sábado, 18 de julio de 2020

El sátrapa y su máquina de contar


Aquel hombre grandullón y bonachón, ni era tan grande ni era tan bonachón. En ocasiones, las cosas no son lo que parecen. El buenazo resultó ser un sátrapa con una máquina de contar dinero y un séquito de secretarios, cursados en leyes y en letras, que le afinaban la máquina de contar historias. Y con esa cara de bonachón y las letras rectas, y apoyado en palabras almibaradas y biensonantes, su fortuna fue creciendo y creciendo como la masa madre. Las regatas, los viajes a Suiza, y a otros paraísos fiscales, junto a sus continuos safaris por África, para esquilmar su maltrecha fauna, eran algunas de sus conocidas y sencillas aficiones. 
Sus amigos sátrapas le tenían en alta estima ya que éste les blanqueaba amablemente sus cuestionados currículum de cara a la galería del primer mundo. 
Al final, por mucho que digan las malas lenguas, este hombre no debe de ser tan mala persona, porque si fue capaz de regalarle a su pobre secretaria sesenta y tantos millones de euros, mientras en nuestro adorado país la población infantil sufre cada vez más necesidades, y cientos de miles de familias no llegan a fin de mes, es señal inequívoca de que estamos ante un hombre coherente, recto, y caritativo. 
Ahora entiendo lo del Corona-Virus. ¡Acabáramos!…



5 comentarios:

  1. Ay, qué bien contado tu cuento oriental. Pero para los españoles no es uno de Las mil y una noches. Es aleccionador el personaje: bondadoso, dadivoso, generoso, simpático (para los que él quiera)...uf, la de calificativos que podrían ponerse. Pero lo que me duele de esa historia que tiene otra, su lado oscuro, es que a los ciudadanos -suponiendo que lo seamos- de esta tierra no parece que nos afecte demasiado. ¿Es la historia de España y los españoles un trágala, al modo de Goya en su capricho?

    Genial tu cuento.

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  2. Sátrapas eran los de antes, los que gobernaban las satrapías y seguían las órdenes del emperador de los persas.
    Los de hoy no son nada...

    Saludos,

    J.

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  3. Creo que en la transición cumplió su papel, pero ha caído en picado estrepitosamente.
    Un saludo.

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  4. A mí me caía muy bien... pero como para fiarse. Un beso.

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  5. Muy irónico e incuestionable. Por acá tenemos varios de esos pero sin coronita... al menos no en el sentido real del término
    =)

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