Aquel hombre grandullón y bonachón, ni era tan grande ni era tan bonachón. En ocasiones, las cosas no son lo que parecen. El buenazo resultó ser un sátrapa con una máquina de contar dinero y un séquito de secretarios, cursados en leyes y en letras, que le afinaban la máquina de contar historias. Y con esa cara de bonachón y las letras rectas, y apoyado en palabras almibaradas y biensonantes, su fortuna fue creciendo y creciendo como la masa madre. Las regatas, los viajes a Suiza, y a otros paraísos fiscales, junto a sus continuos safaris por África, para esquilmar su maltrecha fauna, eran algunas de sus conocidas y sencillas aficiones.
Sus amigos sátrapas le tenían en alta estima ya que éste les blanqueaba amablemente sus cuestionados currículum de cara a la galería del primer mundo.
Al final, por mucho que digan las malas lenguas, este hombre no debe de ser tan mala persona, porque si fue capaz de regalarle a su pobre secretaria sesenta y tantos millones de euros, mientras en nuestro adorado país la población infantil sufre cada vez más necesidades, y cientos de miles de familias no llegan a fin de mes, es señal inequívoca de que estamos ante un hombre coherente, recto, y caritativo.
Ahora entiendo lo del Corona-Virus. ¡Acabáramos!…
Ay, qué bien contado tu cuento oriental. Pero para los españoles no es uno de Las mil y una noches. Es aleccionador el personaje: bondadoso, dadivoso, generoso, simpático (para los que él quiera)...uf, la de calificativos que podrían ponerse. Pero lo que me duele de esa historia que tiene otra, su lado oscuro, es que a los ciudadanos -suponiendo que lo seamos- de esta tierra no parece que nos afecte demasiado. ¿Es la historia de España y los españoles un trágala, al modo de Goya en su capricho?
ResponderEliminarGenial tu cuento.
Sátrapas eran los de antes, los que gobernaban las satrapías y seguían las órdenes del emperador de los persas.
ResponderEliminarLos de hoy no son nada...
Saludos,
J.
Creo que en la transición cumplió su papel, pero ha caído en picado estrepitosamente.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me caía muy bien... pero como para fiarse. Un beso.
ResponderEliminarMuy irónico e incuestionable. Por acá tenemos varios de esos pero sin coronita... al menos no en el sentido real del término
ResponderEliminar=)