domingo, 31 de octubre de 2010

Murcianear


Al comienzo de esta Crisis Horribilis sonaron voces que planteaban, como una de las muchas soluciones para enfrentarse a ella, comprar productos locales, ¡muchos productos locales! Se desató un pequeño debate sobre si eso era bueno o malo para la economïa, pero no se trató demasiado en profundidad el tema. Quizás, algunos años antes, lo que hubiera sido conveniente habría sido un amplio debate sobre si era bueno o malo incentivar a que toda la población viviera por encima de sus posibilidades, pero esto no se cuestionó demasiado ni en el Telediario, ni en el Tomate, ni en La noria". Yo a modo personal, sin que obren estudios muy rigurosos en mi poder que avalen esta propuesta, quiero animar a todos mis lectores a sumarse al Murcianeo.

El Murcianeo consiste en salir con los cincuenta euros semanales que tenemos de media para llenar el carro de la compra y meter en él al mayor número de productos fabricados en Murcia que podamos. Cuántos más mejor.

Ocurre un fenómeno paranormal: cuantos más productos murcianos compras, más murciano te sientes.

Si hacemos el ejercicio de ir a Eroski, a Mercadona, a Carrefour o a la tiendita de la esquina, nos sorprenderemos de la cantidad de productos de nuestra tierra que podemos adquirir. Habrá gente que se sorprenda de su calidad y sienta en ello una alucinación del tipo de Encuentros en la tercera fase.

Tengo que decirles a muchos incrédulos e incrédulas que en Murcia se fabrica de todo, y muy bien. Desde los cósmeticos de Tahe, hasta colchones, los mejores vinos, el incomparable arroz de Calasparra, las mejores conservas vegetales y zumos, los mejores quesos, embutidos como los de El Pozo, los increíbles postres frescos de Reina y, para los que les gusta la leche, no dejen de probar la leche del día "El barranquillo" con el sabor de la leche de toda la vida.

Por último, recordar que un principio fundamental del ecologismo, que se puede leer en cualquier manual, es la recomendación de fomentar el uso y el consumo de los productos de nuestra tierra.

El producto para llegar a nuestra casa, consume mucho menos combustible y el que lo fabrica es tu primo, tu vecino de enfrente o el padrino de tu cuñado Avelino.

Todo queda en casa. Así que, ya sabes, corre la voz del Murcianeo y verás cómo funciona...

sábado, 30 de octubre de 2010

Manifesta8 o una nueva oportunidad al arte
















Tengo que reconocer que me ha gustado que Manifesta8 haya venido a Murcia. Este compendio de artistas y de obras expuestas de manera muy acertada en espacios públicos abandonados, me parece una prueba evidente de que el arte puede llevarse a cualquier sitio, promocionarse y, lo que quizás pueda sorprender más a los lectores, ¡tener éxito!
En las diferentes exposiciones, he visto gente de todas las edades, aunque quizás lo más noticiable sea eso: ¡había gente!
El vídeo arte no es lo mío, debe de ser por mi edad, por mis canas, por los subtítulos o yo qué sé.
Lo que me sugiere esta propuesta artística es pensar lo maravilloso que sería para muchos artistas como yo, la posibilidad de reproducir una Manifesta a la murciana, con gente de aquí. Aunque tan sólo nos dejaran una salica de cinco por cinco y pusieramos por ahí esturreas nuestras obras.
¡Seguro que ibamos a quedar de puta madre!
Ténganos en cuenta Sr.Consejero de la Cultura y esas cosas, Don Pedro Alberto Cruz.
De llevarse a cabo, y si me invitan, pienso exponer una escultura en homenaje al paparajote.

lunes, 25 de octubre de 2010

Homenaje a Picasso


Lo mío nunca ha sido el dibujo. De hecho, cada dia que amanece tengo menos claro que sea en realidad lo mío. Lo mío es todo y es nada. Pero, a lo que iba -que me pongo a filosofar y como filósofo soy bastante peor que como dibujante, ¡y ya es decir!-: tengo que reconocer que algunos amigos y amigas tienen copias escaneadas y ampliadas de esta mala versión inspirada en el Guernica de Picasso y, cuando alguien va de visita a sus casas, es de las cosas que más celebran... ¡vivir para ver!

