Ahora, no antes ni después, sino ahora, las esparragueras florecen otorgándole a las plantas un aspecto como si estuviesen recubiertas de nieve en pleno mes de agosto, mientras los abejarucos revolotean sobre mi casa en plan de despedida. Un día de estos, como hacen todos los años sin saltarse ninguno, toda la bandada se marchará a sus cuarteles invernales en el continente africano y, en menos que canta un gallo, lucirán tan campantes sobre el lomo de cualquier ñu, o de cualquier antílope, a orillas de un lago tan plagado de mosquitos como de cocodrilos.
Desconozco si los abejarucos me echarán tanto de menos durante el invierno como yo les echo en falta a ellos. Al menos los espárragos se quedan aquí, con sus flores, y sus espinas, a la espera de los primeros fríos que traerán consigo a sus preciados y fálicos frutos. ¡Qué ya lo sé…! que los espárragos no son frutos, pero lo expongo así para que me entiendan los neófitos en esto de la botánica.
Una tortilla de espárragos silvestres es un plato suculento a la par de económico. Los abejarucos son más de comer abejas y avispas que de tortillas de espárragos.
Para los que no lo sepan, les diré que los espárragos silvestres, que son los que crecen por estos secarrales, amargan un poquito, de tal manera que, al igual que a las berenjenas, conviene ponerlos un ratito en agua y sal antes de prepararlos.
Puede que el amargor de los espárragos tenga que ver con la tristeza que sienten cada año al ver cómo se marchan hacia el sur los abejarucos que les cagan encima durante todo el verano. Todo en la naturaleza tiene su sentido y también su sin sentido. Lo mío, como pueden apreciar, va más por lo segundo que por lo primero.
A mí me gustaría estar flaco como un espárrago y volar libre como un abejaruco, pero soy plenamente consciente de que eso es más difícil que me toque la lotería, entre otras cosas porque no suelo comprar.
Tal vez, usted que me está leyendo, y que no es tan amante como yo de la vida contemplativa, estará pensando en mandarnos a los abejarucos y a mí a freír espárragos.
Cosa bien fácil de entender, por otro lado.
JAJAJA vaya ocurrencias!!
ResponderEliminarA freír ponemos mejor a los espárragos, que para eso están de vicio y a volar, dejemos mejor la imaginación ;) ¿Qué te parece?
No haces mal a nadie con tu vida contemplativa y todo lo contrario escribiendo tan bien como escribes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también voy a echar de menos a los abejarucos ( vuelan al lado de mi casa ) Muchos besos.
ResponderEliminarMejor ir aprovechando todo lo que va cayendo y si se puede soñar en ser un abejarucos mejor.
ResponderEliminarUn feliz fin de semana.
No siempre uno está inspirado. Jajajaj.
ResponderEliminarSaludos.
Pues mira hace tiempo a mí no me gustaban las espárragos, buscarlos sí, pero comerlos no. Ahora con la edad me lo como todo, jajaja y la tortilla de espárragos está muy buena. Los abejarucos ya no hacen tanta gracia, y los hay de muy grandes y con dos patas.
ResponderEliminarSalud.
Ahora me dio hambre...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Los abejarucos me gustan, los espárragos no.
ResponderEliminarSalu2 volantes.