lunes, 30 de marzo de 2015

Lo que algunos llaman admiración


El trecho de lo que escribo a lo que pretendo escribir lo veo en Andrés Neuman. Siento una tremenda envidia al leerlo, no se vayan a creer... 
Hay tres cosas que un argentino maneja a la perfección: el lenguaje, la psicología, y el fútbol, y esa Santísima Trinidad se encarna perfectamente en este porteño afincado en Granada, con barba refinada, y gafas de pasta. 
Una envidia casi inadmisible, cercana a la incorrecto, a lo indebido, a lo perverso. Leyéndolo sufro en silencio la condena a la que me enfrento por no haber estudiado nada, o no haber nacido en el Río de la Plata.
Él acaricia las palabras, las hace flotar sobre el papel, las convierte en adorno, en sol, en recurso, las funde en oro, o en lo que le da la real gana. 
Yo, sin embargo, cuando intento ordenarlas con su estilo las desmerezco. 
Su destreza me deslumbra, me acongoja, y, en ocasiones, hasta me frustra. Entre él y yo hay un abismo. La falla de San Andrés Neuman. Una guerra sorda sin bajas, pero una guerra visceral. Yo soy a Neuman lo que Las Malvinas al Reino Unido. Él escribe y yo sufro de ansiedad cada una de sus palabras. 
Leo uno de sus aforismos y recibo un balazo en el pecho
Él anda sobre las aguas mientras yo chapoteo en el lodo. El es un flamenco rosado, yo un sapo común. Él relata, yo balbuceo. Él sube, yo bajo. 
Soy una sombra deformada de sus tachones. Un fantasma que lo persigue. Un voyeur que anhela su cotidianidad, su rutina, su todo. Un correligionario baboso.  
Sus escritos bailan prodigiosamente el tango, mientras yo, tan sólo, le piso los callos.

6 comentarios:

  1. Lo que acabas de decir te hace un maestro de tu propia talla.

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    1. De la mía sí, pero ahora quiero ser de la vuestra. Estar a vuestra altura... Un abrazo, Anuar.

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  2. Has escrito lo que te hace grande, autentico y único. ….Un exponente de la escritura que cada día se encuentra con sus propias palabras.

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    1. Más que un exponente soy un aspirante. Devoción le pongo. Un saludo, Cecilia.

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  3. Amigo Pepe, hacia, por desgracia, bastante tiempo que no entraba en tu blog. Como dirían por aquellos lares, ojiplático he quedado al ver tu gran evolución. Te felicito de corazón. un fuerte abrazo.

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    1. Pues ya sabe dónde encontrarme, Paco. Mejor cada día, claro que sí, para atrás ni para tomar impulso... Saludos

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