Las escamas de mi piel necesitan hidratación. Desde que me convertí en un lagarto no he vuelto a tomar café con leche. Eso es lo que más me molesta de esta inesperada metamorfosis. Por lo demás, lo voy llevando con dignidad. De nada me serviría quejarme. Abundan por aquí las lagartas con delantalitos blancos como las de los versos de García Lorca. Yo, por el contrario, voy sin nada. Al menos me gustaría llevar un taparrabos, como llevaba Tarzán, para cubrir mis partes nobles, pero mientras miro la oquedad en la que se ha convertido mi entrepierna, me doy cuenta de que eso es tan sólo una reminiscencia de mi yo anterior y que ya no tengo nada que cubrir. En cuanto a la alimentación, lo que más me gusta de mi nueva dieta son los saltamontes, y lo que menos las cucarachas. Y no es que tenga nada contra las cucarachas como aporte proteínico pero es que se repiten demasiado y me producen acidez. Tomar el sol es una de mis nuevas obligaciones. Pero no tomar el sol en cualquier sitio, no. No soy de esos lagartos imbéciles que antes atropellaba con el coche, no. Yo soy un lagarto de Spa, de rayos UVA, y lo de que tengo falta de hidratación me lo ha dicho la responsable del gabinete de belleza reptiliano que han instalado justo al lado de donde cayó el meteorito que causó todo este desbarajuste.
Desde que impactara ese bólido en pleno Jardín de Floridablanca, hasta que nos fuimos convirtiendo todos en lagartos, no habrán pasado aún ni dos semanas. A mí me han elegido para llevarme a su planeta; por eso, antes de partir, me están dando un poco de lustre a base de largas y desesperantes sesiones de belleza. Dicen que es necesario para que cause buena sensación en los que mandan por allá arriba, y yo como nunca fui persona, ni ahora soy lagarto, que guste de generar problemas, me asoleo y aquí paz y después gloria. No llevo demasiado bien esto de arrastrarme, pero soy feliz porque en ese otro mundo al que me quieren llevar para exhibirme ante su corte, me han dicho que voy a contar con un harén de novecientas lagartas vírgenes para mí solito. Así que, por mucho que los rayos UVA me estén provocando cierta deshidratación, creo que el sacrificio valdrá la pena. Allí, con tanta novia a la que atender, si que se me va a irritar la pelleja; por eso, y aunque costaban un ojo de la cara, me he comprado todas las cremas que me ha vendido la esteticista. Siempre fui un cliente facilón.
La piel a tiras te van arrancar......., lagarto
ResponderEliminarSiempre hay que dar una buena impresión. Haznos quedar bien, por favor.
ResponderEliminarSaludos y buen viaje!
J.
Lagarto lagarto...
ResponderEliminarAterriza como puedas.
Enhorabuena por tus relatos tan agradables siempre.
ResponderEliminarUn abrazo
Jajaja... precioso y muy divertido.
ResponderEliminarUn beso.
A pesar de que a mi los lagartos siempre me dan un poco de yuyu. Este lagarto tuyo me cae simpático :) Me hizo sonreir.
ResponderEliminarBesitos :)
Nunca he entendido a los lagartos,Lo que sî! es que atiendo muchas lagartonas ... Que te fumaste eh? Jajaja gracias por tus relatos.
ResponderEliminarJajaja el frío te está cayendo bien!
ResponderEliminar🐊
Besos 🌞
Pues a conventirse, a mí me gustaría despertarme siendo águila.
ResponderEliminarComo siempre cada relata es mejor que el anterior pero aun asi es difícil o mejor seria muy difícil decir que hay alguno mejor que otro por que todos son geniales gracias amigo.
ResponderEliminarMuy bueno, ya te veo en el programa de Iker Giménez contando cosas raras. Desde luego lo petarías.
ResponderEliminarSalud.
Muy bueno, me encantó
ResponderEliminarBesos
:)
ResponderEliminarY a mi me encanta el sol.
Buen relato!!!!!!!!!!!!
Un abrazo
mar
¿Novecientas lagartas y además vírgenes? ¡¡¡Imposible encontrarlas ni allí ni aquí!!! Confórmate con dos o tres je, je. Un beso.
ResponderEliminar