Lo hice hace once años, sobre una hoja de periódico. Hace bastantes más que me enfrenté al auténtico Guernica en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofia, me impresionó su plasticidad, su tamaño, el cristal blindado que lo protegía de los cafres de extrema derecha, que se la tienen jurada... Y yo, pobre de mí, sólo atiné a pintar esto a modo de tributo, de plagio o como quieran llamarle.

Para mí, Picasso era un fenómeno. Genio y figura hasta la sepultura.

domingo, 24 de octubre de 2010

A las autoridades del Parque Natural de Cazorla
















No alcanzo a recordar la veces que he visitado el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, pero tengo claro que los sentimiendos que me afloran siguen siendo los mismos. No sé si mi primer viaje fue con un Seat 600 que me compré para ir al servicio militar -creo que sí-. El viaje fue eterno, cientos de curvas que parecían no acabarse nunca. Una vez allí, el esfuerzo resulta insignificante al contemplar semejante espectáculo de la naturaleza: el bosque mediterráneo en estado puro. Ante nuestras miradas urbanas aparecen montañas cubiertas de vegetación autóctona y cientos de especies animales, que, en estos parajes, encuentran sus últimos reductos.
Reina la encima y la cabra montesa, el lentisco y el ciervo, el madroño y el muflón. En el cielo los vigila sigilosamente el buitre leonado a la espera de los despojos de alguna pieza abatida por el águila real. En las riberas, sobre la rama de un chopo, un martín pescador espera el momento de arrojarse sobre las cristalinas aguas para apoderarse de un alevín de trucha. A nuestro paso las ardillas nos asombran con sus acrobáticos movimientos, mientras consiguen apropiarse de alguna bellota o el rojo fruto del escaramujo, haciendo las delicias de los más pequeños.
Una gran sensación de libertad nos inunda al contemplar el paisaje desde los numerosos miradores del parque, desde los que, por muy bien que conservemos la vista, nunca alcanzacemos a ver los lindes del bosque.

El concierto de sonidos que escuchamos desde nuestra llegada es, con mucha diferencia, la mejor banda sonora de la excursión.

No hace falta hablar de la enorme oferta hotelera y de restaurantes que se ha ido implementado en la zona desde mi primer viaje hace ya más de veinticinco años. La hay para todos los gustos y economías.
Por todo lo anteriormente expuesto, ruego a los responsables del
Consejo Rector del Parque: no permitan más intervenciones turísticas en la zona y les rogaría una mejora importante en la señalización, tanto de los puntos de interés, como de las rutas de senderismo, cuya señalización resulta insuficiente o inexistente, cuestiones estas incomprensibles para un parque natural de esta categoría.
¿Bonitas fotos, verdad?

miércoles, 20 de octubre de 2010

El tamaño no importa:¿O sí?


Estamos hartos y aburridos de escuchar esa argumentación, pero cada vez tengo más claro que es totalmente cierta. Si no que me lo digan a mí.
Compramos estas bicicletas, quizás pensando más en lo estético que en lo práctico. Suele ocurrir... o ¿voy a ser yo el único que en ocasiones piensa con los pies? La cuestión es que nos dimos cuenta de que en lugar de ciclistas parecíamos artistas del Circo Price. Sobre todo por los comentarios y las risas de las personas que se cruzan en nuestro camino. Siempre se ha dicho: más vale dar risa que lástima. Nuevamente estoy de acuerdo con el refrán. Pero volviendo a la cosa del tamaño, nos hemos dado cuenta de que para mover esas bicicletas y debido -supongo yo- al diminuto tamaño de sus ruedas, para avanzar un kilómetro tenemos que pedalear diez veces más que si estas fueran unas ruedas como las demás. Pero no lo son.
Pensando en positivo, ya que no había forma de que me devolvieran el importe de mi dudosa inversión, llegué a la conclusión de que estas miniaturas tienen infinidad de ventajas que gustosamente les voy a enumerar.
Primero: Las dos bicicletas me caben sobradamente en el coche.
Segundo: En un kilómetro quemamos más calorías que con las bicicletas convencionales.
Tercero: La risa que provocas se te contagia, de tal manera que haces deporte y te tronchas de la risa.
Cuarto: No caigo ahora mismo, pero si encuentro alguna causa más lo anunciaré.
Lo que han conseguido estas bicicletas es que hagamos deporte. Sé de mucha gente que tiene bicicletas enormes y nunca las utiliza, por lo que he llegado a la conclusión de que lo importante no es el tamaño, sino darle buen uso a lo que se tiene.
Las personas tenemos la fea costumbre de desear todo aquello que no tenemos, pero cuando por fin lo poseemos, ya ni lo usamos, por grande y ostentoso que esto sea.
Nosotros a pedalear y el que no pueda... a patalear.
Por cierto, me hizo mucha gracia el nombre de la panadería "El Pantalones"...¡con dos cojones!

