido insonoro que identifico en algunos lugares. A veces, entre el ruido de la multitud de un aeropuerto cualquiera, repleto de gente estresada y a la carrera, consigo escucharlo. Identifico al silencio como primo hermano de la página en blanco. Una base etérea sobre la que construir cualquier cosa frente al dominio absoluto de la nada que lo exige todo. Adoro el silencio. Pienso, mientras escribo aporreando unas teclas en mi viejo teclado "Lenovo", que el silencio es la banda sonora de la eternidad. El silencio es paciente, nos espera, sin ninguna prisa, a sabiendas de que tiene todas las de ganar.
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