jueves, 16 de junio de 2022

El Santo Falo

Salvatore Canaglia era conocido por todos en la comarca como lo que era: un meapilas. De joven había sido monaguillo. Después entró en el seminario, pero no acabó porque tuvo que abandonarlo repentinamente por la muerte de su padre, tras lo cual no regresó. Pese a su conocida devoción, y haber estado a punto de tomar sus votos de castidad, se casó con la feligresa más asidua de su parroquía con la que tuvo la nada despreciable cantidad de nueve hijos varones. Cuando comenzaron sus visiones marianas estaba jubilado y viudo, ya que su esposa fue atropellada por el autobús de línea un día que había bajado a comprar el pan. Cuarenta años en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Fuentedipene le habían otorgado solvencia económica suficiente como para no preocuparse por sus habichuelas. La Virgen, según contaba, se le aparecía cada vez más a menudo. Desde la primera aparición, Salvatore alardeaba de haber adquirido la capacidad de curar las más diversas enfermedades y traumas. La mitad de sus hijos habían optado por la carrera eclesiástica y la otra mitad por la militar, y él estaba solo. Solo con sus milagros, y con sus visiones, en una casa enorme. Una casa a la que comenzaron a llegar visitas femeninas con demasiada frecuencia. En Fuentedipene, y en los alrededores, comenzó a correrse la voz de que en casa de Salvatore se solucionaban de manera milagrosa todos los problemas de infertilidad. Por la gloría del Altísimo, y del pene milagroso de Salvatore, en la región comenzaron a nacer varones a cascoporro. El obispo de la diocesís de Patanalguiano, el monseñor Pietro Dilnáculo, a la que pertenecía la parroquía de Fuentedipene, alertado por las habladurías, se presentó en casa del milagrero a pedir explicaciones, justo en el momento en el que varias parroquianas, en diferentes fases de embarazo, salían del afamado piso de la fertilidad con una cara de alegría tan solo comparable a la de la gente que gana el Euromillón. Al obispo casi le da un jamacuco. Tenía conocimiento de que en México adoraban a la Santa Muerte pero no sabía nada de la existencía de la devoción que Salvatore había creado en torno al Santo Pene y que, precisamente, ese pene bendecido, idolatrado, y santificado, para más inri, era el suyo. De todo eso habían pasado unos cuantos años. Nadie sabía qué había ocurrido con Salvatore tras la visita de monseñor, ya que desapareció misteriosamente, hasta que saltó la noticia de que en la República Dominicana un religoso italiano había fundado una congregación con el nombre de "Adoradores del Santo Falo". Tras ser aprobada una orden de extradición, que había cursado el juzgado de Fuentedipene, el exsacerdote fue detenido cuando impartía un acto religioso multitudinario ataviado únicamente con un taparrabos. Un abogado, en representación de las mujeres afectadas, ha presentado una demanda colectiva en la que se le reclama la paternidad de unos ciento sesenta y seis niños varones. Curiosamente, todos esos niños tienen la peculiaridad de lucir, como el propio Salvatore, un gran lunar en la frente, una única ceja enorme, y de presentar una nariz superlativa, sayón y escriba. Según parece, al juicio asistirán todas las demandantes con sus hijos. Hasta el momento, se han acreditado en el juzgado más de setenta medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, en el que se ha dado a conocer como "el juicio del Santo Falo". Por necesidades de espacio se está habilitando el Pabellón de Deportes de la localidad con gradas supletorias. Desde la oficina de turismo informan de que ya no hay alojamiento en los establecimientos hoteleros de cincuenta kilómetros a la redonda.

2 comentarios:

  1. ¡Como tenga que pasar una pensión alimenticia a todos...!

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  2. Estos rebotados de cura suelen desquitarse con creces, pero el tal Salvatore lo convierte en profesión.
    Muy buen relato.

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