sábado, 16 de octubre de 2010

Pedro Pardo un escultor genial


Perico Pardo era un escultor de raza, de fuerza y de genio. Tuve la suerte de conocerlo de la mano de su hijo Carlos "El Polaco" apodo por el que lo conocíamos en el barrio de Vistalegre. Para mí, Perico representaba una figura enigmática. Yo veía en él a un hombre tan atormentado como interesante. Recuerdo con mucho cariño las charlas que mantuvimos sobre arte, su carrera, su exitosa exposición en Madrid y su enfrentamiento con el galerista que le quería condicionar su trabajo, a lo que él se negó rotundamente. Perteneció a un grupo de artistas murcianos excepcionales con los que en ocasiones compartió estudio, exposiciones y, sobre todo muchas horas de convivencia, como fueron José María Párraga, Manolo Belzunce, Jean Pierre Caubios y Elisa Séiquer, entre otros artistas, a los que les tocó vivir la convulsa etapa de la Transición Democrática.

Sus esculturas de aluminio siempre fueron mis favoritas. Su obsesión era conseguir en sus obras el movimiento, algo que en una escultura es muy díficil de conseguir. Recuerdo de esas series un toro inconcluso que parecía en plena carrera, con una fuerza y una energía inigualables.

Cuando sufrió la embolia cerebral su cuerpo se paralizó parcialmente. Su mano derecha quedó impedida y con ello su capacidad de enfrentarse a materiales duros y pesados. En lugar de resignarse, cosa que nunca hizo, siguió luchando para seguir expresándose y con la mano izquierda -que nunca había usado- comenzó una larga serie de dibujos, con cierta tendencia cubista y marcado estilo escúltorico. Esos dibujos -casi perfectos- representaban motivos cotidianos, bodegones, pájaros que veía desde su ventana y, sobre todo, el barco fenicio de Bolnuevo, que le inspiraba de una forma casi obsesiva en los últimos años de su vida.

Siempre he reconocido mi admiración por Pedro Pardo. Creo que no se le ha valorado adecuadamente y que su obra no tiene el reconocimiento que merece.

Esta pequeña entrada a mi blog pretende ser un humilde homenaje a Pedro Pardo como artista y como persona. En la foto, puede verse una de sus pocas obras que pueden encontrarse en las calles y jardines de Murcia, la pueden contemplar en el jardín del Malecón. Creo recordar que se titulaba "Homenaje a la Lechuga"


viernes, 15 de octubre de 2010

Carta a Adriana que está en Nueva York




Puedo prometer y prometo que al chico del flequillo y los calzoncillos a cuadros no lo conozco, pero a la chica del gorro si, es mi sobrina. No quiero decir con esto que yo tenga nada en contra de ese chico, que tiene cara de no haber roto un plato en su vida, sino que, a lo que yo voy es a lo de mi sobrina. Adriana es la Elsa Pataki de nuestra familia. Si su dulzura se pudiera equiparar al algo valioso esto sería a la pureza de un diamante. Pero no conforme con eso, se lió a estudiar y a estudiar, para que quedase claro que de niña guapa... nada, que lo suyo era luchar y sacar su carrera adelante ¡y vaya si lo consiguió! Después de Marketing y periodismo, ahora a Nueva York a perfeccionar su inglés.

Esta Adriana está imparable. Yo, que soy su tío, quiero decirle que la aprecio mucho y que estoy muy orgulloso de ella.

Disfruta de tu estancia en Nueva York, pero cuídate mucho, por favor.

Cuando vayas por el MOMA acuerdate de mí. Si encontraras algún libro o catálogo o póster de mi admirado escultor afroamericano Martin Puryear, no dudes en comprármelo, que yo te lo pagaré con creces.


