martes, 9 de noviembre de 2010

¡Menuda Mezquita!











Realmente es impresionante. Imponente sería la palabra. A las religiones les da por realizar construcciones que abrumen a los fieles y a los infieles. Este es el caso de la gran mezquita de Casablanca, a orillas del océano Atlántico. Aquí, la religión le ganó al deporte, sacrificando la construcción de la piscina municipal por cuestiones más espirituales.




Hoy La Corniche estaba siendo maltratada por un enfurecido oleaje que, como siempre en estos casos, atraía a curiosos que son capaces de perder la vida, tan solo por ver romper las olas de cerca.




Las parejas de novios paseaban acarameladas, ante la mirada vigilante de los policías, que no permiten mucha euforía amorosa en la vía pública, que aquí debería llamarse vía púdica.




En la gran mezquita, mi amigo Vladi me tomó una foto. Me he visto en ella cierto parecido con Tintín, por los cuatro pelos que me asoman por arriba. Los dientes parecen de conejo y los demás comentarios los dejo para mis escasos lectores.




De nuevo en Casablanca a sembrar ilusiones. Me siento como agricultor plantando sus habichuelitas.

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