sábado, 23 de julio de 2011

Historia de mi puta mili






Cuando me siento melancólico debería prohibirme a mí mismo acceder a este blog. No me gusta estar así, pero en ocasiones, y sin saber el motivo, la melancolía se apodera de mí, provocándome, una especie de sarpullido socrático incontrolable, que lleva a mi mente de adelante hacia atrás y viceversa.
Siempre es el mismo proceso. Me da por ir a mis imágenes para conectar con otros momentos que guardo congelados de melancolía buscando en ellos el punto de partida para arrancarme, de las entrañas, las palabras que me alivien esta situación y después, en ocasiones, se me va la pinza.
Hoy me ha calmado esta fotografía tomada en una playa maravillosa de la Isla de La Palma (Islas Canarias). Me he fijado en esas huellas caminando sobre la arena negra de origen volcánico. Los cuerpos no estaban. Tan sólo perduraban sus estelas, momentáneamente, mientras el incesante ataque de unas suaves olas, tan inocentes como destructivas, las iban erosionando hasta hacerlas desaparecer.
Esas huellas representan algo así como nuestras propias vidas. Ahora tan importantes y ahora tan insignificantes. Ahora todo y al mismo tiempo nada. Eso somos, por mucho que en ocasiones pretendamos ser o aparentar. Como una huella en la playa, o como un grano de arena, o como cualquier otro ser vivo...
Corría el año 1986, yo era un simple soldado de reemplazo del Ejército del Aire de España cuando, tuve la fortuna de recibir uno de los escasos premios que he recibido en mi vida, el cual, me otorgaron por una serie de colaboraciones seudoperidísticas que publicaba en el diario La Verdad de Murcia. En ella, hablaba con mucho respeto medioambiental, sobre "Cómo cuidar en casa a los animales", y así se llamaba también mi pequeña sección. No escribía esos artículos incentivando su coleccionismo sino, más bien, intentado dejar claro, en todo momento, que el mejor lugar para mantener a los animales esta, siempre, en su propio hábitat.
La noticia llegó hasta el capitán de mi compañía, el capitán Plumet, conocido en la base aérea por su afición a castigar máquinas de escribir, bicicletas, puertas y demás objetos que le provocaran la más mínima contrariedad y dejarlos arrestados, sin usar, durante semanas, con un cartelito donde se leía "Esta bicicleta ha sido arrestada por el capitán Plumet, hasta el día 7 de julio, se prohíbe su uso". Pero no era este militar el único excéntrico que había por allí. Por aquellos días, un subteniente con más años encima que el palo de la bandera del acuartelamiento, le mostró el culo a un joven alférez de complemento, delante de toda la formación, lo que provocó la risotada más grande que jamás haya escuchado. Pero, sigo, a lo que iba:
Cuando recibí la comunicación de que tenía que presentarme en su despacho -cosa que nunca había sucedido hasta ese momento- no tenía ni la más mínima idea de para qué me solicitaba. Así que, me arreglé el vestuario, me lustré las botas, me lavé los dientes y subí las escaleras silbando, intentando, con ello, disimular el tremendo nerviosismo que me dominaba.
- Da usted su permiso, mi capitán -dije con voz de macho y de forma reglamentaria, golpeando la puerta de su despacho con mis nudillos.
- ¡Adelante! Pase, soldado -dijo el oficial.
- ¡A sus ordenes, mi capitán! Se presenta el soldado José Fernández -dije cuadrándome, pegando un taconazo y llevando mi mano derecha a mi sien, formando, de ese modo, con mi brazo un perfecto ángulo recto según mandaban las ordenanzas.
- Descanse, soldado -respondió el capitán, ante lo que yo relajé mi postura, llevándola a la posición de descanso.
- ¿Sabe usted el motivo por lo cual le he llamado a mi despacho? -preguntó el capitán.
- No, mi capitán. -respondí muy escuetamente.
- Pues el motivo es que me ha informado el teniente Artigao que usted ha sido premiado por unas colaboraciones que publica en la prensa de Murcia sobre temas medioambientales -dijo el militar.
- Así es, mi capitán -dije sin saber a donde quería ir a parar con su arenga.
En ese preciso momento, un moscardón se paró en la nariz del capitán, como si se hubiera pegado con sus patas en la miel, lo que provocó que este dijera:
- Mire usted, señor Fernández: yo, a pesar de ser militar, aunque pueda parecer contradictorio, también tengo muy desarrollado mi espíritu ecologista. ¡Ve usted esta mosca que ha osado posarse en mi nariz! Pues esa mosca merece todo mi respeto, ya que está compartiendo conmigo un momento histórico tan importante como este -dijo sin ningún complejo.
Evidentemente, me puso muy difícil ofrecerle una respuesta coherente ante tan desconcertante e inesperada reflexión, por lo que tan sólo acerté a decir:
- Así es, mi capitán.
- Pues, señor Fernández, para que el Ejército del Aire no sea menos que la Consejería de Medio Ambiente que le ha otorgado ese galardón, yo también le voy a premiar concediéndole una semana de permiso, así que prepare su macuto y rellene su papela para que se la firme.
La verdad es que cada vez que recuerdo aquella situación tan surrealista no puedo dejar de sonreír, y eso que ya han pasado algunos años.
La melancolía y la nostalgia nos hacen recordar cosas, en muchas ocasiones, sin saber por qué. Al final, la vida es una incesante acumulación de recuerdos, algunos buenos, otros no tan buenos y otros, hasta surrealistas.
Es lo que tiene venir al mundo sin guion.

3 comentarios:

  1. La melancolia jose es como el salero perdido en casa y que cada vez que lo encontramos nos sirve para darle sabor a las cosas que creemos olvidadas pero que en su momento fueron la sazon de nuestras vidas.
    Asi que la nostalgia no es mas que la olla preferida de la abuela que solo la sacaba en ocaciones especiales para preparar alimentos que nos llenaban de gusto el cuerpo y hasta el alma.

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  2. Jose la melancolia nos hace pensar y retroceder a tiempos pasados, recordar aquello que quiza nos sea bueno recordar, pero tambien es bueno volver por unos minutos a pensar cosas que nos hacen reir y volver a soñar. La nostalgia nos devuelme recuerdos que en su momento fueon parte de nuestras vidas.

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  3. hola amigo dices q eres malo en matematica pero en tus escritos como aqui veo varios terminos matematicos, asi q como les digo amis alumnos las matematicas son un mal necesario q nos acompaña toda la vida, cariños....

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