María preparaba su maleta. Paco la suya. Ella soñaba con las playas onubenses y él con los verdes valles del Pirineo Aragonés, donde hizo la mili, y en los últimos fichajes prometidos por el presidente del Real Madrid. Ella conservaba su puesto de trabajo, sin embargo, su marido no. El hotel que María había reservado en la playa, por booking, no era gran cosa; el típico establecimiento playero con ofertas a troche y moche, repleto de niños con balones, abuelas con parchís y parejas de escasos recursos y de futuro incierto. Aunque entendía perfectamente que, por lo que había pagado por él, tampoco podía esperar gran cosa.
El trayecto por carretera fue tenso. Las conversaciones se saldaban con monosílabos o con frases sin ninguna profundidad. Ella conducía mientras Paco miraba las planicies manchegas dejando que su vista se perdiera en la inmensidad de la campiña, sin importarle demasiado lo que pensara su esposa sobre su apático comportamiento.
Mientras conducía, María fantaseaba con pasear desnuda por las dunas. A ella siempre la había gustado disfrutar de la grandeza del océano y del sol tal y como la había traído al mundo su madre. En cierto modo, no le disgustaban las miradas furtivas o desvergonzadas que le propinaban los hombres de toda edad o condición. Sin embargo, Paco era más retraído; quizás motivado por sentirse algo acomplejado por el tamaño de su polla, según ella.
-Estoy deseando llegar al hotel para bajarme a la playa -dijo María.
-Ya lo sé. Y seguro que desnuda, como siempre, ¿verdad? -le preguntó su marido, con cierto tono de reproche.
-Sí, lo estoy deseando desde que hice la reserva -contestó su esposa.
-La verdad, no alcanzo a comprender qué ganas con que te vean en pelotas todos esos salidos de playa -le volvió a reprochar el esposo.
-Pues a ti bien que te gusta mirarlas a todas -le soltó la mujer.
-Pero no es lo mismo. Ellas son muy libres de enseñar lo que quieran, pero tú..
-¿Pero yo, qué? -le preguntó María, un tanto alterada.
-Joder María, tú eres mi esposa, no te das cuenta que me siento violento cuando esos enfermos clavan sus ojos en tus senos o en tu culo. ¿Es tan difícil entenderlo? -le cuestionó Paco.
-Pero sí tu eres peor que todos ellos. No te gusta pasear conmigo por la playa y cuando pasa alguna jovencita desnuda por la orilla te vas tras ella como un perrito faldero babeando. ¿Sabes qué te digo?: me das mucha pena Paco, te has quedado en el paleolítico inferior. Peor aún: ¡Eres del Cromagnon!.
-Esto de la igualdad de Zapatero es una puta mierda -dijo Paco entre dientes.
-Te he oído imbécil. Tenías que haber nacido en tiempos de Franco mi amor. Pareces salido de una máquina del tiempo.
A ti, en realidad, lo que te gustaría es que te follaran todos en las dunas. ¿Es eso, verdad? -le preguntó Paco.
-Ya no hay quien te aguanté, cariño y todo por tu puto complejo -le respondió María, a sabiendas de que la mejor defensa siempre es un buen ataque.
Durante varios kilómetros se hizo entre los dos un denso silencio. Los minutos pasaban lentos y plomizos. El asfalto irradiaba un calor sofocante que provocaba un efecto óptico parecido al de un espejismo en el desierto.
Voy a echar gasolina -dijo ella rompiendo el silencio sepulcral que, nuevamente, se había creado entre ambos.
Mientras repostaba, María observó como su esposo se dirigía al aseo y sin pensarlo dos veces, colgó la manguera, pagó en efectivo los cincuenta euros de combustible, arrancó el coche y lo dejó cagando.
-¡Vete a la mierda, gilipollas! A partir de ahora que te aguante tu madre. Me pienso pegar unas vacaciones de campeonato.
Y diciendo esto, desconectó el móvil.
jajajajaja, ke bueno pobre Paco cagando y tirado como una colilla, el se lo buscò con ainco, Como dice el refran, "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". Viva la PEPA, menudas vacaciones se va a pegar Maria.
ResponderEliminarAsi es que deberíamos dejar nuestros complejos simplemente los dejamos en la primera gasolinera que veamos y sin mirar atrás.
ResponderEliminarhola pepe:
ResponderEliminarMadre mia...hace tanto tiempo que no te leia que se me han acumulado las historias...uufff todas muy buenas...esta última de risa jjajaja bien merecido lo tiene el Paco jajajajaja.
un saludo
Marina
Lamento no compartir tanta alegria,una mujer tiene que ser obediente y sumisa con el marido, no se lo que pretendes Pepe con este cuento, despues no te quejes cuando te pega la tuya, por favor no vengas llorando mas a mi hombro.
ResponderEliminarLo tendré en cuenta gallego....
EliminarPor dios PEPE no les des ideas que nos puede pasar ha cualquiera
ResponderEliminarEstas vacaciones no pienso bajarme del coche en ninguna gasolinera
¿Y cómo hubiera sido el cuento con un Paco liberado? María feliz cual perdiz, estoy segura.
ResponderEliminarMoraleja: amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección, esto es, los cuerpos en la playa jijiji.
Disfruté mucho la lectura. ¡¡Gracias!!