martes, 21 de junio de 2022
Adaptación
-Cada palo que aguante su vela -le dijo el señor Menarguez con cara de no haber roto un plato en su vida.
-No lo entiendo, señor Menarguez, pensé que usted me apoyaría.
-Pensó usted demasiado a la ligera, señor Moreno.
-Pero yo la apoyé a usted con lo suyo...
-¿Acaso yo se lo pedí? -exclamó el señor Menarguez frunciendo el ceño.
-No, pero se supone que lo hice porque usted lo necesitaba.
-¿Y no sería más bien por su propia conveniencia, señor Moreno? No sería que mi opción era la que más confianza la daba para mantener su puesto de trabajo, que por aquel entonces ya sabía en tela de juicio.
-Pero, entiéndame, llevo veinticinco años dejándome la piel por esta empresa, usted lo sabe -planteó Moreno.
-Yo lo sé todo y no sé nada. Y nada es lo que yo puedo hacer por usted, señor Moreno. Así que no me haga perder el tiempo. Posiblemente encuentre usted pronto otro trabajo más adecuado a sus capacidades. Aquí, ahora, necesitamos gente más tecnológica, que domine el marketing digital, la comunicación, y no tanto el cuerpo a cuerpo. El cuerpo a cuerpo con el cliente ya es pasado, eso ya no factura -sentenció el responsable comercial de la compañía.
-Creo que están ustedes en un error. Una máquina nunca podrá sustituir a una persona.
-Puede ser, señor Moreno, pero fíjese en usted mismo, su estilo ya es pasado... Bueno, lo dicho: que le vaya muy bien.
Moreno se levantó, miró fijamente al que hasta hace unos minutos era su jefe, y dijo: ¡Vayasé a la mierda!
Y el portazo se oyó hasta en Badajoz.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El trabajador nunca será un igual para su empleador, quien no lo ve ni siquiera como a un ser humano...
ResponderEliminarSaludos,
J.