domingo, 11 de septiembre de 2011

La tumba del sargento desconocido




Mi afición por olismear por los cementerios de lugares recónditos no es algo casual. En ellos transito, con mucho respeto, en la búsqueda de la inspiración o, quién sabe si, para hacer uso de mi singular capacidad de empatizar con los difuntos. Leo los epitafios para intentar vislumbrar en ellos la relación que el finado mantenía con sus familiares. En la mayoría tan sólo se recuerda el nombre del fiambre, la fecha de nacimiento y el día en el que se puso punto y final, definitivamente, a los latidos de su corazón.

Durante estos sórdidos paseos me he dado cuenta de que la muerte no tiene edad. Lo mismo encuentras a un niño de dos añitos, que a un joven motorista de veinte, que a una abuelita que murió a los ochenta mientras hacia los michirones.

La muerte nos acompaña, ipso facto, queramos o no, desde el mismo momento que nos engendran nuestros progéneres. Un balonazo en el vientre, sin embargo, puede matarnos antes de que nuestra boca pueda saborear el embriagante cóctel compuesto de nitrógeno, oxígeno y anhídrido carbónico, siendo este último ingrediente el que le aporta el toque picarón al combinado de aire que respiramos.

Este verano, en la singular población portuguesa de Caramulo, aprovechando una hora rocambolesca donde no va ni Dios -con perdón- al cementerio; con premeditación y alevosía, merodeé por sus estrechos y humildes pasillos. Escruté entre las tumbas, leyendo epitafios en portugués. Me asombré de las fotos, achicharradas por el sol. Enfaticé en sus caras, algunas sonrientes y otras circunspectas. Entre aquel fúnebre catálogo de imágenes adornadas, en algunos casos, de flores naturales, tan secas como el ojo de un tuerto, o flores de plástico, tan descoloridas como la economía mundial, encontré al sargento.

Me cautivó la improvisada performance. En la foto, el fallecido lucía el uniforme reglamentario de suboficial del ejército portugués. La gorra que se descompone, lentamente, sobre la lápida, no es militar. A lo mejor ni tan siquiera fue del sargento, pero ahí esta.

Ese encuentro me hizo reflexionar sobre ese hombre y no pude dejar de preguntarme: ¿Habrá muerto este soldado en un heroíco acto de servicio? o por el contrario: ¿Habrá muerto en un accidente de tráfico?. Esas preguntas y algunas más me hicieron reflexionar sobre el hecho mismo de la muerte.

¿Qué diferencia habrá entre un muerto heroíco y un muerto patético? Al llegar al hotel continué cuestionándome el sentido mismo de la existencia. La de aquel sargento portugués y por extensión la mía propia.

Juro y perjuro que no fumé nada alucinógeno. Recordé, mirando a la inmensidad del Valle de Tondela, desde la terraza de mi habitación, como de pequeño me horrorizaba, terriblemente, la muerte. Ahora cuarenta años después la muerte me parece un cachondeo tremendo, en comparación a lo tremendamente jodida que me parace la vida. En tan sólo cuarenta años, mi mente ha dado la vuelta a la tortilla, y los muertos me parecen la gente más maravillosa del mundo.

Quizás por ello, cada vez que me voy de viaje por esos mundos de Dios y me encuentro, de bruces, con un cementerio, me adrentro en él como si lo hiciera en un mar en calma, en un remanso de paz donde todas las fotos que miro, apenado, me guiñan el ojo, y me dicen, intentando consolomarme, aguanta amigo, ya te queda menos para descansar.

Aquel día, después de estar contemplando con interés aquella tumba y tomarme la libertad de robarle esta foto, no pude dejar de brindarle, respetuosamente, a modo de despedida, el saludo militar:


¡A la orden mi sargento!


3 comentarios:

  1. La muerte no es mas que el continuo recuerdo de que uno esta vivo y debera vivir esta vida en calidad de prestamo.

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  2. Hay amigo, si te dijera cuantas veces escribi hoy en tu blog, no me creerias. La muerte para mi es el mejor estado, ya no te preocupas por nada, si has hecho algo bueno habra gente q te recordara, aunq la gente se acurda de lo bueno y malo, aqui vemos muertos todos los dias es noticia de diarios y noticieros, ahora estuvimos angustiados por los anuncios de bomba q algunos toman como celebracion de q abimael guzman es un lider preso, otros fueron enterrados como muertos en accion reconocidos por el gobierno pero el q partcipo del andahuaylazo se queja de q pq a el lo acusan de asesino si ellos murieron en accion, el deberia estar libre y no preso por 19 años si fue una rebelion, aqui hay para todos cada uno tiene su punto de vista, juzga segun su conveniencia se podria decir , aqui encontrarias temas para tus collages y blog te lo aseguro.

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  3. Sabes q me gusto mucho ver un lugar especial cerca al Kremlin en el centro de Moscu, la tumba del soldado desconocido, con una flama y su guardia de honor q perdura siempre, por mas q el clima sea inclemente, siempre esta igual.
    En su mayoria estan en el cementerio,en algun lugar olvidado, q nadie tomo como algo relevante, muchas veces no les damos la importancia debida.

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