viernes, 21 de septiembre de 2012

El chisporrin de Kiev


Al lado de mi apartamento en Kiev hay una batería de cañones del año del chisporrin. He buscado en google la palabra chisporrin y no aparece nada, justo lo contrario que ha ocurrido al poner, sin saber por qué, ni para qué, la palabra cañones. Vaya tela. He visto cañones hasta aburrirme. 
No he querido desistir, erre que erre, y he seguido indagando sobre el chisporrin, pero tras mucho buscar en ese oráculo contemporáneo, sólo he conseguido averiguar que chisporrin es el seudónimo que utiliza algún usuario en foros de motos o de peces de acuario.
Como siento un odio visceral contra las motos y siempre me han gustado mucho los acuarios, me inclino más por el nick de los peces. 
Yo de pequeño tenía la casa de mis progenitores llena de acuarios, pero no soy chisporrin, aunque ya voy teniendo edad. Tener edad no me disgusta tanto como los cañones y las motos o como estar fuera de casa, en el mismísimo Kiev, trabajando una semana, y ejerciendo de escritor sin saber escribir. Aunque, para decir verdad, también ejerzo de Director Comercial sin  tener muy claro cómo ser un buen Director Comercial, ejerzo de marido sin saber ejercer de marido, y ejerzo de padre sin tener claro en que consiste ese cargo biológico tan trascendental.
Esta mañana temprano, cuando salí a caminar, mientras mi compañero francés aún dormía y mi compañero polaco tosía y tosía sin parar de fumar, me he tropezado con una antigua fortaleza militar donde se exhibían esos viejos cañones como Marilyn Monroe exhibía sus piernas o Mariano Rajoy exhibe su lengua díscola.
Cerca del fuerte, rodeado de árboles que ya amarillean como queriendo avisar de la necesidad imperiosa de ir sacando las ropas de invierno de los armarios, me ha sorprendido la cantidad de soldados que recorren las calles rumbo al hospital militar y esto me ha recordado a mi época de militar en el año del chisporrin.
Me he ofuscado mucho intentando averiguar el motivo por el cual, esta mañana, me persigue la palabra chisporrin, cuando lo que yo quería era hablar sobre los cañones de Kiev, por el hecho de gustarme como un título sugerente para una nueva entrada en el blog. Mientra observaba los cañones, hipnotizado por el brillo de sus hierros dorados, un viejo funcionario ucraniano se ha puesto a darle lustre al cañón con una vieja gamuza del año del chisporrin. Sintiéndome victima de alguna maldición, he decidido regresar al apartamento en dónde el polaco tosía y tosía sin parar de fumar y el francés dormía y dormía sin parar de dormir. 
La vida pasa tan rápido que, mientras algunos sufren las consecuencias de extrañas maldiciones, otros tosen, roncan, sueñan o dirigen los designios de un país escondidos dentro de un armario del año del chisporrin, esperando a ver si escampa.
Puestos a elegir, prefiero acabar este relato soñando con las piernas de Marilyn. ¡Qué mala suerte tuvo la pobre!

3 comentarios:

  1. Cuidado con soñar con las piernas de de Marilyn que me han dicho que proboca poluciones nocturnas.

    ResponderEliminar
  2. Perdon porla falta de ortografia PROVOCA, hay que leer antes de publicar, disculpe maestro.

    ResponderEliminar