Más que al fútbol en sí, a mí me gustaba ir a ver los botijos. Había cientos de ellos perfectamente alineados, al entrar a la izquierda, de la vieja Condomina. La gente se los empinaba que daba gozo, refrescándose el gaznate, el pecho, y hasta la bragueta, tras lo cual arrojaban una peseta a un cesto de esparto que presidía una performance a la altura de las que se exhiben en la Bienal de Venecia. Es agua pura del Taibilla -decían, orgullosos, los viejos aguadores. De los futbolistas, me encantaba un tal Cristo, más que por sus vertiginosas cabalgadas por la banda derecha, por el nombre tan pasional y religioso que ostentaba el menda. Cristo era un futbolista a lo Monty Python. Bueno, los Maristas, el colegio religioso a lo garsón, para niños ricos, al que yo iba a pasear los libros, tenía tanto de Monty como de Python. Aunque más que tenerle miedo a una pitón a lo que le teníamos verdadero pánico era al hermano pulpo. Al pervertido religioso también le gustaba beber pero chupando del pitorro. Yo jugaba en el equipo de fútbol del colegio y todos me decían que era un chupón.
No sé si esto tenga que ver con lo anterior, pero algunos de mis compañeros, años después de recibir los consagrados y consabidos masajes del hermano pulpo, entraron en política para seguir chupando.
Yo no entré porque no me sabía el credo de carrerilla ni tampoco el Cara al Sol. Así que por eso me dediqué a la hostelería y posteriormente a vender champú.
Y ya no recuerdo a cuento de qué les he soltado yo semejante monserga, si lo que yo quería era rendir un pequeño homenaje al botijo de toda la vida. Ese artilugio cerámico por antonomasia que daba un agua tan fresca y tan rica que quitaba el sentío. Y encima con sabor a anís...
Gran invento, el botijo. Supongo que para que el agua supiera a anís habría que hacer algo más que echarla en el botijo.
ResponderEliminarJajaja, es que me encantan tus relatos. Tengo que meterme en la página ésa de tus libros y comprármelos. Un saludo.
ResponderEliminarOlá, José
ResponderEliminarHá um certo tempo que não passava por cá e já quase tinha esquecido a tua forma de escrever sempre com tanta graça que nos faz ler-te com um sorriso nos lábios..
Não sabia que havia por aí colégio de Maristas... Aqui, em Lisboa, também há um, e, claro, para gente com muito dinheiro 🤣.
Desejo bom Fim-de-semana
Beijinhos
MARIAZITA / A CASA DA MARIQUINHAS
Un estupendo invento.
ResponderEliminarQué grandes recuerdos!!
Que bien sabía el agua en verano. Saludos.
ResponderEliminarUna asociación de ideas llena de humor. Lo del anís sí que no va conmigo es la cosa :) Saludos.
ResponderEliminarMás vale que nos quedemos pensando en botijos y no en pulpos o paletos.
ResponderEliminarUn saludo, José.
Ya no los veo uno por aquí. Qué sabor cogía el agua. ¨Por aquí se acabaron los tejares o chircales, o estas bellezas de recipientes, que ni siquiera para adorno se encuentran hoy. Un abrazo. carlos
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