Recuerdos de tus titos Gloria y Pepe, que te queremos.


jueves, 14 de octubre de 2010

El arte y yo


Me he preguntado mil veces cuándo surgió mi pasión por el arte. Por mucho que lo pienso, aunque encuentre algunas respuestas a ese acercamiento apasionado hacia las diferentes formas de expresión que humildemente utilizo, no tengo muy claro cuándo se produjo en mí ese punto de partida.
Pronto me dí cuenta -y aún me sigo dando- de mis enormes limitaciones técnicas, que siempre intento minimizar, aportando mayores dosis de creatividad, esfuerzo y ,sobre todo, de mucha observación reflexiva. No busco tanto modelos que imitar como modelos que entender. Siento mucha inclinación hacia lo mínimo y lo conceptual. Me gusta la semejanza y la alegoría. Disfruto conquistando el espacio vacío de una sala, llenándola con mi obra. Ocupándola mediante los volúmenes de mis esculturas y la sutileza de mis collages. La ubicación de las piezas es fundamental para que éstas se observen desde el equilibrio y la relajación. El trabajo del montaje y la preparación de cada exposición son para mí momentos irrepetibles. Todo el trabajo indiviual de decenas de obras puede irse al traste por un mal planteamiento expositivo.

Me encanta el diálogo que se produce entre cada obra y el espectador. De hecho, en mis exposiciones me gusta situarme entre los visitantes -cuando estos no me conocen- para escuchar sus comentarios. Cada espectador actúa de juez, emite su juicio de valor en base a su propio bagaje cultural. Acepto, como no podría ser de otra forma, todas las opiniones, pero he de reconocer que siempre me interesan más las críticas que las adulaciones.

Realmente creo que intenté ser artista el día que abrí un armario viejo, metí mis miedos dentro y cerré la puerta con llave.

Lo demás es puro atrevimiento.

martes, 12 de octubre de 2010

Collages desempolvado del 2002


Pertenece a mi primer cuadernos de collages. Representa a una mujer pensativa, quizás ausente. Sentada frente a su propia realidad. Sopesando sus decisiones, un sí o un no. Tal vez dudando de su capacidad para decidir. O simplemente esperando, quién sabe qué.

Sin ninguna razón aparente, lo fotografié esta tarde y lo subí aquí. Quizás por una mera cuestión estética, pero nunca se sabe. En la vida, por mucho que nos pese, no todo tiene explicación.

Collages en blanco y negro.









Serie de collages en blanco y negro. Junio del 2010.

Cocido versus McDonald´s




Una imagen vale más que mil palabras. Este cocido es obra y gracia de Gloria, mi esposa, que es una cocinera de la vieja escuela, cumpliendo fielmente con todo el purismo de las recetas provenientes de su familia.


Estaba de rechupete, para beber elegimos un vino tinto de la variedad Mencía, de la denominación de origen Ribeira Sacra.


Con el caldito del cocido hizo una sopa increíble.


Sirva este comentario a modo de homenaje a su buen hacer.


Ojalá y lo sigas haciendo hasta nuestra senectud.


La Plaza de Las Flores





















La Plaza de Las Flores en Murcia, no es un invento contemporáneo, ni mucho menos. Su protagonismo se remonta a los anales de la historia murciana. Cientos de años atrás ya se las tomaban allí los señoritos con mucho garbo y perfumados por la infinidad de puestos de flores que les flanqueaban. Lo que hacía que llegaran bien borrachos a sus casas oliendo a rosas, claveles y clavellinas.
Mi padre se educó en la hostelería, en lo que entonces representaba algo así como la Universidad Popular del "Bar la Tapa". Más de un siglo después, y tras ser comprado por una importante empresa local de restauración, sigue brindando las mismas tapas, pero no el estricto estilo clásico del servicio y la atención que le caracterizó durante décadas.
Por aquella época, los camareros trabajaban por un sueldo miserable, teniendo que vivir realmente de las propinas, costumbre ésta, que aún se conserva en muchos lugares de América Latina.
El extra que hacía felices a los camareros de aquellos tiempos venía de la mano del tabaco de estraperlo, ante lo que los dueños de los locales hacían la vista gorda llevándose parte de las ganancias, de tal manera que, sí por hache o por be, las autoridades buscaban cabezas de turco, a quien se llevaban preso era al pobre camarero y el patrón seguía forrándose tan ricamente.
Eran otros tiempos. Años díficiles, donde la ilusión de la mayoría de los mortales era ayudar en sus casas para que al menos se comiera caliente una vez al día.

