viernes, 3 de mayo de 2019

¡Cucú!



Ella dijo Cucú. Sin saber muy bien el motivo, en aquel momento, esa palabra me pareció la mayor expresión de afecto jamás escuchada. ¡Cucú! Dijo ella sonriendo al iniciar una conversación en ruso de la que, evidentemente, no entendía nada. 
¿De dónde habría sacado aquel mensaje en clave? ¿De un viejo reloj de pared? ¿Acaso de una vieja novela rusa cargada de romanticismo? ¿O habría nacido de la mente de una mujer especial?
Aquella sonrisa cargada de ingenuidad me cautivó. ¿O fue la dulce sonoridad de aquella inusual palabra la que me dejó absorto por un momento? ¡Cucú!
Recuerdo que en mi primera casa familiar de la que yo conservo recuerdos, había un reloj de pared del que, en cada hora en punto, salía un cuco que decía exactamente eso: ¡Cucú!. 
Yo siempre esperaba ese momento con cierta ansiedad; anhelaba contemplar a ese pajarito que se pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en aquella casita de madera, pero al mismo tiempo generaba en mi una inquietante curiosidad que hasta el día de hoy perdura.
El Cucú de esta dulce mujer, me ha recordado a mi más tierna infancia; tal vez por eso, o quién sabe si por algo bien distinto, me he quedado embobado cotilleado cómo la joven hablaba por teléfono.
Mientras conversaba, ella era consciente de mis indiscretas miradas, pero ello no impedía que continuara hablando en un ruso que a mí, en este caso, me parecía un idioma angelical. Me fijé en sus pestañas, que me parecieron postizas. Reparé en su media melena, decorada con unas mechas californianas realizadas con esmero. Y, todo hay que decirlo, en su vertiginoso escote, sobre el que destacaba una cruz de oro blanco con brillantes capaz de contradecir cualquier atisbo de fe que aquella valiosa joya intentará representar.
Al acabar la conversación, y cómo no podría ser de otro modo, se despidió de su interlocutor soltando otro aterciopelado ¡Cucú!. Al pasar por mi lado, muy discretamente, me guiño un ojo, y tal y como pensarán ustedes, a estas alturas del relato, me miró sonriente y me dijo: ¡Cucú!

Y, como si de un ave de paso se tratara, se marchó para siempre.

5 comentarios:

  1. Yo tampoco sé ruso, pero me cuesta pensar que "cucú" signifique "hasta nunca". No pierdas la esperanza de volver a encontrártela.
    Cucú.

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  2. Conozco a esta mujer...

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  3. Podría haberte dicho hasta un insulto, que igual te hubiera diera sido angelical.
    Saludos

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  4. una forma de despedirse???
    saludos

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