viernes, 26 de noviembre de 2021

De Tenerife a Kazajistán sudando sin parar

Sobres las nubes escribo. La mascarilla cubre parte de mi cara. La gente dormita a mi alrededor. Esta noche, en el hotel Taburiente, en Tenerife, he soñado que dormía en plena montaña, en las estribaciones del Himalaya, espalda con espalda, con un leopardo de las nieves. Como comprenderán, pónganse en mi situación, no me atrevía ni a pestañear. Temía que al más mínimo movimiento, la bestía felina se despertara y me usara como desayuno. Una preciosa kazaja de largas y delicadas trenzas y de ojos extraordinariamente perfilados escribía por wasap a todos mis contactos para que vinieran a socorrerme. Sin embargo, nadie respondía. La mujer me ha devuelto el teléfono diciéndome que sus llamadas de auxilio han resultados infructuosas. Le doy las gracias y le ruego que rece por mí ya que yo no sé rezar. La buena señora se pone a orar y el leopardo se despierta, se levanta, se despereza estirando sus esbeltas extremidades, me mira como haciendo ascos y se va. Yo le doy las gracias a la mujer de mirada tan profunda con un abrazo fraternal, y, mientras la tengo entre mis brazos, se convierte en otro leopardo de las nieves. Entonces es cuando despierto sobresaltado y sudoroso aferrado ansiosamente a la almohada. Mientras bebo agua, para que se me pase el susto, suena el despertador. Me lo pensaré dos veces antes de regresar a Kazajistán. Le tengo alergia a los gatos.

2 comentarios:

  1. Puestos a ser devorados, mejor que sea por la kazaja de delicadas trenzas y ojos perfilados.

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