Los camareros de aquella zona del glamour convivían sirviendo a los grandes ricachones de la ciudad para, posteriormente, regresar a sus casas donde la misería campaba a sus anchas. Ese gran contraste de realidades, provocaba en ellos unas ansias enormes de luchar por un futuro mejor, o al menos más digno.
Muchos de aquellos barmen, acababan por casarse con alguna sirvienta o niñera de la zona, antes de echarle bemoles para establecerse por su cuenta.
En la actualidad, cincuenta años después de todas esas sensaciones y experiencias que me contaba mi padre, la Plaza de la Flores ha perdido por fortuna, como nuestra propia sociedad, ese rigor clasista decimonónico que exhalaba, para convertirse en un lugar para todos los públicos; un público ávido tan solo de relacionarse, exhibir sus gafas de sol de marca, o con un poco de suerte, ligarse a una chorba, que por aquí las hay de mucha categoría.
Cuando viajen a Murcia, no dejen de probar en el Bar La Tapa o en El Fénix sus ricas marineras, su pulpo a la murciana y, si les gusta la cerveza, pidan mejor un bolito porque aquí las cañas, por las altas temperaturas que disfrutamos todo el año, se calientan muy deprisa.
Para no desentonar, recuerden llevarse puestas unas buenas gafas de sol, forma parte de la obligada indumentaria. De lo que no estoy tan seguro, es que puedan encontrar como antes, tan fácilmente, Marlboro de contrabando.






domingo, 10 de octubre de 2010

Bazofia televisiva, ¡Umm qué rica!


La verdad es que hacer este collage me ha comprometido. Si bien no sé a qué realmente, mirándolo una y otra vez, he pensado que, pese a lo inconsciente del ejercicio, el hecho de haberlo traído al mundo tiene su explicación.

Realmente debe de ser fruto de una reacción alérgica contra la telebasura, que estos días ha azotado -sin piedad- los canales de televisión privada de nuestro patético país. Digo patético sin paliativos, porque si la mierda que nos han hecho tragar estos días es del gusto de millones de televidentes, España debe tener una enfermedad cultural de pronóstico reservado.

Quiero mandar mi felicitación a las cadenas de televisión públicas que de la mano del Gobierno, supieron dar a tiempo un golpe encima de la mesa en un momento en el que las derivas de contenidos ya marcaban una desonrosa trayectoria.

Me duele observar cómo nos ofrecen bazofia para comer y cómo nos ponemos todos tan contentos que damos botes de alegría y nos sentimos la mar de bien.

Creo que nos merecemos otra televisión. Nos merecemos un futuro más digno.

¡Stop a la bazofia televisiva!

No normalicemos la incultura porque, de lo contrario, estaremos creando una sociedad con modelos erróneos y vacía de contenidos.

La niña del poni


Caminábamos por la mota del rio en un día entre nubes y claros. Las palmeras, las higueras, los granados, los caquileros y los jinjoleros aún nos ofrecían sus más tardíos frutos como en un postrero intento de alargar la época estival. El río Segura bajaba con más agua de lo habitual por las lluvias que acababan de caer en los últimos días, en este recién iniciado otoño, cuando me encontré con esta niña que sacaba a su poni a pasear.
La vida en la huerta para los niños tiene esas ventajas. Se pueden criar conviviendo entre animales, de los que aprenden a interpretar el sentido de la propia vida. El contacto con la naturaleza nos faculta para darle importancia a la observación y, de la observación de la naturaleza, el ser humano ha sabido extraer las bases de su propia evolución.
Mientras la niña paseaba con su poni, se encontró con gente pescando en el río. Reparó también en unas personas que agachadas recogían caracoles con los que luego cocinarán suculentos platos tradicionales. Se detuvo riéndose al contemplar un grupo de gansos que chillaban como locos al notar la presencia de la niña con su caballito, a lo que el poni respondió relinchando y mostrando una dentadura impresionante, dando la sensación de que también se destornillaba de risa con la situación.
Yo no sé ustedes, pero cuando descargué la foto en casa, y la observé con detenimiento, descubrí en la niña un gesto de ternura y complicidad que, por mucho que nos digan, no se puede conseguir jugando con la Play Statión 4.
Esa niña se acordará toda la vida de su convivencia con el poni y posiblemente muchos niños, el día de mañana, se arrepentirán de las miles de horas inútiles que desperdiciaron realmente sin jugar.
Cada día que un niño pasa en contacto con la naturaleza equivaldría a cien días encerrados en su cuarto jugando a juegos enlatados.
¡Sáquenlos a jugar! Ellos se lo merecen.

