El reciente éxito del partido ecologista en las elecciones municipales francesas es sin duda una buena noticia. Los verdes alemanes siempre han ejercido un papel determinante dentro de las políticas y de la sociedad germana, y por ende en la Comunidad Europea, durante las últimas décadas. Sin embargo, su implantación y su crecimiento en otros países del entorno europeo ha sido muy poco relevante por varias y espureas razones.
Recuerdo hace tres décadas, cuando Los Verdes se implantaron en España, la infame reacción que tuvieron los grandes partidos políticos del momento. De la noche a la mañana, cuando se vislumbraba en las encuestas un crecimiento importante de la opción ecologista, como se crearon un enorme número de partidos "verdes" para confundir a los electores en el día del sufragio.
Como así fue. La opción auténtica "Los Verdes" quedó sepultada entre un sinfín de papeletas "Verdes" con olor a rancio y los dejaron fuera del Congreso.
El movimiento ecologista asociativo en España vivió momentos de gloria. De norte a sur surgieron cientos de asociaciones que, para nuestra desgracia, en demasiadas ocasiones, acabaron convertidas en pequeños reinos de Taifas gobernados por el ego y subvencionados por ayuntamientos de diverso color. La mayoría de estos grupos dio la espalda al movimiento político, al que, todo hay que decirlo, le faltó siempre, y aún le falta, un gran líder capaz de hacer tabla rasa, poner orden, y generar ilusión.
La sociedad, por desgracia un poco tarde, se está desengañando del neoliberalismo salvaje y del modelo consumista. El consumo ilimitado y desaforado no es una opción sostenible; tanto es así que el planeta languidece ante nuestros ojos mientras seguimos adquiriendo compulsivamente bienes y servicios que no necesitamos y que tan solo responden a tendencias generadas por el musculoso aparato de marketing de las grandes multinacionales.
El cambio climático, por fin y por desgracia, está haciendo mella en la conciencia social. Muy poca gente sigue apostando por el negacionismo en este sentido. Cada vez son más las personas que vinculan la pandemia del Covid-19 a un agotamiento de los ecosistemas y al grave deterioro ambiental que ha provocado un sistema económico basado en un crecimiento ilimitado. ¿Alguien, a día de hoy, cree en el crecimiento ilimitado? ¿Alguien, a día de hoy, no ve en riesgo la sociedad del bienestar?
Evidentemente, ante este escenario de incertidumbre económica, y de la certidumbre del desgaste del planeta, la gente está valorando de nuevo a la opción ecologista; una opción ecologista que ha de madurar a marchas forzadas para hacer participe a la sociedad de la buena nueva: "La ecología no es volver a las cavernas, como amenazaban sus detractores, la ecología es asegurar un modelo de crecimiento sostenible ambiental y social. Un modelo de vida humanizado que no sea esclavo del consumo y de la producción". Que nadie se venga a engaños, la gran rentabilidad hoy se consigue a costa de cuatro grandes pilares: el consumo desaforado de los recursos naturales, la explotación laboral, la especulación de los grandes capitales, y el fraude fiscal.
Ese es el modelo que nos ha traído hasta aquí. Tal vez por eso, los franceses, que siempre van por delante en esto de las revoluciones sociales, han apostado por el verde. Posiblemente, así lo quiero pensar, entre todos aún estamos a tiempo de encontrar soluciones.
Mira que si dentro de unos años se termina hablando del bicho como un suceso positivo que hizo recapacitar a la humanidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso espero, que se encuentren soluciones. Besitos.
ResponderEliminarOjalá que esté deamadre viral, nos haga reaccionar positivamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ojalá así sea. Un abrazo
ResponderEliminarAl ecologismo le pasa lo que a las izquierdas, que hay tantas, tantas y tantas...
ResponderEliminarSalu2.
Mientras no sean los ecofascistas disfrazados quienes avancen, bien por ellos.
ResponderEliminarSaludos,
J.