Érase una vez un pulpo al que le faltaba una pata. Y no es que el pobrecito la hubiese perdido en una batalla, o jugando al fútbol, el pulpo Roque había perdido su pata porque un pequeño tiburón se la había llevado en la boca después de haberle arreado un mordisco tremendo. El pulpo Roque -digo esto para los que no le conocen, Ana María- es un pulpo roquero, de tres años de edad, y que gusta mucho de comer pequeños peces, erizos y estrellas de mar, aunque, hay que reconocer que estrellas de mar cada vez quedan menos, y no precisamente porque él se las haya comido todas.
El pulpo Roque -como te contaba, mi cariño- es un pulpo roquero, pero esto no quiere decir que nuestro amigo cefalópodo sea un loco aficionado al rock y se pase todo el día dándole duro a la guitarra eléctrica, a él le va más la canción melódica, y siempre soñó con tocar el piano. De hecho, en un viejo barco de vapor que se hundió cerca de aquí, hay un piano, en cuya caja, Roque gusta de dormir la siesta.
Al pulpo Roque le encanta jugar con los niños buenos que hacen caso a sus papás, y cuando estos van a la playa, él los busca en la orilla y les hace cosquillitas con los siete tentáculos que aún le quedan.
Algunos niños se ríen de él porque dicen que tiene la cabeza muy gorda, pero a él no le importa porque sabe que los niños son juguetones y siempre tiene ganas de hacer bromas, aunque, a veces, estas tengan poca gracia.
Y así que, ya sabes Ana María, cuando vayamos a la playa, si te portas bien y te comes toda la comidita, el pulpo Roque vendrá a jugar contigo y te hará cosquillitas en los pies.
Y colorin, colorado, el cuento del pulpo Roque se ha acabado.
Y colorin, colorado, el cuento del pulpo Roque se ha acabado.
jeje y cuando vayan a la playa y no aparezca el pulpo Roque??? :DDD
ResponderEliminarQué tierno!
=)))
La patita del pulpo nidie la engulló. De ella por arte de magia nació otro pulpo quizás mas grande del que dejó. Aquel pulpo se dedicó a recorrer el mediterraneo buscando comida y también, por hacer una ruta turística...
ResponderEliminar...y sucedió que vió hombres muertos, y mujeres, y niños...y tiburones. El pulpo Felix ( que así se llamaba) lloró tinta negra de la cual salieron maravillosos versos de consolación. Los tiburones ya no comían pulpos y sí humanos...
Un pescador allá por las aguas ce Cartagena, lo prendió con su anzuelo pulpero y nada mas ver los ojos de Felix, comprendió del llanto cuando del silencio del mar, se escuchan estas cosas...
Cuento dedicado al padre de Ana María porque de cuentos, también se vive.
Ana María estará muy contenta porque le hayan contado un cuento tan bonito como este.
ResponderEliminarEncantador, JFB
Un cuento realmente lindo.
ResponderEliminarUn abrazo. Feliz semana.
Además si te comes la comida te harás tan alta como papi.
ResponderEliminarUn beso a Ana María y un abrazo a papá.
Ana Mª es afortunada por tener un padre que conoce a Roque y le cuenta sus historias y con seguridad cuando vaya a la playa el pulpito juegue con ella a la orilla de la playa.
ResponderEliminarBesitos para Ana Mª :)
Yo también me portaré bien, a ver si me hace cosquillas en los pies, que da mucho gusto.
ResponderEliminarSalu2 pulperos.
Seguro que allí estará esperando a Ana María con una gran sonrisa, listo para jugar a los más divertidos juegos, claaaro... Siempre es así.
ResponderEliminarUn beso.
Dichosa Ana Maria de tener un padre que le gusta contar cuentos y mejor aun! que le gusta inventar cuentos... hasta yo me quiero portar bien!,haber si me sale el pulpo roquero al caminar a la orilla del mar de mi Veracruz.
ResponderEliminarNo todos los padres tienen esa facilidad para contar cuentos. Si se contaran más, quizás muchos niños tendrían otro comportamiento.
ResponderEliminarUn abrazo.