sábado, 9 de octubre de 2010

Chocolate con churros


Los churros con chocolate, no lo puedo evitar, son mi pasión. Ya en el vientre de mi madre me nutría con altas concentraciones de esta droga dura. Mi progenitora, por aquella época, también era adicta, se inflaba a churros y luego llegaba a casa vomitando. Después, mi abuelo Antonio continuó la costumbre de ofrecerme churros con chocolate en la ya desaparecida churrería La Aduana, en el murciano barrio de San Lorenzo. 
En algunos países de Latinoamérica se pueden encontrar aún churrerías, con más o menos fidelidad a las originales. Con azúcar o sin ella, rellenos de crema o fríos con azúcar y canela.
Mis últimos dos duelos churreros fueron el cierre de La Aduana, en Murcía, y el de La Churrería del zócalo de Puebla, en México.
Para mí, los sábados por la mañana no serían los mismo sin esos churros y chocolate de la fotografía. El quiosco de churros que hay justo enfrente del Mercado de Verónicas, en Murcia, es mi último reducto. Afortunadamente el relevo generacional de esta familia, se ha vuelto a producir sin poner en peligro su continuidad, por lo que, al parecer, podrían competir a nivel internacional ostentando el título de ser una de las churrerías más antiguas del mundo que sigue en activo desde hace más de un siglo.
No sé si tendrá que ver con los churros o no, pero yo, después de zampármelos, hago la compra en el mercado tan ricamente.
Donde haya una buena churrería ¡que se quite el Starbucks!

viernes, 8 de octubre de 2010

Gusanos de Seda


¡Menudo gusanaco! La verdad los recordaba más pequeños, pero este gusano de seda debe ser una variedad mutante. Quizás lo pintaron chiquito, pero quién sabe si por el hecho de haberlo pintado sobre un transformador de electricidad, este se ha desarrollado de manera prodigiosa.



Yo los recuerdo muy bonicos, algunos más blancos y otros más acebrados. No hacían nada, tan sólo comer y cagar. Engordaban rápidamente, como teniendo prisa en hacer su capullo, del que a los no sé cuántos días, nos salía una mariposa. Estas eran blancas y se enganchaban por el culo, en una cópula en la que movían sus atrofiadas alitas de manera desesperada.

Cuando esto pasaba, poníamos un trocito de tela en el fondo de la cajita de cartón y la mariposa comenzaba a poner miles de huevecitos, que luego guardábamos en la misma caja hasta el año siguiente.

Nos entantaba ir a la huerta, a coger hojas de morera para darles de comer a los gusanos. Las primeras hojas siempre estaban muy altas y era muy complicado llegar hasta ellas, lo que hacía más heroica nuestra experiencia. Aprovechábamos para comernos algunas moras, blancas o moradas, estaban muy ricas.

Éramos la envidia de los niños que no tenían gusanos, pero al final siempre compartías con ellos algunos, cambiándolos por cromos de la liga de fútbol, por canicas o por cualquier otro tangible que saciara nuestro egoísmo infantil.

Ya apenas sí quedan niños que críen gusanos de seda. A mí me encantaba.


miércoles, 6 de octubre de 2010

Así planchaba, así, así...


Mucho se habla sobre el reparto de las tareas domésticas en las parejas actuales. Atrás queda aquella época en la que el marido traía el sustento a casa y la mujer se encargaba de las tareas del hogar y la educación de los hijos. Ahora estamos en una etapa transitoria, pero lenta, lentísima, en la que los maridos hemos comenzado a arrimar el hombro, sobre todo en la cocina, poniendo lavadoras y secadoras, llevando y trayendo a los hijos al colegio y a las actividades extraescolares. También nos gusta ir de compras, por aquello de darnos un capricho con aquella marca de cerveza alemana, o esas galletas de chocolate que nos llevan de cabeza, y sentirnos importantes imponiendo todo aquello que se consume en casa.

