sábado, 1 de marzo de 2014

Sábado por la mañana.


Chispea. Lo sé porque en la superficie de la piscina se dibujan pequeñas ondas que parecen transmitir mensajes en clave. Cierro el periódico. Me concentro. Agudizo mis sentidos. Me pongo en estado de alerta máxima, como las tropas rusas en Ucrania que acabo de ver en la fotografía. Las ondas, estoy casi seguro de ello, deben ser mensajes encriptados. Desisto: siempre fui pésimo en matemáticas y peor aún en física. Bueno, para no engañarles, siempre fui pésimo en todo, excepto en gimnasia. La cuestión es que chispea, eso sí es cierto. El agua cae sin prisa, como si lo hiciera sin querer, o por hacernos un favor. Un mirlo macho revolotea tras una hembra. La muy pájara, haciéndose la estrecha, ignora las carantoñas que le prodiga su enlutado pretendiente. 
Enfrente, sobre la rama de un pino carrasco, hay una pareja de tórtolas que no dejan de regalarse caricias y cantos. Los pinos están inundando mi casa de un polen azufrado que el viento deposita por todas partes. Intuyo que algo invisible está pasando a mi alrededor. Las flores amarillas del diente de león dominan sobre el verde oscuro de las acelgas del campo. Las varas de San Pedro ya están en flor. Dos lavanderas blancas persiguen a un insecto que se ha precipitado, en plan kamikaze, sobre la superficie de la piscina. ¡Ojalá fuera un picudo rojo!
Ya no chispea. El sol se asoma tímidamente sobre los pinos. Los palmitos se muestran relucientes después de que el agua haya limpiado sus palmas. Una lagartija colilarga se encarama a lo alto de una roca. Entre las nubes diviso a un cernícalo. Sus movimientos de observación se transforman, en apenas un segundo, en una prodigiosa caída en picado. A la lagartija apenas si le da tiempo a desperezarse. La pequeña rapaz se lleva al despistado reptil entre sus garras. Siento pena por la lagartija y alegría por el cernícalo. De pequeño, gracias a los documentales de Feliz Rodríguez de La Fuente, me encantaban las rapaces, hasta tal punto que los veinte duros de mi paga semanal me los dejaba en el quiosco comprando sus cuadernos de campo, mientras otros se los gastaban en cigarros sueltos.
De nuevo retomo la lectura de la prensa. Los restos mortales del inigualable guitarrista Paco de Lucía ya han llegado, por fin, a su Algeciras natal. La empresa de Pocoyo presenta concurso de acreedores. Vicente del Bosque da la lista para el partido amistoso frente a Italia y, en contra de lo que yo hubiera hecho, no convoca al "niño" Torres. Me llama la atención la publicidad de la película Philomena. Siempre me ha gustado Judi Dench, tanto cuando hace de mala, como cuando hace de buena. Antes de acabar con la lectura de El País, me fijo en una receta de Rodaballo con frutos secos que tiene muy buena pinta.
Me encantan los sábados por la mañana. De hecho, siempre debería ser sábado por la mañana.

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