Mi pequeña Ana María está de vacaciones. Sus primeras vacaciones. Si ustedes, mis queridos y admirados lectores, la pudiesen ver por un agujerito, se sorprenderían al ver sus ojos camaleónicos: a veces verdes, otras grises, otras color miel, que te miran para interrogarte. Verían sus pestañas largas como una tarde de verano. Repararían en lo generosa de su sonrisa conquistadora. Se fijarían en el precioso angioma que destaca en su mejilla derecha y que le confiere una aspecto aún más simpático. Y es que, mi pequeña Ana María, es un tremendo bichito con dos dientes tan pequeños que se confunden con dos granitos de arroz. Y vino de serie con mechas californianas, y con una aterciopelada piel color arena, y con un sinfín de pipís y de cacotas, y con unas enormes ganas de aprenderlo todo.
Esta mañana, después de saludar a todos los cuadros que cuelgan de las paredes de mi casa como tenemos por costumbre, hemos bajado al salón en el que ella tiene montado todo su reino, y se ha puesto de pie en el mueble de la televisión.
No les he contado que ella ya está loca por andar y que se pasa más tiempo erguida que sentada o gateando. Creo que en menos de un mes ya estará dando sus primeros pasos y toda la decoración de nuestra casa dejará de tener la más mínima importancia. En el mueble del salón ha encontrado el mando de la televisión. A todos los niños les encantan esos artilugios porque, en el fondo, subyace en ellos la necesidad imperiosa de mandar. Pues ella, como les decía, ha cogido el mando, y, por primera vez, ha conectado la televisión.
Ana María ha reaccionado con el orgullo del que consigue una gran hazaña, y me ha mirado, victoriosa, como si hubiese aprobado unas oposiciones a maestra de escuela.
Luego hemos salido al jardín a escuchar cómo, a esa hora tan temprana, comenzaban a cantar las chicharras avisando de la que se nos venía encima. El perro del vecino aullaba, como hace todas las mañanas a esa misma hora, dando rienda suelta al lobo que lleva dentro, y mi hija me ha mirado, entre sorprendida y asustada, ante tamaña sinfonía matutina.
Y así, de esta manera tan entrañable, Ana María y yo hemos dado comienzo a nuestras vacaciones. Sin duda, unas vacaciones que, para nosotros, serán inolvidables.
Sin duda serán unas maravillosas vacaciones con esa dulce y linda compañía.
ResponderEliminarTe deseo un montón de felicidad.
Un abrazo.
Lo están siendo, Amalia. Gracias por tus deseos. Igualmente para ti. Saludos.
EliminarLas vacaciones son siempre inolvidables, y más con tu pequeña Ana María que termine por dar sus primeros pasos los últimos días vacacionales.
ResponderEliminarAy !!! para mí es lla etapa más agotadora, donde la espalda más se reciente de estar al tanto de sus pasos permanentelente, pero no te preocupes :) dura poco...
Ya nos irás contando imagino...
Pues Hala!!! a pasarlo bomba y como no... FELICES VACACIONES !!!
Saludos
Muchas gracias Nieves. Mi espalda está para un buen fisio. Y mi brazo izquierdo se me ha puesto como a Rafa Nadal. Saludos.
EliminarQue bella es Ana María, he podido verla a través de tus palabras de amor y orgullo.
ResponderEliminarUn beso, para ella.
Muchas gracias, Sara. Volver a criar, veinte años después es toda una aventura. Una preciosa aventura. Saludos.
EliminarDisfrutalá tu más por ella lo olviará obvio por su edad, y así se la recuerdes.
ResponderEliminarEsta bellisima la nena.
Felices vacaciones
Muchas gracias, Inma. Ella lo olvidará, pero, como tú bien dices, para mí ya será un recuerdo imborrable. Saludos.
EliminarQue disfrutéis mucho familia!!. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Juan. Igualmente para tí, con toda tu familia, es especial con tu Pelayo. Saludos.
EliminarLindas vacaciones te esperan con Ana Maria!!!
ResponderEliminarSaludos =)))
Las mejores que se puedan imaginar. Gracias Liliana. Un abrazo.
EliminarSe ve en ti a un gran padre con la sensibilidad de tratar a sus hijos; de vivir sus impresiones empapandote de cada detalle, afanandose en afrecer lo mejor para alguien a quien sin duda se dá la vida por ella.
ResponderEliminarFelices vacaciones amigo; para tí tu hija y tu mujer que por ser madre, nunca alcanzarás en sentir lo que tu compañera de vida, da por todos vosotros...
Claro, sin la madre, no tenemos nada que hacer. ¡Viva la madre qué parió a Ana María! Saludos.
EliminarA disfrutar de los niños, que luego se hacen mayores...
ResponderEliminarAna está creciendo a un ritmo increíble. Está muy feliz. Saludos, Dyhego.
Eliminar