Lo que peor se nos da a la mayoría, según una encuesta publicada por la consultora "Menticonsulting de Medios Varios S.A." es planchar, por eso me sorprende la habilidad de mi elocuente amigo Lorenzo a la hora de darle al tancalenturiento electrodoméstico.

Esta foto suya, que corre como la pólvora por Internet -probablemente por su sexy aspecto- sirva de muestra para demostrar ese cambio de papeles en el ámbito doméstico.

De hecho, cada vez somos más los maridos que reivindicamos el derecho a reducir nuestra jornada laboral para dedicarnos a estos quehaceres, pero, por desgracia para nosotros, nadie nos hace ni puto caso.

domingo, 3 de octubre de 2010

El regreso de los autos locos
















He de reconocer que cada vez hablo más sobre el pasado. Esto suele suceder cuando las personas nos vamos trasformando en un recuerdo de lo que fuimos y es ahí, en ese punto, donde pasado y presente se dan la mano.
Esta mañana hemos ido a visitar, en plena Gran Vía de Murcia, una exhibición denominada la Solar Race, donde diferentes equipos de investigación de diferentes universidades de España, Francia y Portugal, mostraban sus prototipos de vehículos impulsados por energía solar, hidrógeno, biocombustibles e incluso combustibles fósiles.
No he podido evitar que mi mente se fuera, viajera y juguetona, a recordar aquellas tardes en las que disfrutaba contemplando la serie de dibujos animados Los Autos Locos. Me acordé de la siempre elegante Penélope Glamour, de Pierre Nodoyuna, de su perro Patán, de los Troglóditas, cuyo vehículo- que era un tronco hueco que impulsaban con los pies- bien podrían haber participado aquí.
Me he dedicado a tomar unas cuantas fotos, al mismo tiempo que me daba cuenta de las incómodas posturas que algunos pilotos, tenían que soportar para manejar esos inventos.
En el fondo, en esta Solar Race, como en Los Autos Locos, o en la propia vida, hay que incorporar un poquito de locura, si lo que pretendemos es avanzar y cambiar las cosas.
Uff, cuanto más pienso, más me confundo. Viendo en casa las fotos, relaciono cosas incoherentes, como locura y evolución. ¿Acaso el mundo ha sido capaz de evolucionar de la mano de gente loca?
¿Acaso de esa gente incómoda, que casi arrastra el culo por el suelo, dependerá la comodidad de miles de millones de personas en el futuro?
Por favor que se den prisa en evolucionar, el planeta lo esta necesitando.

sábado, 2 de octubre de 2010

Se acabó septiembre, adiós a los jínjoles


Recuerdo de niño que en septiembre siempre regresaba al colegio. Significaba el fin de las vacaciones. Como antidepresivo nos ofrecían en Murcia la Fería de Septiembre y con ello los coches de choque, las palomitas, la noria, las casetas de tiro al blanco- que nos proporcinaban los primeros cigarros- y la oportunidad maravillosa de subirnos a las atracciones más atrevidas de la mano de la niña de nuestros sueños.

Entre aquel mundo de ilusiones, bullicio, música y color, recuerdo los puestos de jínjoles, una fruta de la que yo no conseguía entender el placer que le producía a sus miles de adictos consumidores. Era para mí, eso sí, una fruta festiva y efímera, ya que nada más se dejaba ver durante esos días de feria.

Para aquellos que no los hayan probado, diré que tienen un sabor bastante áspero que nunca consiguió cautivarme.
La crisis horribilis nos atropelló en septiembre de 2008. Este año, septiembre nos ha traido una huelga general con piquetes informativos formados por señores, con bigote y muy malas pulgas, que parecían salidos de otra época.

El sabor de los últimos septiembres me ha dejado un regusto áspero en la boca, como cuando intentaba comer jínjoles junto a todos mis amigos y a lo único que alcanzaba es a tragarlos de mala gana.

Viendo la foto, a parte de ver su bonito aspecto, me recreo en la idea de pensar en cómo sería la escena en la que los dirigentes máximos de los mercados financieros, con su traje de Armani y sus calzoncillos de Calvin Klein por las rodillas, culo en pompa, hacen una degustación anal de jínjoles, de la mano de los bigotudos de los piquetes del otro dia, mientras pausadamente, les van leyendo el discurso final de la manifestación.

Cada vez me agradan menos los septiembres. Quizás por eso los jínjoles nunca me han gustado demasiado.