miércoles, 2 de diciembre de 2020

Acuerdo in extremis

Cuenta la leyenda, o eso dicen, que un sabio muy sabio, que había escrito muchos libros, y que se había quedado calvo de lo tanto que sabía, se levantó un día de la cama y dando un salto exclamó: ¡Dos huevos cocidos y un vaso de leche con sopas de pan! y su criada, rauda y veloz, en apenas unos minutos le llevó al cuarto semejantes viandas. Y no se sabe si por lo tanto que sabía, o por todo lo que ignoraba, o por el efecto energético de los huevos duros, que el sabio se calentó y le dijo a su criada: -Estimada sirvienta de buen servir y de mejor ver: ¿acaso usted vive sola, y sin afecto, tal cual vivo yo? A lo que la hacendosa muchacha exclamó: -Sola e inmunda, mi señor. -Y para ahorrarse usted las idas y las venidas, y dejar de lado de una vez a la calamitosa soledad, y darle un poco de calor humano a ese cuerpo saleroso y a este mío calamitoso: ¿no se casaría usted con este viejo sabio resabiado al que le queda poca vela en este entierro y así, después, pueda usted heredar de mí todo lo heradable, y cobrar una nada despreciable prestación de viudedad? -Pues sabe que le digo: que para los novios tan impresentables que he tenido, y me han rondado, y me han robado, no es tan mala idea la suya de usted, que ahora hago mía. -Ruego me responda con brevedad y dilegencia antes de siete días hábiles, ya que la gana de casorio es mucha y el ansia viva me está matando -dijo el sabio de amplio saber y mucha gana y dicha. -No se preocupe que ando tan rápida de respuestas como harta de desdichas, así que lléveme a firmar los papeles antes de que entre más el frío, o se lo lleve a usted por delante el maldito Covid. Vayamos a firmar ante el notario, lo que es notorio, para que se produzca el jolgorio que usted tanto anhela -exclamó la sirvienta, con amplias y rotundas ganas de dejar de serlo. -¿Y de adelanto no me daría usted unos vahos de pecho? -se probó el sabihondo nonagenario, que tanto sabía pero que más ignoraba. -No hay adelanto que valga, mi adorable patrón. Después de la firma usted tendrá amor y cariño hasta el hartazgo. Y así fue como murió felizmente el sabio a los dos meses de su postrero y tan ansiado enlace. Dicen que ella está harto feliz, en Fuengirola, viviendo con su entrenador personal, a orillas del mar Mediterráneo. La vida da muchas vueltas; algunas mejor que otras.

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