jueves, 31 de agosto de 2023

Soñar

Uno, que es mucho de soñar, sueña en mundos imposibles, en realidades paralelas, en descubrimientos asombrosos, en viajes infinitos, o en amores eternos. Dicen que soñamos dormidos, o en duermevela, y hasta completamente despiertos. Durante una noche larga y oscura, o en una siesta corta y sudorosa en pleno verano. Soñamos para evadirnos, soñamos sin querer, soñamos queriendo, y soñamos viviendo. A mí me cuesta horrores recordar los sueños. Yo creo que sueño, como todo hijo de vecino, pero rara vez conservo el sueño en mi memoria cuando mis ojos dicen de abrirse. Estoy condenado a soñar mientras la gente piensa que estoy despierto y, puede que lo esté, pero, delante de sus narices, muy probablemente, mientras les miro a los ojos, esté soñando.

lunes, 28 de agosto de 2023

El sapo corredor

Hace tiempo que anhelaba este reencuentro. De niño, en la pedanía molinense de La Espada, cuando caían cuatro gotas, aparecían unos pequeños sapillos, muy simpáticos, de varios colores, y de ojos saltones, que parecían mirarte fijamente como para pedirte clemencia. Por desgracia, los sapos siempre han formado parte del lado maligno de los cuentos, como ingrediente necesario para las pócimas de las brujas, o simplemente como víctima fácil de niños bravucones y despiadados con ganas de exhibir su errónea masculinidad. De hecho, una matanza de sapos en una charca, realizada por un grupo de estos niños, me marcó para siempre, y me llevó en volandas a implicarme de lleno en la defensa activa de la naturaleza. Hoy, he tenido la suerte, después de cuarenta años, de tropezarme nuevamente con uno de ellos, muy cerca de donde los veía de niño. Me ilusinó pensar que, tal vez, estaba frente al descendiente de alguno de los pocos sapos que escapó con vida de aquella matanza.

jueves, 24 de agosto de 2023

El espantapájaros

Cerca de la localidad navarra de Igantzi me he tropezado con el qué, con toda probabilidad, sea el mejor y más bonito espantapájaros de los que haya visto en mi vida. Lleva, la señora "espantapájara", el pelo rizado de color verde, como de peluquería moderna, una camisa amplia en un tono beig, al estilo de la protagonista de "Memorias de África", un delantalito floreado, muy mono, y unos pantalones naranjas que le quedan la mar de bien. Para rematar la instalación, la muñeca lleva un loro azul sobre su hombro derecho, y un cubito verde colgado de su mano izquierda. El espantapájaros es un ser inanimado que dice mucho de su creador. Puede ser una piltrafa o, como es el caso, una obra de arte. Estar formado por cuatro palos y una escoba, o llevar ropajes en desuso de varias generaciones de hortelanos. Siempre tuvieron competencia con los espejos, pero con la llegada de los compact disc, sufrieron mucho abandono. Lo nuevo, para seguir arrastrándolos hacia la extinción, es un dispositivo móvil que simula una rapaz en vuelo, que incluso emite un graznido aterrador. Yo, sin duda, me quedo con la belleza, la nostalgia, y la evocadora fantasía de los espantapájaros de toda la vida.

miércoles, 23 de agosto de 2023

En Israel y con sombrero

En Jaffa me puse un sombrero. Siempre me disfrazo de yo mismo en una especie de reafirmación identitaria. A veces un sombrero, en otras una capa de Superman, o en otras un traje de flamenca. Soy el hombre de las mil y una caras que pulula por el mundo buscando sin encontrarse. Tal vez mi yo verdadero se esconda en un paraje recóndito de la Selva Lacandona, o en el lago mágico de Catemaco, o en una cueva, antaño habilitada para el cultivo de champiñones, en la pequeña isla de La Perdiguera. Yo me busco ansiosamente, maleta en mano, allende los mares, o en el mismísimo barrio de al lado. Una búsqueda interior en la que nunca puedo, por más que lo intente, mandar la ubicación. Mi mente está en todos sitios, desperdigada, impregnada de todo y de todos, asimilando idiomas, pasaportes y fronteras. Comiendo lo que come el otro. Bebiendo lo que bebe el otro. Sintiendo lo que siente el otro. A veces me pongo sombreros de desconocidos y les robo sus sentimientos. Soy un ladrón de emociones de guante blanco. Robo, loco por entender, bajo un sombrero prestado.

martes, 22 de agosto de 2023

Superviviencia

Avanzo porque hay que avanzar. Sigo adelante en el difícil arte de sobrevivir. Las apariencias engañan. Me toca seguir luchando. He de intentar suplir la enegía de la que carezco con la experiencia que se supone que tengo. No creo que lo vivido, que lo trabajado, que lo errado, que lo viajado, o que lo sufrido, me sirva de mucho para lo que aún me queda por afrontar. Tiro de mí con la inercia de la ansiedad, como el que, ahogándose en un mar embravecido, da brazadas sin saber hacia adónde nadar, ni para qué. A veces me sorprendo de cómo, de manera innata, tendemos a la superviviencia.