jueves, 2 de junio de 2022

Cuarto y mitad de identidad

Me gustaría ser capaz de identificarme para que me identificaran. ¿Qué soy? -me pregunto en ocasiones cuando no tengo otra cosa mejor que hacer. Y entonces pienso en todo lo que he sido y he dejado de ser. ¿Pero acaso dejamos de ser lo que fuimos? Otra de las preguntas que me asalta con frecuencia es: ¿Quién soy? ¿Acaso me conozco lo suficiente? Si no he llegado a los límites de mis capacidades físicas o mentales, si nunca he estado ahí para ver de qué soy capaz: ¿cómo puedo saber quién soy? ¿Hago realmente lo que quiero hacer?¿Soy lo que la gente cree que soy? ¿Soy cómo la gente cree que soy? ¿Cómo puede alguien pensar que me conoce si ni yo mismo me conozco? Ser de aquí me obliga a tener una nacionalidad, y esa nacionalidad tiene una lengua, una supuesta historia, unas costumbres que pueden estar en las antípodas de las mías, pero que me confieren, de cara al mundo, unas connotaciones que tal vez me son ajenas. Tras mucho pensar, o tal vez por no haberlo pensado con la suficiente coherencia, he llegado a la conclusión de que cuánto más intento aclarar mi identidad más dudas me asaltan. Tal vez debería relajarme, colocar una bandera en mi balcón y dar así por zanjadas todas mis dudas. En el chino las venden a tres euros.

3 comentarios:

  1. Lo de ser ciudadano del mundo es muy socorrido.

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    1. Fijate que no, lo socorrido es lo contrario, lo de ir al chino y colgar un trapo.

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  2. Los chinos lo venden todo por 3 euros o menos. De eso no hay dudas.

    Saludos,
    J.

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