El debate electoral o de-water electoral, según se mire, es lo mismo de siempre pero más feo. La mierda, en el debate electoral se arroja contra el adversario, en el de-water electoral se arroja por el retrete y se tira de la cadena.
Lo peor de todo, no es la mierda que se han arrojado Rajoy y Rubalcaba, lo peor ha sido que España ha quedado reducida a dos visiones; dos arcaicas y desgastadas visiones, PP y PSOE, dos barcos de vapor con el pito ennegrecido por la corrupción y obstruido por el clientelismo.
La gente en la calle, millones de personas, dicen que no les representan, que otras opciones políticas son necesarias. Piden, pedimos: caras nuevas, discursos nuevos, mensajes contemporáneos frente a chorizos históricos.
España, es hoy, un país que estos partidos no alcanzan ni a comprender por la sencilla razón de que, de tanto mirar al sillón de la Moncloa, han perdido de vista al pueblo que los sustenta. Han primado el poder por el poder, no el poder para y por el pueblo. España y los españoles hemos quedado convertidos en un paquete o un bulto sospechoso, lo que importa, al fin y al cabo, es gobernar los dineros, poner el culo en la poltrona y trincar la pasta.
Sus discursos suenan al cansino histórico de Jose Mota, más que a políticos capaces de entusiasmar a los votantes.
Abogo por que todos vayamos a votar el próximo 20 de Noviembre, pero si pudiera ser, votemos por gente nueva, por ideas nuevas. La suciedad incrustada que representan estos partidos en nuestra sociedad sólo se disolverá con el agua a presión de las nuevas opciones. Votar por el auténtico cambio es votar diferente. Cuando en una casa huele mal, lo adecuado es abrir las ventanas y dejar que entre aire fresco.
El debate me ha olido a de-water.
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